viernes, 31 de diciembre de 2010

EL GRAN CARNAVAL

¿Hasta qué punto lo que hacemos está bien y a partir de dónde empieza a no estar tan bien?
Preguntas como estas acompañan a la humanidad desde el comienzo de los tiempos. Las llamadas guerras justas; el derecho de conquista; mi religión que trata de imponerse a la tuya; mis bienes que siguen siendo míos aún cuando tú te estés muriendo de hambre; nuestro derecho a comerciar con esto o aquello...
En sobradas ocasiones, las cosas están claras para la mayoría de la gente, en otras no tanto y basta con que preguntemos por ahí sobre cualquiera de los temas candentes o no, que rodean nuestra existencia. Habrá quien te diga que hay cosas inadmisibles, para otros depende cómo se miren y otros más comprenden esa manera de actuar e incluso la defienden.
Y es que los terrenos de la moralidad son resbaladizos y más cuando unos derechos chocan con otros. ¿A cuál damos preferencia? ¿El derecho a la vida o la investigación? ¿El derecho de huelga o el bien comun? ¿El derecho al trabajo o el del empresario a despedir a quien quiera porque el dinero y la empresa son suyos?


Planteado así, en términos absolutos, para la mayoría está medianamente claro, aunque no creáis, que ya así empezarían las discrepancias de algunos. Pero el verdadero problema surge cuando los términos no son tan absolutos, cuando la claridad de los acontecimientos se diluye. Por eso, quienes lo saben y quieren arrimar el ascua a su sardina, no dudan en acudir a la tergiversación, a la ocultación de parte de la información, eso que se llama decir la verdad a medias, o directamente en mentir, precísamente para que los hechos aparezcan de tal forma que la opinión pública no tenga dudas de que aquello que le están contando es así y no como en realidad es.


En esta peli, coinciden dos de los grandes del cine de todos los tiempos: Billy Wilder y Kirk Douglas, un genio del guión y de la dirección y un actor de los de raza, de los que, como ocurre en esta peli, llenan la pantalla, no necesita comparsas, él se basta y se sobra para dar vida a la peli entera. El resultado es una film que, a pesar del ritmo un tanto lento durante la parte central, te resulta fascinante.


En la presentación, el protagonista se nos retrata como un periodista sin escrúpulos que ha sido despedido de varios medios por alcohólico, ligarse a la mujer del jefe o publicar informaciones sin contrastar que han resultado ser falsas.
A partir de ahí, la crónica de un tipo que está dispuesto a que la verdad no le arruine una buena historia.


Un guión sin concesiones a la sonrisa, duro, pero a la vez, magistral, plagado de diálogos y frases brillantes y con una soberbia interpretación de Douglas.
Con planos espectaculares, casi todos ellos tomados desde la altura de la montaña en la que está sepultado Leo Minosa. En uno de ellos, la explanada llena con 400 automóviles, pero sobre todo, el plano final, con el padre de Minosa, en medio de la arena de la explanada que rodea su gasolinera, que ha quedado desierta, porque la gran mentira ha tocado a su fin y la noticia ha desaparecido.


"Primera plana" se llevó la fama, pero el varapalo auténtico al periodismo sensacionalista se lo da Wilder con esta película, en la que retrata la arrogancia, el cinismo, la manipulación, el desprecio por cualquier norma moral del que son capaces los medios que se dedican a este cometido, las personas que los dirigen y los periodistas-estrella que trabajan en ellos.
Pero Wilder va más allá, los políticos y funcionarios corruptos que facilitan el "trabajo" de estos personajillos, se llevan su buena tunda.
Y el público, todos nosotros, que consumimos este tipo de información, que estamos ávidos de desgracias ajenas y que justificamos esta barbaridad porque como dicen ellos: Hacemos lo que el público pide. ¿Nos manipulan o nos dejamos manipular? A veces uno piensa que hay gente a la que le encanta que le manipulen, con tal de que le cuenten una historia escabrosa o de que hurguen en las miserias de otros para poder cotillear.
Un tipo que sufre un accidente y queda sepultado, trabajos de rescate y fuera, en el exterior, en un lugar casi desierto, surge toda una ciudad, comerciantes, curiosos, artistas de medio pelo y hasta un circo. Y, por supuesto, la prensa, periódicos, emisoras de radio y televisión, todos están allí, dándose codazos por una exclusiva, dispuestos a contar lo que sea con tal de subir la audiencia ¿No os suena todo esto?


