martes, 31 de enero de 2012

LUCHANA

Se conocen como Batalla de Luchana los combates que durante la Primera Guerra Carlista tuvieron lugar durante los días 1 al 25 de diciembre de 1836 con los que el ejército isabelino, al mando de Baldomero Espartero, partiendo desde su base en Portugalete, consiguió arrollar a las fuerzas carlistas que asediaban Bilbao desde el 25 de octubre.
Por debajo de la acción bélica, se narra otro asedio, el que Aurora Negretti soporta del tozudo bilbaíno Zoilo Arratia.
La bravura de los liberales bilbainos, sin apenas medios y sometidos a una angustiosa falta de suministros, es retratada de manera magistral por Galdós. Todo el mundo se afana por defender la capital vizcaina y evitar que caiga en manos de las tropas de D. Carlos, han jurado dar hasta la última gota de sangre en el empeño y, a pesar de la desesperanza que les supone la tardanza de Espartero en socorrerles, ellos hacen gala de su tozudez y valentía y declaran que los carlistas entrarán en Bilbao sólo por encima de sus cadáveres.
La novela sigue avanzando por el camino costumbrista y con el uso variado de jergas y de tipos diversos de lengua, en este caso el vascuence, bien con palabras en tal idioma, o con giros del castellano propios de aquella tierra.
Son legión los personajes secundarios y episódicos bien perfilados que circulan por la novela, en la que tampoco faltan la comicidad e ironía, con el trasfondo histórico magníficamente documentado.


lunes, 30 de enero de 2012

A QUEMARROPA

Walker (Lee Marvin) acepta la petición de su amigo Mal Reese (John Vernon) para dar un golpe en la abandonada prisión de Alcatraz.
Se trata de robar a una organización criminal, de la que más tarde descubrimos que ellos forman parte en los escalones inferiores. Reese necesita dinero para pagar una deuda a la mencionada organización y promete a Walker que será un trabajo limpio y sin sangre.
Sin embargo, cuando llega el momento, dispara y mata a los dos tipos a quienes van a asaltar, para deshacerse a continuación de su amigo Walker, a quien deja por muerto en una de las antiguas celdas, para huir con el dinero y con Lynne (Sharon Acker), la esposa de Walker.
Walker, malherido, logra regresar a San Francisco y, transcurrido un tiempo, una persona que hace ver que habla en nombre de un grupo, le propone un trato, ellos quieren quedarse con la Organización y a cambio de que Walker les ayude en su objetivo, ellos le ayudarán a encontrar a Reese para que Walker pueda terminar lo que se ha convertido en una verdadera obsesión: Acabar con su antiguo amigo y recuperar los 93.000 dólares del botín que le pertenecían.
La hermana de su mujer, Chris (Angie Dickinson) le ayudará a conseguir su objetivo.

Para los defensores del dogma, el llamado cine negro acaba su ciclo vital con Sed de mal.
Recordemos, sin embargo, que el clasicismo artístico acabó cuando finiquitó el helenismo, sin embargo, para eso llegó el Renacimiento y rescató todo aquello poniéndolo al día.
Así apareció eso que algunos llaman el neo-noir, un cine negro en la época del color, aunque algunos filmes conserven el blanco y negro primigenio.

Muchos críticos han visto en este film, el arranque de esa nueva etapa del noir, revitalizado y puesto al día, en busca de nuevos caminos que le permitan superar el atasco en el que estaba sumido. El realizador británico John Boorman, lleva a la pantalla un guión basado, de una manera bastante libre, en la novela The Hunter, del escritor norteamericano Donald E. Westlake (bajo el seudónimo de Richard Stark)

A quemarropa nos presenta un universo en el que los delincuentes viven como en un mundo aparte, y el nuestro, en el que nosotros vivimos, de vez en cuando se intercala en el suyo. Quizá el personaje más cercano a nosotros sea el que interpreta Angie Dickinson, los otros se mueven en otra dimensión, como si Boorman nos hiciera seguir y contemplar a los malhechores, pero no a involucrarnos con sus sentimientos y sus instintos.
A pesar de ello, no crean que ello le resta un ápice de interés, es un modo de contar, pero nosotros sí que quedamos atrapados por la historia, sobre todo por la obsesión de Walker en recuperar sus 93.000 dólares.

