miércoles, 2 de junio de 2010

MUERTE EN EL NILO

Comienzo con alguna cosa que se me puede olvidar más tarde, aunque a alguien le resulten comentarios menores. Toda una lección de como manejar el zoom, del que tanto se ha abusado en algunos periodos de la historia audiovisual, con mesura y logrando el efecto que se pretende, sin más.
Una banda sonora bastante aceptable, debida al gran maestro Nino Rota. La fotografía espléndida de Jack Cardiff, que sabe manejar estupendamente la iluminación natural, pero también darle los oportunos tonos (lila, azul...), que subrayan las escenas, pero que, a la vez, la convierten en una especie de documental turístico. La ambientación, muy lograda, con el toque de glamour oportuno al que contribuye, sin duda, el vestuario por el que se le daría el único Oscar que tiene el film. Una más que digna dirección de actores, nunca fácil en películas como esta, donde hay tantos nombres de peso.
La película es larga (casi 140 minutos) y, con esto, entramos en el tan debatido tema, cuando de adaptaciones literarias se trata, de si recortar lo que se dice en el libro, o respetarlo. En este caso, yo creo que la elección ha sido acertada, se cuenta prácticamente todo lo que sucede en la novela de Agatha Christie, eso hace que en algún momento pueda uno empezar a removerse un poco en la butaca (en el sofá, en mi caso) y no precisamente por la emoción, ya me entendéis.
Pero cuando acaba la peli, uno agradece que se le haya presentado todo, con todos los matices, los juegos de palabras y las truculencias propias de este tipo de filmes de intriga, en los que se juega con el espectador a base de decir, no decir, dejar suponer, dar falsas pistas, etc., a fin de mantener el interés por el desenlace. Por cierto que este (el desenlace), se presenta al más típico estilo del género y de las novelas de Poirot en particular, con los sospechosos reunidos en una habitación y el detective explicando pormenorizadamente, no sólo quién, cómo y por qué ha cometido el crimen, sino lo que hicieron o dejaron de hacer los demás, a base de los típicos flashbacks dramatizados por los protagonistas de la descripción oral que va haciendo el detective.

Albert Finney, que había encarnado a Poirot en Asesinato en el Orient Express, de Lumet, tan sólo 4 años antes, fue llamado para dar vida al detective belga en esta nueva adaptación de una obra de Agatha Christie, pero parece ser que se negó por su fobia al calor, claro se iban a Egipto nada menos. Y ahí apareció la figura de Peter Ustinov, que bordó el personaje, qué gran interpretación hace del, para mí, mejor Poirot de la historia del cine, a la cabeza de un reparto de lujo, tan del gusto de los años 70: David Niven (que se interpreta a sí mismo, haciendo de elegante dandy), Bette Davis, Maggie Smith, Jane Birkin, Jack Warden, George Kennedy, Jon Finch, Olivia Hussey y Ángela Lansbury, entre otros.
Quiero mencionar los hirientes, a veces hilarantes y siempre ingeniosos diálogos entre Bette Davis y Maggie Smith (señora y dama de compañía, respectivamente) y la escena del baile, antes y durante el baile del tango, en el hotel, antes de comenzar el crucero, es magnífica, llena de humor y una ingeniosa forma de presentarnos a casi todos los protagonistas de la intriga. Sólo por dejar al realizador explayarse en escenas como esa, que son una delicia y por dejarle fotografiar a su antojo (o al de su director de fotografía) todo lo que se le ofrecía en tan incomparable marco, vale la pena que la peli dure lo que dura.
Correcta película, bien llevada la intriga, aunque con alguno de los lastres propios del género, entretenida y, a ratos, hasta ingeniosa. Peter Ustinov, genial.



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