La película fue un fracaso comercial. Wilder lo justificaba diciendo que en 1951, la gente todavía creía que los periodistas eran gente honesta.
Él acudió a una caricatura, exageró el asunto, hasta el punto de que al protagonista le improta un comino jugar con la vida del accidentado con tal de alargar la noticia.
La desgracia es que el tiempo ha demostrado que, una vez más, la realidad supera a la ficción.




jueves, 30 de diciembre de 2010

MALVA MARINA

Neruda, gran poeta entre los poetas, era, en otros aspectos de su vida, una persona controvertida, con sus luces y sombras, como todo hijo de vecino, pero que, por ser quien es, por la relevancia alcanzada y, sobre todo, por su carácter, quedaban muy remarcadas. Sus luces refulgen y sus sombras son tenebrosas.
Tuvo una hija con su mujer jabanesa, Maria Antonieta Hagenaar, con un nombre tan precioso como el Malva Marina. Esta niña nació con un terrible estigma, padecía hidrocefalia y fue su madre la que se tuvo que hacer cargo de la criatura.
Desesperada por falta de recursos, por los constantes bombardeos de la Segunda Guerra Mundial (vivían en Holanda), buscó a alguien que pudiera hacerse cargo de Malva. A través de organizaciones religiosas dio con una caritativa familia, los holandeses Hendrik Julsing y Gerdina Sierks.
La situación era bastante difícil. No había comida y los Julsing pasaban hambre, pero aun así no titubearon en acoger a la pequeña.
Vicente Aleixandre en "Comprendí, pero no explico" (1935) hace una descripción mucho más desgarradora de la impresión que le causó la pequeña Malva Marina:

Él me llamaba con la mano y miraba con felicidad hacia el fondo de aquella cuna. Todo él sonrisa dichosa, ciega dulzura de su voz gruesa, embebimiento del ser en más ser. Llegué, él se irguió radiante, mientras me espiaba. ¡Mira, mira! Yo me acerqué del todo y entonces el hondón de los encajes ofreció lo que contenía. Una enorme cabeza, una implacable cabeza que hubiese devorado las facciones y fuese sólo eso: cabeza feroz, crecida sin piedad, sin interrupción, hasta perder su destino. Una criatura (¿lo era?) a la que no se podía mirar sin dolor. Un montón de materia en desorden. Blanco yo, levanté la vista, murmuré unos sonidos para quien los esperaba y conseguí una máscara de sonrisa. Pablo era luz, irradiaba irrealidad, sueño, y su ensoñación tenía la firmeza de la piedra, el orgullo de su alegría, el agradecimiento hacia un futuro celeste”.

En una carta inédita en España que pertenece a la Fundación Neruda, Maruca (como conocían a María Antonieta) le pide a Pablo de forma insistente el dinero que necesita para sobrevivir. Este es, sin duda, un valioso aporte para comprender cómo era la relación del matrimonio después de su separación:

Mi querido chancho (“Mi dear Pig” en el original):
Es realmente imperdonable tu negligencia hacia nosotras, especialmente para tu bebé. Hoy 18 del mes no he recibido tu dinero. El 1º de este mes tuve que pagar los gastos de alojamiento de Malva Marina por el mes de octubre. Con mi salario sólo pude pagar una parte de ello. Qué vergüenza realmente. Ellos son tan buenas personas... Nunca encontraré gente tan buena otra vez. Malva es muy apegada a ellos... ella ha progresado mucho mentalmente. Ahora ni siquiera puedo ir a verla porque no tengo un centavo. Mi último dinero será gastado en enviar esta carta.
[...] La última vez me mandaste sólo $68 en vez de $70. Espero que puedas agregar los 2 a los próximos $70 y me envíes $72. Por favor, envíame el dinero lo antes posible [...].
[...] Debemos estar muy agradecidos hacia estas personas donde ella está, así es que por favor cumple tus deberes de padre [...].
Bueno, chancho, querido, envíame pronto el dinero por favor [...].
Malvita envía muchos besos a su papi y yo también,
Tu chancha (“your Pig” en el original)
”.

Malva Marina murió finalmente a los ocho años de edad el 2 de marzo de 1943. A los pocos días, desde el consulado de Chile en Berna, la señora Neruda avisa de que su hija ha fallecido y que desea reunirse con su marido a la mayor brevedad posible. Ese encuentro no se hizo realidad. Neruda calló para siempre esta desgracia y nunca le rindió un homenaje a su hija.
Sí lo hizo un hombre al que yo, personalmente, admiro más por su sensibilidad que por su obra y eso que es uno de los grandes de la literatura española de todos los tiempos. Este poema de Federico García Lorca vió la luz por vez primera en las páginas de ABC en 1984:

¡Malva Marina, quién pudiera verte
delfín de amor sobre las viejas olas,
cuando el vals de tu América destila
veneno y sangre de mortal paloma!