Marvin es Walker (el caminante), el hombre cuyo único objetivo es ese, seguir el camino que le lleva de un lado a otro tras su objetivo. Los obstáculos que se interpongan en su camino, los elimina, de forma expeditiva y fría. Incluso aplaca sus deseos de hombre, porque está "trabajando" y eso le distrae de su labor, su misoginia (tan del negro, por otra parte) viene principalmente de esa necesidad de mantener la mente despejada, él va a su rollo.
Cuando le dejan, Marvin consigue una gran interpretación, él sí supo captar el personaje, algo que no conseguiría en igual medida Mel Gibson en el remake que se hizo años después.

Una película llena de experimentos, no siempre muy conseguidos; súbitos flash backs; elipsis audaces; ritmo entrecortado de la acción, con alguna salida de tono; y una violencia y un erotismo más directos y agresivos que en el noir clásico, en un claro precedente de lo que vendrá en las películas de los 70 y, sobre todo, en las de los 90.
El resultado es extraño y desigual, pero el film resulta muy interesante.




sábado, 28 de enero de 2012

LA COSMOVISIÓN YANKEE


Que los norteamericanos tienen su particular visión del planeta, es sabido. Su cultura contiene ese punto de egocentrismo de potencia dominante y la cosa viene de lejos.
El Memorial de Caen, es una especie de museo para la paz, donde se conserva mucha documentación sobre todo relativa al Desembarco de Normandia. Hay mapas, fotos, documentos oficiales, pero también archivos sonoros y diarios y cartas depositados por particulares.
El señalado con la signatura MdC TE215, perteneció a una tal P. Peschet y entre las cosas que en él se dicen me llamó la atención un párrafo: "...nous considèrent nettement comme des sous-développés. L'un d'eux me demande (en anglais)si j'ai jamais vu un cinéma... Il en reste pantois, et pas tellement convaincu."
Ampliado y en castellano, lo que cuenta la tal P. Peschet es algo que le aconteció con un soldado norteamericano, cuando la ciudad en la que ella vivía fue liberada.
Queda desconcertada al darse cuenta de que los norteamericanos "nos consideran claramente un pueblo subdesarrollado. Uno de ellos me pregunta (en inglés) si he visto alguna vez un cine". La mujer le contestó que el cine había sido inventado en Francia, lo mismo que el automóvil. "Se quedó de piedra, pero no parecía demasiado convencido".


viernes, 27 de enero de 2012

CONSPIRACIÓN EN BERLÍN

Estamos en plena Guerra Fría y varios agentes británicos han muerto en Berlín. El agente Quiller (George Segal) es enviado para continuar la investigación. Pol (Alec Guinness) jefe de la inteligencia local, le informa que los agentes se encontraban tras la pista de una peligrosa célula neonazi. Pero los únicos datos que han dejado han sido un par de recortes de periódicos y el ticket de un gimnasio. Quiller comienza a indagar hasta toparse con la bella Inge Lindt (Senta Berger), una profesora que le pone en contacto con personas que saben donde se localiza dicha célula. Pero el agente es secuestrado por éstos y es sometido a un feroz interrogatorio por su líder, cuyo nombre clave es Oktober (Max von Sydow). Los neonazis desean encontrar el cuartel secreto de la inteligencia británica en Berlín para asaltarlo y apoderarse de información vital.

El guión, del aclamado escritor Harold Pinter (premio Nobel de literatura en 2005), se basa en una novela de Trevor Dudley Smith, quien bajo el seudónimo de Adam Hall la había publicado con el título de El memorándum de Berlín, que se convertiría en The Quiller memoramdum para los lectores estadounidenses.

La película cuenta con un reparto de cierto relumbrón (George Segal, Alec Guinness, Max von Sydow, Senta Berger, George Sanders...), pero a pesar de todo lo que nos promete con semejante elenco y semejante guionista, no se cumple ninguna de las expectativas que podamos albergar.
Algunas de las estrellas, hacen breves apariciones y en otros casos es como si el papel no tuviera demasiada conexión con el guión.

