viernes, 9 de julio de 2010

39 ESCALONES

No queremos decir lo mismo cuando decimos de algo que es antiguo o que es viejo.
Igualmente no podemos mirar con los ojos de hoy el arado de vertedera, la locomotora de vapor o el avión con motores de hélices. Al lado de un buen tractor con su arado, de una locomotora eléctrica o de un avión reactor, está claro que no hay color y no por eso despreciamos aquellos, fueron avances increíbles y sin haber pasado por ellos, difícilmente estaríamos donde hoy estamos.
Los 39 escalones de Hitchcock, es una peli antigua (1935), esto es casi el paso de la prehistoria a la edad antigua del cine, así que para aquellos que se ríen de ese cine, que les parece caduco, que no disfrutan con él, pues eso, que películas de estas han sido el paso obligado para estar donde estamos.
Y ya centrados en Hitchcock, para quienes consideran que siempre trata los mismos asuntos del falso culpable, de los espías, de la mujer guapa, rubia e independiente, mi opinión es que muchas de las películas que ahora vemos sobre temas parecidos, que nos envuelven con su ritmo trepidante, que nos pegan a la butaca esperando a ver el desenlace, vienen de estas otras que, en su momento conseguían eso mismo con el público de la época, sólo que entonces eran totalmente originales, aunque ahora, alguno se mofe de su primitivismo.


En algún lugar he leído que este fue el primer gran éxito de Hitchcock y es que, como antes apuntaba, aquí ya se reconoce plenamente al autor británico, la peli tiene suficientes elementos para que el espectador iniciado, aún desconociendo quién la dirigió, tenga un alto grado de posibilidades de adivinarlo. Muchos de los tics de Hitchcock están presentes aquí, desde las pistas que va dando al principio y que iremos encajando a lo largo de la película, hasta le resolución final, relativamente rápida, como si le entraran las prisas por acabar.


Y en el medio de todo esto un montón de cosas sobre las que se podría estar debatiendo horas y horas. Su peculiar humor, con la estupenda escena del tren en la que el viajante va sancando el muestrario de ropa femenina y cantando las alabanzas de dichos productos.
La parodia del matrimonio, en la que ambos protagonistas están sujetos por esposas.
La mofa de los políticos en la escena del mitín, en la que el protagonista, que no tiene ni idea de qué va aquello, se ve empujado a soltar un discurso a los congregados y sin decirles nada logra arrancar sus aplausos. La demagogia carucaturizada.


En definitiva, una película en la que con un argumento bastante simple, logra mantener la tensión, intercalando buenas dosis de comedia y demostrando ya un avanzado dominio de la técnica, con el empleo de algunos trucos procedentes aún del cine mudo (la cámara rápida en las persecuciones), pero también con cosas que ya serán imperecederas.
Bastante buena la fotografía que nos muestra algunos paisajes de Escocia, tan agradecidos para mostrar planos la mar de evocadores.




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