Niñita de Madrid, Malva Marina,
no quiero darte flor ni caracola;
ramo de sal y amor, celeste lumbre,
pongo pensando en ti sobre tu boca.




miércoles, 29 de diciembre de 2010

EL CREPÚSCULO DE LOS DIOSES

Hacer comentarios de películas como esta para alguien que no sabe de cine, es una especie de sacrilegio, da un poco de pudor, no debería pasar de los adjetivos usuales: "Maravillosa", "obra maestra"... Porque lo demás puede llevarte a decir cosas que no debes o a caer en tópicos que no reflejen de verdad lo que supone un film como este en la historia del séptimo arte.
Pero como sé que esto no lo lee mucha gente y los pocos que me honran con sus visitas son benévolos, pues voy a decir cuatro cosillas, al menos para desahogarme y compartir con alguien la sensación que te queda después de haber tenido el inmenso privilegio de ver "Sunset Boulevard".
Este es el último trabajo del tándem Brackett-Wilder y a fe mía que no pudieron tener despedida más majestuosa en lo que a sus trabajos conjuntos se refiere.


Yo no sé de quién dependerían las decisiones últimas, pero el primer acierto es la elección de los actores. Todos están sublimes, incluso los grandes (Keaton y compañía) que tienen papeles de meros figurantes, se amoldan a la perfección a lo que de ellos se espera que representen.
Desde luego los protagonistas, los primeros, William Holden; sensacional Gloria Swanson, todo en acierto poner a quien fue una estrella del cine mudo a representar un papel que debía conocer a la perfección, con esos gestos exagerados que contribuyen a transmitir la sensación de enajenación; Erich von Stroheim y, aunque normalmente no se habla mucho de ella, yo incluyo entre los protas a Nancy Olson, cuyo papel también da muy bien el tipo angelical, joven, de persona que está al margen de ese mundo decadente que se retrata y que supone la antítesis, al contrapeso de la historia central, oponiendo su carácter virginal al egoísmo que destilan los demás.


La historia se aparta de aquello a que nos tiene acostumbrados Wilder en la mayoría de sus películas, aquí sus geniales gotas de humor, quedan aparcadas y si alguna vez aparecen, es un humor ácido, que da lástima y tan sutil, que puede pasar desapercibido, como cuando el micrófono golpea la cabeza de la Swanson en el plató, en alusión más que evidente a lo que la llegada del sonido ha supuesto para ella.


La historia paralela de la pareja Holden-Olson, está poco desarrollada, pero yo creo que es a propósito, lo mismo que la de Von Stroheim con respecto a su antigua esposa, porque ambas, igual que otras pequeñas historias de la peli, son o contrapunto o complemento de lo que de verdad se nos cuenta: La soledad, la caída desde la cima, la inadaptación al cambio de estatus o al paso de los años.
Algo que se aplica al mundo del cine, pero que podría extrapolarse a tantas otras facetas de la vida, de la nuestra o de la de otras gentes. Políticos que no abandonan el sillón; jefes o jefecillos de cualquier empresa que cuando se jubilan se maravillan de que aquello siga funcionando sin ellos que se creían imprescindibles...
Todo un retrato de este mundo nuestro, donde la belleza, el éxito, el puesto que ocupas, te da poder y cuando pierdes eso, hay gente que no lo supera nunca. De ahí la grandeza de quienes saben aceptar el paso de los años o el cambio de estatus con normalidad y comienzan una nueva etapa de su vida con alegría y sabiendo buscar nuevas metas desde su nueva posición.


Hay un montón de planos míticos: El tango en el salón; las escenas del plató; el maravilloso contrapicado del cadaver en la piscina...
Lo mismo pasa con los diálogos, con unas cuantas frases lapidarias, así que no voy a destacar nada en particular, sólo me tomaré la licencia de recomendar la peli a quien quiera ver cine del bueno, hablando de sí mismo, de sus miserias, sí, pero así es la vida.




martes, 28 de diciembre de 2010

SEMÁFOROS




















Acompañan nuestra vida cotidiana y, al menos en teoría, nos ayudan a circular mejor por las cada vez más complicadas calles de nuestras ciudades.
Fue en 1918, cuando los semáforos quedaron tal cual los conocemos, pues hasta entonces no incorporaron la tercera luz, la de advertencia, de color anaranjado.
Los semáforos irrumpieron en las vías urbanas tras llevar tiempo como señales en el sistema ferroviario o marítimo, y la primera ciudad donde se instalaron, ya con el nuevo automatismo ideado en 1914 por Alfred Benesch, fue Cleveland (Ohio).
Sin embargo, el primer semáforo, que levantaba alternativamente una lámpara de gas con fanal rojo y otra con fanal verde, estuvo instalado ante la Cámara de los Comunes de Londres, y apenas duró unos meses ya que una de sus lámparas estalló, matando al agente que lo tenía a su cargo.