La película se queda en un quiero y no puedo, podrían haberla convertido en una especie de chanza sobre el mundo de los espías, pues la verdad es que George Segal no funciona como hombre de acción, parece encantado con la perspectiva de dejarse coger para que le torturen. Algunos de los diálogos podrían se tomados también como una caricatura de ese ambiente, pues los mandamases de Londres hablan de los espías en el mismo tono que de los ingredientes de la comida que están saboreando y de las muertes de los agentes, como de una parte más del engranaje del estado. Pero tampoco como comedia funciona.
Así que ni misterio, ni comedia, ni siquiera acción.

Hay escenas, como la del interrogatorio que parecen un performance bizarro sobre el mundo y la parafernalia neonazi.
El colmo del desatino es la escena final, que se presta a sembrar la inquietud en el espectador sobre quién es realmente el personaje de Senta Berger, la profe que se ha ligado el protagonista. Pues bien, el director, Michael Anderson, acaba de arruinar la peli convirtiendo lo que debería ser una sospecha (incluso una revelación) inquietante, en algo que pasa desapercibido por lo mal contado que está.
Una película prescindible, bajo mi punto de vista.



jueves, 26 de enero de 2012

PARTICIPACIONES PREFERENTES


Una de las tonterías recurrentes que escuchamos de vez en cuando, incluso dicha por nosotros mismos mitad en broma, mitad en serio, es que los españoles son (somos) unos vagos.
Los españoles, hablando en general, son un pueblo laborioso, a las pruebas me remito, la situación económica está con está y esto no revienta, en buena parte porque las familias, tirando de ahorros, están soportando como pueden el lastre de la disminución de ingresos, del paro y de las perspectivas horripilantes que se nos presentan. ¿De dónde creen que proceden esos ahorros? Pues del trabajo, ni más ni menos, de lo que durante los años de bonanza (y de no bonanza), durante toda una vida, en algunas ocasiones, hemos ido metiendo en la cartilla del banco.
Algunos de esos ahorradores las están pasando canutas, necesitan dinero líquido para poder seguir tirando para adelante y echan mano de sus ahorros, vendiendo el segundo piso que compraron con sangre sudor y lágrimas, hipotecando la vivienda habitual cuando acababan de librarse de la hipoteca o sacando del banco los euros que tenían ahorrados, muchas veces perdiendo una pasta que habían invertido como plan de pensiones o productos similares.
Habrán oído y leído el lío que se ha montado hace poco con uno de estos productos financieros llamado participaciones preferentes.
Las participaciones preferentes son valores emitidos por una sociedad, pero que no otorgan a sus suscriptores parte de la propiedad y fue un producto de moda en los años 2008 y 2009 y en muchas ocasiones, quienes las compraron lo hicieron asesorados por empleados del banco (de su banco de toda la vida), pensando (porque así se lo decían) que eran productos garantizados. Alguna de esta gente son personas cuyo nivel cultural tampoco es nada del otro mundo y si bien es cierto que la responsabilidad última es del que firma y que se les puede llamar lelos por creer que un producto de alta rentabilidad no esconde detrás un riesgo, no es menos cierto que muchas veces, las entidades emisoras (normalmente bancos o empresas participadas por ellos), se mueven, a la hora de colocar estos productos,  por la obtención de unos objetivos comerciales establecidos por la dirección y les importa un bledo trincarte a ti, a mi, o al vecino de enfrente, lo que quieren es venderlas y después es tu problema. Para ello, en ocasiones, se callan ciertas cosas (la famosa letra pequeña) y la gente compra, porque la tentación es golosa y porque supones que viniendo de un banco, no es lo mismo que viniendo de Nueva Rumasa (¡ja, ja).
El problema surge al quererse deshacer de este producto de forma anticipada a través de su venta en el mercado secundario, caracterizado por ser poco líquido, en comparación con el mercado continuo. Con toda probabilidad la realización a través de la venta deberá esperar en el tiempo, hasta que exista un comprador que esté dispuesto a adquirirlas, aplicándoles previamente un porcentaje de descuento importante.
Muchos autónomos están tiesos como la mojama y necesitan pasta, solución: Vender estas participaciones y cuando van al banco, el banco les dicen que nones, que se lo cambia por otras cosas. Pero si yo necesito dinero, pues ni caso, si te mueres que te entierren.
Hay otros que se lo piden prestado a la familia, a su padre, por ejemplo, que tiene 85 tacos y cuando el pobre señorico va a por la pasta que necesita su hijo para no tener que cerrar el negocio, le hacen lo del trilero: Mire, el dinero no, pero le cambiamos las participaciones por un depósito a 10 años del 70% del capital y el otro 30% en acciones del banco o caja.
Pero oiga, que dentro de 10 años tendré 95 y, es más, no creo que llegue. Mire, por qué no me da un crédito para dejarle el dinero a mi hijo y toma como garantía la participaciones esas que me vendieron ustedes.
NO. Si quieres un crédito presenta otra garantía esa no vale.
Pero si me lo vendieron ustedes, cómo no va a valer.
He dicho que NO.
Total, toda mi puta vida (con perdón) en el mismo banco, creyendo que todo estaba garantizado y ahora no me dan mi dinero.
Y tú diciendo: Mi hipoteca la pago religiosamente, mis impuestos me los descuentan de la nómina y no puedo defraudarlos, jamás me han dado una beca para mis hijos, no he cobrado el paro por suerte y ahora encima llegan estos y me quitan el dinero a mayores del que les estoy dando a través de las ayudas del estado. Y cuando les vas a pedir pasta, no tienen, prefieren depositar los millones que les están dando, en deuda de la que compra el BCE.
Demasido pocos indignados hay.
Sacad esta lección: Si vais al banco, no vais a hablar con un amigo, vais a hablar con alguien que tratará de venderos algo para sacar una ganancia con ello, pero no son nuestros amigos.


