domingo, 8 de mayo de 2011

UN FINAL MADE IN HOLLYWOOD

Algunas de la pelis de Woody Allen parecen hechas por un genio, otras por un geniecillo, esta creo que es de las segundas.
Yo no sé si es que pasó el momento de sus grandes films o es que él, a cambio de filmar uno nuevo cada año, ha bajado el pistón de manera consciente y se exige menos a sí mismo, no lo sé.
El caso es que lo peor que podemos hacer es comparar sus películas entre sí, porque en ese caso, muchas de ellas, sobre todo de su última época, no aguantan la confrontación, más si lo hacemos con cualquiera de las comedias estrenadas esa misma temporada, se situan entre las primeras, cuando no directamente a la cabeza.
El caso es que sin hacer verdaderas obras de arte, ni mucho menos, logra mantener un nivel dentro de la comedia ligera que le hace seguir estando ahí, en la cresta de la hola o en sus aledaños.




Es cierto que se repite, que le da vueltas a los temas que le interesan y que domina, a lo que ya son sus propios temas y que hace que reconozcamos sus películas sin necesidad de que nadie nos diga quién escribió el guión y realizó el proyecto.
Pero, como decía alguien, también Chaplin repetía siempre los mismos gestos y siempre hacía reír.




Allen, cuando la peli se estrenó en Cannes, se hartó de decir que no era una crítica contra el cine hollywoodiense, no hay por qué dejar de creerle, si él lo dice, él sabrá y, lo cierto es que bajo la apariencia de esa crítica que muchos ven, si nos fijamos detalladamente, tampoco es para tanto, yo diría que se muestra bastante condescendiente, tal vez porque él mismo, en sus últimos films ha dejado un tanto de lado el tono ácido y se muestra más por la labor de agradar a un público mayoritario y de jugar sobre seguro, al fin y al cabo, le da la razón a la industria que no está por asumir riesgos.




Él, más bien, lo que hace es reírse de todas esas cosas, empezando por reírse de sí mismo (podíamos hacer la película en blanco y negro, dice en uno de los pasajes), contrata a un director de fotografía extranjero porque confía más en ellos que en los nacionales y hasta se burla con simpatía de nosotros, lo europeos, entre los que siempre ha encontrado mejor acomodo que en su propio país, pero repito que todo sin acritud, en un tono bastante comedido y comercial.




Una comedia divertida, de tono muy, muy ligero y con un argumento que sigue de pe a pa el manual de las comedias de enredo clásicas.
Para pasar un rato entretenido y reirse de vez en cuando, pero también para pensar y eso es de agradecer, porque al final de todo y entre tanta apariencia de que se está hablando de cine dentro del cine, hay un mensaje a través de la ceguera circunstancial del director: Confórmate con lo que tienes y disfruta de ello, porque si te quedas ciego, puede ser peor y si después tienes la suerte de recuperar la vista, te darás cuenta de lo maravillosa que es tu ciudad, apreciarás con delectación los colores de las cosas y descubrirás que tu exmujer está muy guapa.




2 comentarios:

  1. Yo creo, Trecce, que en Allen el cine es algo terapéutico, rueda para no caer en otras cosas peores. Por eso sus películas últimas son desiguales, pero es que nos tenía acostumbrados a estádares muy elevados, imposibles de mantener en una peli por año. Como todo artista tiene obsesiones recurrentes irresolubles que escenifica estéticamente una y otra vez. Nos hace pensar y muchas veces reir.
    Saludos blogueros

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  2. Atinado argumento, José Antonio.
    Un saludo.

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