lunes, 27 de diciembre de 2010

NACE UNA CANCIÓN

Desde luego Danny Kaye no es Gary Cooper y si a esto unimos que Virginia Mayo (aunque está muy guapa y canta bien), no da el tipo como Bárbara Stanwick, pues eso, que esta revisión en tono de comedia musical de "Bola de fuego", la peli dirigida también por Howard Hawks, deja bastante que desear, sobre todo si comparamos ambas.
Haws era un tipo con fama de no dejarse doblegar fácilmente y capaz de renunciar a cualquier proyecto cuando le imponían condiciones que no le gustaban, sin embargo aquí parece que la sustanciosa suma que Samuel Goldwyn puso sobre la mesa, le quitó los escrúpulos que pudiera albergar.
Y es que en el film, se limita a "fusilar" punto por punto el guión de "Bola de fuego", en ocasiones hasta el sonrojo, calcando planos y escenas enteras. Pero a pesar de ello, ya digo que no alcanza ni de lejos al original.
A pesar de ello, Hawks, fiel a su fama de no transigir en ciertas cosas, no tragó con la presumible imposición del productor de que todos los músicos fueran blancos. Menos mal, porque una peli básicamente musical y con el jazz como eje de la historia, un estilo considerado de los negros y donde los blancos eran los intrusos, hubiera sido llevar las cosas al extremo del absurdo.


Y es que, otra cosa bien distinta a lo dicho, es la parte puramente musical. Desde luego, para los amantentes del jazz, es una joya, porque no es fácil encontrar reunidos a auténticos mitos: Benny Goodman, Tommy Dorsey, Louis Armstrong, Lionel Hampton, Charlie Barnet, The Golden Gate Quartet... Que, por lo que se ve en la peli, se lo debieron pasar de maravilla tocando y cantando juntos.
Así que, una curiosidad musical, pero como película, bastante mediocre.




domingo, 26 de diciembre de 2010

PEQUEÑAS COSAS

Quizá, en medio de tantos fastos y oropeles, por fin seamos conscientes de lo que de verdad importa, de la palabra de amor, del gesto cómplice, de la mano a la que agarrarnos cuando estamos inseguros...
¿Para qué nos sirve esto?
Para quien lo mire con los ojos del materialismo, no sirve para nada, esas cosas no valen dinero contante y sonante y, sin embargo, no se pueden pagar, no tienen precio, porque quien las da, lo hace sin esperar nada a cambio, aunque tendrá la más alta recompensa, esa que tampoco tiene precio.
Al final, lo que de verdad vale, lo que nos sostiene son esas pequeñas cosas...



sábado, 25 de diciembre de 2010

EL VALS DEL EMPERADOR

Casi mejor pasar de puntillas por esta peli, muy floja, de esas que con una vez que la veas, te sobra la mitad.
Rodada a la mayor gloria de Bing Crosby, que canta bien y actua fatal y con una Joan Fontaine distante y como desganada.
En algunos pasajes es cutre, con estereotipos de esos que si hablan de España te plantan a unos gitanos montando un sarao por las buenas y a la gente por las calles vestida de toreros y sevillanas. Como estamos en el Tirol, pues te largan un "laralailooooo" y unas cuantas escenas bucólicas metidas con calzador, cada dos por tres.
Buena fotografía de George Barnes, que con esos exteriores maravillosos (rodados en Canadá, creo), lo tenía en bandeja, claro que hay que saber hacerlo. Curioso el colorín de la peli, con tonos pastel y sobresaturados buscados a propósito, con los que pone su contribución al almibar que rezuma todo el film.
No obstante, hay algunos buenos planos, a mí me encantó el de la sala donde la gente espera a ser recibida por el emperador pero, como digo, no seré yo quien recomiende esta obra.
Casi lo mejor es la historia de los perros que, por otro lado, está cantada desde el comienzo. Con eso queda casi todo dicho.


En fin, una muestra palpable de que los grandes también saben hacer pelis mediocres.
Quizá Wilder se refugió de este modo de la caza de brujas, en cuyo caso, yo le entiendo perfectamente. Admiro a los héroes que se enfrentaron a aquella situación, pero como yo no tengo madera de tal, comprendo a los que capearon el temporal como pudieron.




viernes, 24 de diciembre de 2010

FELIZ NAVIDAD

Un abrazo cargado de amistad y gratitud para todos, con mis mejores deseos y la esperanza de que sigamos compartiendo este lugar de encuentro.




¡¡¡F E L I Z
N A V I D A D!!!



jueves, 23 de diciembre de 2010

BERLÍN OCCIDENTE

No estamos ante una gran película, ni mucho menos y, sin embargo, como pasa tantas veces con los filmes de los grandes autores, siempre hay algo que las hace diferentes, que nos muestra, cuando las vemos, que detrás hay una mano maestra que convierte cualquiera de estos productos, casi del montón, en una obra que se sale del común.
Aquí son dos o tres cosas las que le confieren ese sello de distinción que la diferencia del resto y que nos haría reconocer, aún cuando no supiéramos quién ha sido el autor, que hemos asistido a un espectáculo que no es cualquier cosa, aunque sólo fuera por ver a Marlene Dietrich en todo su esplendor, cantando con esa voz suya desgarrada y tan característica, nada menos que en Berlín.
Como dijo el propio Wilder, Berlín es Marlene Dietrich y él tenía más elementos de juicio que yo para tal afirmación.