miércoles, 25 de enero de 2012

IPCRESS

El agente Harry Palmer (Michael Caine) es destinado al departamento del Mayor Dalby (Nigel Green), para sustituir a un compañero asesinado.
Los agentes del departamento de Dalby están trabajando en un caso al que han bautizado “Fuga de Cerebros”. Al parecer, en un corto periodo de tiempo gran parte de los científicos más brillantes de Inglaterra han desaparecido o muestran un comportamiento errático que los ha inutilizado para ejercer sus tareas. Dalby no cree que esto se trate de una coincidencia, por lo que cuando un científico llamado Radcliffe (Aubrey Richards) desaparece, moviliza a todos sus hombres para que den con su paradero. El principal sospechoso de las desapariciones parece ser un tipo al que llaman Bluejay (Frank Gatliff), a quien Palmer decide seguir de cerca. Aunque en un principio la investigación parece ir bien encaminada, pronto Palmer se verá atrapado en una compleja situación cuando por error mata a un agente de la CIA. Ahora los verdaderos culpables aprovecharán este descuido para inculpar a Palmer y así deshacerse de la única persona que puede echar por la borda sus planes.

La peli sirvió para el lanzamiento al estrellato de Michael Caine, quien se había dado a conocer internacionalmente con la película Zulú, pero al que le faltaba ese empujón que te hace dar el salto al estrellato.
El guión toma como base la novela The Ipcress File, de Len Deighton y con posterioridad a esta película, tuvo alguna otra secuela.

Al productor Harry Saltzman, uno de los responsables de la primera entrega de 007 (sí, la del Dr. No, perdón por el chistecillo fácil), le pareció atractivo iniciar un camino con la misma temática, pero huyendo de la naturaleza que podríamos llamar más fantástica de James Bond.
En efecto Harry Palmer, es más cercano, lejos del glamour de Bond. Cuando se nos están pasando los títulos de crédito del film, le vemos preparando el desayuno en una corriente cafetera de émbolo y a lo largo de la cinta, nos lo encontraremos haciendo la compra en el supermercado del barrio, con su carrito, para preparar la comida.
A Palmer no le envían a misiones imposibles en el extranjero, ni se le acercan mujeres despampanantes, se conforma con ligar con una compañera de trabajo. Es mucho más realista y terrenal, bastante más creible para el público en general. Y lo poco que puede tener de sofisticación, es más de andar por casa, pues aunque aprecia la buena comida, se la hace él y aunque le encanta la música clásica, nada de Royal Opera House, o bien tocadiscos o, si acaso, una banda del ejército que ha hecho una adaptación de Mozart para tocarla en el templete de un parque.

