martes, 24 de noviembre de 2009

ELEGÍA A RAMÓN SIJÉ

El año que viene (2010), se celebran los cien años del nacimiento de Miguel Hernández. Miguel, además de un gran poeta, es un símbolo de las tragedias que rodearon la Guerra Civil Española. Para mí, más que un símbolo, su muerte es una verdadera vergüenza. Todas las muertes producidas por odios y rencores son crueles, las que se produjeron durante la Guerra también, aunque por poner algún atenuante (quien quiera ponérselo), podemos pensar que la guerra es la guerra y obnubila los pensamientos, pero las vidas segadas antes, durante la II República, y después, ya con la contienda acabada, alcanzan el grado de verdaderas monstruosidades, como decía antes, de vergüenza.

Ramón Sijé, es el seudónimo de José Ramón Marín Gutiérrez, que había nacido en Orihuela el 16 de noviembre de 1913 y aunque, como paisanos, seguramente se conocerían de antes, aunque sólo fuera de vista, fue a partir de la presentación de la revista Voluntad, fundada por Sijé el 15 de marzo de 1930, cuando se vieron unidos por una relación más estrecha. A pesar de que ambos mantenían inquietudes literarias parejas, su forma de pensar distaba bastante, ya que Ramón Sijé era un hombre de profundas convicciones católicas y Miguel Hernández se había ido acercando al Partido Comunista.

Entre sus pensamientos divergentes y que Miguel había entrado en otros círculos literarios, se produjo un distanciamiento entre ambos, de hecho Neruda llegó a considerar la amistad con Sijé un lastre para el futuro poético de Miguel Hernández.

En esta tesitura se produce el fallecimiento de Ramón Sijé, el 24 de diciembre de 1935 (con tan sólo 22 años). Miguel se enteró porque se lo dijo Vicente Aleixandre dos días después. Aquello fue un mazazo que dio un fruto poético: La Elegía a Ramón Sijé, uno de los más sentidos poemas en lengua castellana, un canto a la desesperación y a la amistad, escrito desde el remordimiento, ya que esta muerte prematura impedía cualquier futura reconciliación y Miguel se sabía en deuda con él, ya que le había ayudado en sus primeros pasos con la poesía, además de a la hora de buscar editor para su libro Perito en lunas, que también prologó.

El poema está lleno de simbolismo, pero tampoco quiero hacer aquí un comentario de texto, aunque ganas me quedan, porque es una bicoca para tal menester.

A continuación, os dejo el texto del poema, además de un vídeo con la canción de Jarcha, que es la versión que más me gusta, aunque hay otras muy buenas, como la de Serrat, pero esta es, además, un homenaje al propio Miguel Hernández y a su muerte trágica.







ELEGIA A RAMÓN SIJÉ




(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería).



Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento.
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

10 de enero de 1936


Miguel Hernández


Como anécdota, en el vídeo aparecen varias fotos del grupo Jarcha, la chica del jersey blanco es la inefable Martirio.




6 comentarios:

  1. ¿quién es el autor de la foto del
    colegio de Sto. Domingo que aparece
    hasta arriba del blog?
    A qué correo escribo?
    Me interesa una copia de dicha foto

    ResponderEliminar
  2. Pues la verdad es que no sé quién es el autor, la vi un buen día en Internet y me gustó y de eso puede hacer años, así que no recuerdo, ni siquiera qué es lo que estaría mirando aquel día en que la hallé. De cualquier modo no sé de quien es.

    ResponderEliminar
  3. Ya va siendo hora (y el centenario es un buen motivo, para los que necesiten estímulos especiales para moverse) de editar una buena biografía de Miguel Hernández (y una buena edición de su obra completa.
    Miguel era transparente, como artista y como hombre . Era un poeta maravilloso, puro, sin tapujos ni afectaciones estilísticas. Era la encarnación de la pasión, y era más bueno que el pan. Cada vez que leo esta Elegía (o el poema del niño yuntero, o las Nanas de la cebolla), no puedo evitar las lágrimas, y lloro sin consuelo como la primera vez que lo leí (hace treinta años, cuando yo tenía 13) e inmediatamente me identifiqué con él y con su forma de pensar, de sentir y de escribir.
    Gracias por hablar de Miguel en tu blog.

    ResponderEliminar
  4. Gracias a ti por tu comentario tan atinado.

    ResponderEliminar
  5. Miguel fue el poeta de la luz, como dijo Pablo Neruda, y siguiendo al chileno, no sólo en este año del centenario de su nacimiento sino para siempre, tenemos que hablar de él para que sus ideas no caigan en saco roto. Me pasa como a Perseguidor, no puedo leer o escuchar sus poemas sin llorar. Impresionante es esta elegía, pero también lo es la que dedicó a Josefina Fenoll, la mujer de Ramón Sijé, amiga suya de Orihuela con cuyo hermano comenzó a hacer versos en la Tahona que allí tenían, aunque es mucho menos conocida. ¡Para siempre, Miguel Hernández! Nuestro guía y nuestro líder.

    ResponderEliminar
  6. Sin duda, uno de los grandes de la poesía en castellano.

    ResponderEliminar