La historia tiene su atractivo: Comisión del Congreso Norteamericano que visita el Berlín de los primeros momentos de la postguerra (de la II G.M.), para comprobar cómo se comportan las tropas americanas.
En ese ambiente, se nos cuenta lo que ocurre alrededor de un triángulo amoroso, en clave de melodrama, con antiguo jefazo nazi de por medio.


A mí, la historia no me acabó de enganchar, no acaba de atraparte en ningún momento. El enamoramiento entre el protagonista (John Lund) y la congresista (Jean Arthur), no transmite. Y la tragedia que se cierne alrededor de la vida de la cabaretera, interpretada por la Dietrich, tampoco.


Pero, a pesar de todo, los diálogos son por momentos, más que brillantes, cargados de un humor acido fruto de una pluma (tres en este caso: Charles Brackett, Billy Wilder y Richard L. Breen), especialmente afilada para críticar la manera de entender la ayuda de los norteamericanos y el nazismo y muy sutil para retratar el penoso estado en el que ha quedado la población civil, que se ve impelida a lo que sea para sobrevivir.


Lo mejor, las actuaciones de Jean Arthur y Marlene Dietrich y, sobre todo, las imágenes, puro documento histórico, del Berlín destruído por las bombas, con las aceras atestadas de escombros, los edificios reducidos a cuatro paredes inestables y llenas de agujeros por todas partes.
El paseo que, montados en el jeep de los congresistas, nos da Wilder por la Wilhem Strasse, el Tiergarten, las ruinas del Reichstag, la puerta de Brandenburgo y el resto de las ruinas de ese Berlín que ha capitulado, son todo un documento gráfico que le sirve a Wilder para, acompañado de sus pinceladas de humor, mostrarnos el estado también de ruina en el que han quedado las gentes: Personas con muletas, mujeres que se venden por una chocolatina, el mercado negro, el muchacho que sigue dibujando esvásticas por todos lados...
Un magnífico retrato de la perversidad de las guerras.




miércoles, 22 de diciembre de 2010

UN CALCETÍN VACÍO

Ayer comentaba una peli, "La mujer del obispo", uno de los pasajes más emotivos del film, está al final, cuando el obispo Brougham (David Niven) se dirige a sus feligreses en Navidad. Toda una una invitación a la reflexión:

Hoy voy a contarles la historia de un calcetín vacío...
Una noche llena de estrellas se oyó el llanto de un niño. Una estrella colgaba sobre un establo y los Reyes Magos llegaron con regalos de cumpleaños.
No hemos olvidado esa noche a través de los siglos.
La celebramos con estrellas sobre los arboles de navidad, con sonidos de campanas y con regalos. Especialmente con regalos.
No olvidamos a nadie, adulto o niño. Todos los calcetines están llenos. Todos excepto uno. E incluso hemos olvidado colgarlo. Un calcetín para el niño nacido en un establo. Es su cumpleaños el que estamos celebrando. No lo olvidemos.
Preguntémonos qué desearía Él más que nada. Y luego que cada cual haga su contribución.
Bondad, corazones cálidos y la mano extendida de la tolerancia. Todos los dones relucientes que traen la paz a la Tierra.




martes, 21 de diciembre de 2010

LA MUJER DEL OBISPO

He leído en algún lugar que esta peli es un remedo de "¡Qué bello es vivir!" No lo sé, pero no creo que sea así, la peli de Capra es de un año antes y supongo que, sencillamente, se trata de que cada año, alguna productora saca una peli para Navidad, con historias que tengan que ver más o menos directamente con ese asunto o con temas familiares, hogareños, etc.
De cualquier modo, aunque en las dos hay un ángel de por medio, no logra conectar con el espectador del mismo modo, ni de lejos y desde luego, no sería porque no buscaron nombres con tirón.
A pesar de que la peli se ve con agrado, de que las interpretaciones son más que correctas, de que el ritmo es bueno y de que el director, Henry Koster, nos ofrece algunos planos que no tienen que envidiar a nadie, no acaba de llegarnos nunca esta comedia, con algo de melodrama, típica de estas fechas navideñas.



Demasiado edulcorante, diría yo, con toquecitos que le dan un aire "Disney", y eso que tiene su toquecillo morboso en la historia entre el ángel (Cary Grant), la señora del obispo (Loretta Young) y los consiguientes celos de este (David Niven), son sin duda los momentos más conseguidos del film, en los que las insinuaciones y las situaciones de doble sentido, dan pie a la sonrisa. Claro que todo queda solucionado al final con declaraciones de castidad y pureza, como debe ser en este tipo de films.