Palmer es un tipo que ha llegado al servicio de espionaje porque en el ejército le formaron consejo de guerra por andar trapicheando en el Berlín de la postguerra y le pusieron en la alternativa de la prisión militar o servir a Su Majestad lavando trapos sucios.
La peli, por momentos, puede resultar algo lenta, el director (Sidney J. Furie), que tuvo sus más y sus menos con los productores, se toma todo el tiempo del mundo para presentar a los personajes. A mí particularmente, me gustó la pausa que le da a todo este ritual, pero entiendo que hay quien pueda aburrirse un poco. Hacia mitad del film, la acción se vuelve un tanto más trepidante, el ritmo narrativo y los niveles de tensión, centrados en la encrucijada en la que se ve atrapado Palmer, aumentan de nivel.

Estupenda actuación de Michael Caine y de sus superiores en el film (Nigel Green y Guy Doleman), con algunos diálogos muy irónicos entre ellos.
La cámara recoje abundancia de planos de detalle, algunos contrapicados y otros desde puntos de vista un tanto originales.
No será una obra maestra, desde luego, pero vale la pena verla, es una de las buenas películas de espías que surgieron en la Inglaterra de los 60.



martes, 24 de enero de 2012

LOS CULPABLES

Mucho se habla de los culpables de la crisis en este mundo nuestro en el que hay que buscar culpables para todo y si es posible, que sea el vecino de enfrente.
A veces, además de culpables (que también), hay que saber reconocer errores y buscar soluciones. Todo ello, si fuere posible, debería ser acompañado de alguna medida (aunque fuera un detallito) para dar ejemplo.
Los políticos son muy dados a tirar de manual, se aprenden cantinelas que alguien escribe y les son distribuídas por el partido para que dominen el arte de salirse por los cerros de Úbeda, todo con tal de dar la impresión (que nadie se cree, por otra parte) de que ellos son como los Santos Inocentes, cuando en realidad son como Pilatos.
Últimamente han encontrado culpables a los que echar el muerto de la mala situación que vivimos. ¿Quienes son? ¿Los bancos? ¿Las instituciones públicas? No, son los que tienen un trabajo a quienes de manera subliminal se culpabiliza muchas veces, haciéndoles aparecer como unos privilegiados a los ojos de los demás, todo ello en una sutil maniobra para seguir cercenándoles la nómina a base de bien.
Vamos a ver, yo no digo que no haya que ser solidarios, todo lo contrario, debemos serlo, para que la cosa salga adelante, el que tiene dos, debe ser consciente de que debe compartir uno con el que nada posee. Aunque muchas veces sean necesarios esos dos para vivir y con sólo uno lo que se hace es malvivir.
Pero de ahí a señalarle con el dedo, como ya comienzan a hacerse algunas veces, sobre todo por quienes deberían tener un poco de tacto, va un trecho y más aún cuando quien da lecciones morales, lo que debería hacer es dar ejemplo y no lo da.
Nuestra clase política está aplicando recortes por doquier, probablemente necesarios por lo que vemos y oímos todos los días, pero ¿qué hacen ellos?, ¿cómo aleccionan al ciudadano? ¿dando ejemplo? Por desgracia, salvo contadas excepciones (que honran más a quienes dan un paso al frente), aplican las medidas más fáciles y siempre apuntando a otros.
¿No se dan cuenta de que el problema más grave es el paro y que los puestos de trabajo los generan las empresas? ¿Por qué no barren de un plumazo toda la burrocracia que ha de soportar cualquier emprendedor para poner en marcha su negocio? Además así se ahorrarían dependencias administrativas inútiles con su correspondiente dotación de personal.
Recortan plantillas, aumentan jornadas laborales a los funcionarios públicos ¿por qué no se reduce el número de diputados?, ¿para qué nos sirven, si al final van a votar lo que el partido les ordene? Y lo mismo podría decirse de un buen número de concejales, que sólo van a los plenos a votar y no tienen competencias.
Esto sin entrar en la consabida retahila de las visas, coches oficiales, despachos mastodónticos...
¿Y qué me dicen de los asesores? Los hay a miles. Pero si ya hay funcionarios cualificados que podrían desempeñar esas funciones, pero no, tienen que contratar a alguien de la cuerda porque, dicen, necesitan una persona de confianza. ¿Confianza para qué?, ¿para hacer chanchullos? Porque si tus actuaciones son transparentes con el funcionario de turno te vale, no necesitas meter a nadie de la familia. Huele mal.
¿Que todas esas cosas no arreglarían la crisis? Pero serían señales, como las carantoñas de la madre al niño que se ha caído, que te dan el ánimo suficiente para tirar p'alante.
Hace unos días, a la alcaldesa de mi ciudad le preguntaban los periodistas qué les diría a los funcionarios munipales a cuenta de la congelación salarial y ella, tan oronda, tiró de manual y no se le ocurre otra cosa que decir: Yo les diría que miraran a la cara a esos ciudadanos que están en el paro.
¡Para cara la suya!, como si no lo hicieran ya, cuando más de uno tendrá alguien en la familia que esté sufriendo estas miserias. Yo si fuera funcionario mucipal, le miraría a la cara a ella y le enseñaría los titulares de la prensa local del pasado mes de noviembre: Valdeón sube el sueldo un 35% a su asesor, que cobrará 9.000 euros más al año (La Opinión de Zamora)
Afortunadamente, la presión popular sirvió de algo y desde el propio PP obligaron a retirar la propuesta, no sin que la alcaldesa siguiera erre que erre defendiendo la procendencia de su propuesta. Señora, por favor, mire a la cara a esos ciudadanos que llevan en el paro desde hace meses, pero mírelos usted y deje de dar a los demás consejos que usted ignora, porque parece que se está riendo del prójimo.


