sábado, 23 de julio de 2011

DAS BOOT (EL SUBMARINO)

Más de tres horas de película cuya acción transcurre de manera casi íntegra a bordo de un submarino.
Si se conocen estas premisas, uno pensará con toda la razón del mundo que hay que armarse de santa paciencia para soportar una peli que se va a hacer interminable.
Y sin embargo, nada de eso. No voy a decir que el tiempo se pasa en un suspiro, porque no es cierto, precísamente eso es parte del guión, la vida a bordo, a veces, es lenta, pero con los antecedentes citados, al menos en mi caso, la peli no se hace larga y conseguir esto con tales mimbres, es un éxito, lo normal hubiera sido que se le fuera la mano al director y que acabáramos de submarino hasta el gorro.
Así que a quien le guste el género bélico y también a los amantes de las historias marineras, me permito animarles a que se sumerjan con la tripulación del U-96, van a vivir un viaje magnificamente narrado y van a conocer de primera mano cómo es la vida bajo el agua a bordo de uno de estos ingenios que tanta importancia han cobrado en los conflictos navales modernos.


Acompañada de una buena banda sonora y con unas actuaciones más que correctas, sobresaliendo la del capitán, interpretado por Jürgen Prochnow, la peli tiene una cuidada ambientación y un buen trabajo en la fotografía de interiores. Sin embargo, las escenas de exterior, bajan bastante de nivel y no acompañan en absoluto al conjunto, es como si fueran de otra película.


El film se basa en un libro del mismo título que fue todo un best seller, escrito por Lothar-Gunther Buchheim, cuyo alter ego tiene un papel principal en la película, como enviado de la armada para efectuar un reportaje sobre el submarino.
En realidad, en 1941, a Buchheim le asignaron una misión como corresponsal de guerra durante una patrulla de combate a bordo del submarino U-96, comandado por Heinrich Lehmann-Willenbrock. El propósito de la misión de Buchheim, que comenzó en octubre de ese año, fue hacer un registro fotográfico de la vida en un submarino durante un viaje de patrulla en el Atlántico. Con la ayuda de su cámara, Buchheim tomó más de 5 mil fotografías que sobrevivieron la guerra. Escribió una corta historia titulada Die Eichenlaubfahrt (La Patrulla de Hojas de Roble).


La película tiene algunas cosas que flojean y que hacen que se aleje de la sensación que nos queda cuando presenciamos una obra maestra.
Ya he comentado lo que bajan los planos de exterior en comparación a los interiores, puede parecer algo menor cuando el 90 por ciento del film está hecho dentro del submarino, pero es que hay dos escenas que son claves, la del principio y la del final, que están rodadas fuera del barco y, a mi parecer no están a la altura del resto.


El film, como otros, sobre todo posteriores, hechos en Alemania, es una especie de autolavado de culpas (como hacen los franceses con las pelis de maquis) y trata de separar al ejército, a los soldados, de lo que fue el partido nazi. Y en la escena inicial, que está bien en la parte que muestra lo que hace una tripulación de submarino el día antes de embarcarse, es decir, divertirse (en este caso en un prostíbulo que ofrece actuaciones musicales), emborracharse y estar con mujeres, algo entendible entre gente muy joven y que no sabe si va a volver a pisar tierra alguna vez, pero tiene un largo exordio antinazi que queda bastante forzado, es como si en la justificación llevaran el pecado, porque no se lo creen ni ellos.


La escena del final, bien traída en cuanto demuestra lo injusto e inútil de algunas acciones militares (como la vida misma, vamos), un reflejo de lo que tantas veces ocurre en la realidad, de gente que después haber salvado las situaciones más peligrosas, caen de la manera más tonta y cuando ya se creían a salvo. Sin embargo es totalmente previsible, por un lado y un tanto irreal por otro, vamos que también, aunque por otros motivos que la del inicio, se ve un tanto forzada.


Por lo demás, donde el film alcanza todo su valor, la verdadera categoría de gran película es en la vida a bordo.
Nunca antes (y no sé si después), se había visto la descripción tan detallada y tan bien hecha de lo que supone meter 50 hombres en un submarino para abordar una larga misión.
En primer lugar, está hecho con todo el detalle y se nota que Wolfgang Petersen (que también es el autor del guión), se documentó de forma concienzuda, incluso entrevistándose con gente que había servido a bordo de los submarinos alemanes. Todo está descrito y representado al detalle, la incomodidad, las estrecheces y falta de espacio, las peculiaridades de la convivencia sin intimidad...
Y en las escenas de combate, muy bien lograda la sensación de peligro, las tensiones, el miedo, incluso la cobardia.
Y ese algo tan importante en un barco en general y en un submarino en particular que es la comunión entre la tripulación y la embarcación, porque de la simbiosis de ambas partes depende la vida de quienes van a bordo y esa sensación de equipo y de tratar al barco como el nexo que les une a la vida, la logra transmitir de manera genial.


Veremos unos maravillosos travellings a lo largo del submarino que parecen increíbles por la estrechez del espacio; un sabio empleo de los silencios, tan importantes en un sumergible como las órdenes de viva voz cuando hay que tratar de pasar desapercibidos al sonar del enemigo y sentiremos el agobio del encierro, pero también el retrato de una camaradería y una convivencia que se hacen indispensables para sobrevivir en condiciones tan duras.
Es, para muchos aficionados, la mejor película de submarinos jamás rodada.

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