Interesante la lección sobre la doble moral y el egoísmo de las capas pudientes de la sociedad, aunque con exceso de moralina.
Peli demasiado previsible, en la que lo mejor es el trío protagonista.
Suponía, cuando la estuve viendo, que la militancia católica se frotaría las manos ante los problemas del obispo para conciliar su vida familiar con sus obligaciones de pastor, parece un canto a la conveniencia del celibato.
Desde luego en España, nadie pudo decir nada al verla, porque no se estrenó, me imagino que ver a la señora de un obispo, aunque sea de otra confesión, poniéndole caritas a un ángel, debia ser todo un escándalo en aquel 1947.



lunes, 20 de diciembre de 2010

LA TIERRA SE SECA

A estas alturas, negar que el clima cambia, es negar la evidencia, otra cosa son las teorías sobre la causa de este cambio, ya sabéis, que si la intervención del hombre, que si el natural movimiento pendular entre épocas de calor y glaciaciones... En eso yo no entro, doctores tiene la ciencia.
Lo que sí está claro es que lo que no se había desarrollado hasta hace pocos años, es el negocio alrededor del cambio climático, porque negar ese negocio, es también negar la evidencia.
Y es que lo nuevo es eso, el negocio, lo otro, las advertencias, vienen de antigüo, a las pruebas me remito con este artículo aparecido en el número 535 de la revista "Madrid Científico", nada menos que en 1906. Todo un siglo nos contempla.


LA TIERRA SE SECA

Es esta una noticia algo más grave que la de la subida más fuerte que el termómetro haya podido presentar en los pasados días. Hay muchas gentes, que medio ahogándose o empapados en sudor, preguntan con gran interés por la altura de la columna termométrica, queriendo darse cuenta de la razón de sus sudores o de su sofocación. Sin embargo, hay todavía algo que debiera preocupar más a los terrícolas. Los recrudecimientos térmicos son más soportables que la calamidad de que se señalan los preliminares. ¡Se seca la Tierra!

Suponemos que este desecamiento ha de ser suficientemente pausado para que no suframos nosostros las consecuencias en toda su terrible fuerza; pero pensando en nuestros biznietos alguna inquietud es natural que tengamos ya desde ahora. ¡Y quién sabe! ¿Quién sabe si nosotros no vamos a sentir más pronto de lo que pensamos los efectos del agotamiento hidrológico? Ello es que no vemos muy explicable el fenómeno, pero numerosos testimonios lo certifican. La cantidad de lluvia caída sobre la superficie terrestre, es de año en año menor. La corona de nieve que cubre muchas crestas montañosas parece también en decrecimiento: el hecho se ha comprobado en Suiza muy especialmente, porque sus ventisqueros son objeto de constante observación y estima, ya como elementos decorativos del paisaje, ya como generadores de ríos y de saltos de agua aprovechables en producción de energía eléctrica.

Lo que en Suiza se observa, puede igualmente observarse en otros países. África se nos ofrece en vías de desolación cada vez mayor, porque hay ríos de los que ya no puede decirse que corren, dado lo perezoso de su marcha. Y lago tan importante como es el Tsad, donde franceses y alemanes se miran aún más o menos recelosos, va dejando poco a poco de merecer el nombre de lago. Parece que cuanto más se habla en el mundo de regeneración hidráulica, tanto más se empeña el agua en esconderse y hacerse desear. Pero el último dato, el que más impresión ha causado, es el que una reciente expedición a las latitudes antárticas ha traído respecto a los glaciares que rodean el Polo Sur. La gran barrera de hielo contra la cual se estrellaron los arrestos de James Ross, asegúrase que se ha retirado a una distancia acaso de 50 kilómetros. Otro tanto ocurre en la Tierra Victoria. Y más o menos, lo mismo que del casquete antártico se puede afirmar con respecto al ártico.

Será, sin duda, intempestivo el preocuparnos con exceso de este peligro que se cierne sobre todos los seres que viven parásitos sobre el planeta Tierra. Nosotros no quisiéramos difundir el pavor entre nuestros queridos lectores, pero no podemos guardar silencio sobre estas cosas que ocurren, y que acaso merezcan ser objeto de alguna bien encaminada investigación. En efecto, hoy no es difícil reunir datos referentes a los fenómenos de que ligeramente hemos aquí tratado, pero al querer formar idea del conjunto, al buscar algún atisbo de teoría que explique, justifique o disculpe esas difíciles novedades, los ánimos se achican y el interrogante queda abierto sin saberse cuándo se podrá tener respuesta aceptable.



domingo, 19 de diciembre de 2010

DIAS SIN HUELLA

El tema del alcoholismo en particular y de otras adicciones enfermizas, en general, no es novedoso en el cine, ha sido tratado de las más diversas maneras y con variada fortuna.
Ahora que acaba de fallecer Blake Edwards, es pertinente recordar uno de los films señeros sobre el asunto, "Días de vino y rosas", allí Jack Lemmon y Lee Remick, nos ofecen unas interpretaciones inolvidables.
Aunque mucho menos reconocida y prácticamente olvidada, esta "Días sin huella", no creo que esté muy por debajo de la peli de Edwards, pero dejemos las comparaciones, ya sabéis lo que se dice.
Considerada generalmente como una obra menor de Wilder, sin embargo el film tiene una gran altura, consiguiendo sacar de una historia que no da más de sí, una película que causa impacto cuando se la ve, de esas que es imposible que te deje indiferente.
Sobriedad (quizá no se la palabra más adecuada para el asunto que trata), eficacia, buen hacer, sin estridencias ni golpes de efecto, sin buscar recursos fáciles, símplemente contándonos una historia de esas que, por desgracia, de cerca o de lejos, todos conocemos, porque conocemos a alguien que está o ha estado inmerso en esa espiral de desgracia.


Básicamente nos relata la vida de un hombre educado, bien parecido, de buena formación, pero sin oficio ni beneficio, que vive gracias al apoyo económico de su hermano y que es un alcohólico. Conoce por casualidad a una muchacha de la que se hace novio y que está dispuesta a cualquier sacrificio con tal de ayudarle.
Como digo, una historia que conocemos, sabemos de gente, de familias enteras que se han ido al garete por culpa de una situación similar, en la que, al final, el adicto muere o es dejado a su suerte porque ya no pueden más, no saben qué hacer o, en el peor de los casos, toda la familia se ve en situaciones harto desagradables por culpa de las deudas.


Wilder consigue hacernos vivir esas situaciones angustiosas, logra que sintamos por el protagonista una mezcla de pena y desprecio, lo mismo que deben sentir sus allegados, que tratan de ayudarle, pero para él sólo existe un objetivo, un único amor: La botella. Ese será precisamente el título de su novela, de la que nunca escribe siquiera una línea, pero que ya sabe cómo se va a llamar.
Asistimos con esa mezcla antes mencionada, a la degradación del individuo, a la pérdida de toda autoestima, es capaz de rebajarse ante cualquiera por conseguir unos dólares que le proporcionen más alcohol.


Película dura, con un final blando, o quizá esperanzador, a gusto del consumidor.
Magnífica la interpretación de Ray Milland, que hace un papel de esos que te deben llenar completamente y que se vio recompensado por el Óscar de la Academia. El resto muy bien, incluídos los secundarios, sobre todo el camarero del bar al que acude Milland, y una jovencísima Jane Wyman (la Ángela Channing de la tele). Unos diálogos por momentos brillantes, consiguen redondear un buena peli, con algunos planos muy buenos.


viernes, 17 de diciembre de 2010

TESORO BAJO TIERRA

Hace un par de meses, apareció en los noticieros (que dirían en Hispanoamérica), una noticia que copio de Wicked Magazine, tal cual se publicó (sólo he corregido una pequeña errata:

LONDRES, 11 octubre 2010 (UPI).- Eric Robinson era un pobre agricultor de 56 años de Cumbria que no conseguía que sus tierras rindieran. Tal era su desesperación que, por una cantidad módica, dejaba que estudiantes y cazatesoros anduvieran buscando cosas en sus propiedades, que se encuentran relativamente cerca del muro de Adriano.
Un buen día, uno de ellos desenterró un magnífico ejemplar de casco. Al parecer se trataría de un casco “de gala” usado por un jinete de la caballería romana.
Robinson llevó el casco a varios especialistas, que le dijeron que la pieza en cuestión podría tener unos 2.000 años de antigüedad y que, si lo llevaba a una casa de subastas, podría conseguir unas 20.000 Libras (unos 22.000 Euros) por él.
Ese dinero podría sacarle de más de un apuro, así que llevó el casco a la famosa casa de subastas Christie’s .
Sin embargo, algo pasó durante la puja. El precio del casco comenzó a subir y a subir, y en tres minutos había gente dispuesta a pagar hasta 2.300.000 libras (algo más de 2.600.000 euros). Finalmente la pieza ha ido a parar a un coleccionista anónimo para decepción de varias instituciones, incluída la Tullie House, un museo de la comarca donde fue encontrada.
El señor Robinson, que acudió a la subasta con su hija no podía dar crédito. Declaró que sintió cómo las piernas se le volvían gelatina y que no podía dejar de pensar que ese tesoro llevaba ahí debajo, en sus tierras, tanto tiempo.


Quiero asegurarme mi pensión de jubilación, si llego a ella, no me fío de los bancos (cualquiera) y sus planes de pensiones y mucho menos de los gobermangantes que nos han caído en desgracia, así que ya he comprado pico y pala y estoy dispuesto a perforar el jardín hasta llegar a Australia, me parece la opción más viable.

jueves, 16 de diciembre de 2010

PERDICIÓN

Cine negro con mayúsculas.
Mira que emplea uno los mismos adjetivos una vez y otra, pero es que las palabras son las que son y en ocasiones como esta no se debe tener recato en emplearlas aún a riesgo de caer en los tópicos.
Porque la peli es arquetípica, con las constantes del género, asesinato incluído. La diferencia está en el tratamiento que le da a la historia, en los logros visuales y en algunas de las perlas del diálogo. Todo esto unido a las maravillosas interpretaciones es lo que ha convertido a esta peli en un clásico, por más que en Hollywood se mostraran pacatos aquel año con las recompensas: Oscars recibidos, cero, a pesar de las siete nominaciones, entre ellas las más golosas. Pero claro, era mucho pedir que un relato tan explícito, tan explosivo en algunos pasajes y con la carga de sexualidad y transgresiones de la norma de las que está salpicado, no levantase los recelos de la Academia.


La fotografía de John F. Seitz, es otro de los apartados del film que ha pasado también a la historia. Los entendidos se quedan maravillados por la riqueza de cromatismos, algo que tiene mucho más mérito cuando estamos hablando de cine en blanco en negro, pero los que amamos esa época del cine y esa maravilla de películas de antes del color, sabemos perfectamente lo que quieren decir y la diferencia que hay entre buena y menos buena fotografía, por mucho que sea en blanco y negro.


El guión está basado en una obra de James M. Cain, el de "El cartero siempre llama dos veces" y fue confeccionado por el propio Wilder y Raymond Chandler. No sé qué intervención tendría cada uno, pero si el primero es brillante a la hora de escribir guiones, aquí se nota la mano de Chandler y mucho.


Los actores parecen tocados por una varita mágica, qué interpretaciones, sublimes todos ellos.
Fred MacMurray, impresionante; Barbara Stanwyck, seductora, toda una lección de cómo interpretar a una femme fatale. Pero yo me rindo ante Edward G. Robinson, es pura debilidad, lo confieso. Lo siento por él, pero doy gracias a que su físico fuera poco agraciado, de lo contrario nos hubiéramos perdido a unos de los 3 ó 4 actores de reparto mejores de la historia. Con esas poses tan suyas, los pulgares en el chaleco, su puro... Palabras mayores.


Wilder da otra lección de dirección, con escenas que, desde el comienzo, resultan inolvidables.
Ese gusto por el detalle: La pulsera en el tobillo de la Stanwyck, puro fetichismo, pero con elegancia; las cerillas que durante toda la peli enciende MacMurray de esa manera tan particular; los magnetófonos...


Y de manera más general, los encuentros en el supermercado entre ambos cómplices, se convierten en momentos sublimes, con ese toque de suspense, por el peligro de ser descubiertos, que nos pone en tensión.
Un film, por otro lado cargado de erotismo, sin una sóla escena de cama, en el que hasta los besos nos parecen castos y, sin embargo, se respira alto voltaje en los encuentros iniciales de la pareja protagonista.
No sé si sería buscado o no, pero durante la peli se nos va inoculando la idea de que él es un instrumento y ella es la verdadera mala del juego, cuando ambos resultan ser un par de seres sin escrúpulos, bien que en el caso del prota sea por el deseo enfermizo que le produce la chica.


Un acierto de Wilder prescindir del final moralizante que tenía preparado (inlcuso rodada alguna escena) y dejarlo tal como lo dejó, con esa especie de declaración de amor de Fred MacMurray a Edward G. Robinson: "Yo también te quiero"
Una gran peli, entre los referentes del género.



miércoles, 15 de diciembre de 2010

BURRO A BORDO

Durante mucho tiempo han circulado chascarrillos sobre las "relaciones" entre los gitanos y la Guardia Civil.
Algunas veces las historias eran ciertas, pero sobre todo lo que se contaban eran chistes y anécdotas inventadas o, cuando menos, con añadidos u omisiones que cambiaban a gusto del narrador el sentido del hecho real.
Hay una anécdota, real, contada por uno de los protagonistas de la situación que por sí sola serviría para acabar con el mito de esta enemistad irreductible:

En un servicio en la carretera de Campaspero dimos el alto a un gitano que llevaba una yegua en el camión. Cuando le pedimos la documentación del animal nos presenta la documentación de un burro que iba con la yegua también en el camión. Nosotros le dijimos que nos tenía que presentar la documentación de la yegua y no la del burro, y él nos contestó: "Miren ustedes, es que al que llevo a casa es al burro, la yegua va de acompañante para que no esté solo". Nos echamos a reír, preguntamos si había alguna denuncia de robo de animales y le dejamos marchar.