lunes, 23 de enero de 2012

EL INFIERNO DEL ODIO

Kingo Gondo (Toshiro Mifune) es un importante ejecutivo de la compañía Zapatos Nacional que planea llevar a cabo una jugada maestra para hacerse con el control de la empresa: Tras muchos años trabajando duro y ahorrando, ha conseguido una cantidad de dinero que le permitirá hacerse secretamente con un buen porcentaje de acciones. Su plan además va a llevarse a cabo en el momento más oportuno, ya que otros altos ejecutivos de la compañía le han ofrecido aliarse con ellos para hacerse con la empresa porque que su filosofía choca con la del dueño de la misma. Ellos quieren abaratar costes y hacer zapatos modernos pero de mala calidad, mientras que el jefe se ha quedado algo anticuado. Gondo rechazará la propuesta por discrepar con sus ideas y decidirá asumir él solo el poder.
Sin embargo, la misma noche en que va a iniciar la compra de acciones que le convertirán en el hombre más importante de Zapatos Nacional recibe una llamada telefónica de una persona que dice haber secuestrado a su hijo y que pide u n rescate de 30 millones de yens, una cantidad considerada desorbitada. Poco después de colgar el teléfono, Gondo y su mujer descubren que no es su hijo quien ha sido secuestrado, sino el hijo de su chófer. Pero eso no echa atrás al secuestrador, quien vuelve a llamar exigiendo el mismo rescate. Gondo entonces se encuentra con un serio dilema: Si no paga al secuestrador éste matará al niño y si paga no sólo no podrá hacerse con la empresa sino que quedaría arruinado pues ha hipotecado todas sus pertenencias.

Que a algunos no les gusta el cine de Kurosawa, es algo sabido, dicen muchos de lo que tal alegan que no entienden sus películas.
A todos esos, les animo a que vean este Arriba y abajo (que sería la traducción más o menos textual), lo van a entender todo, el maestro japonés se lo pone (nos lo pone a todos) de lo más clarito.

La primera media hora del film, transcurre en el salón de la casa del Sr. Gondo, con una estructura claramente teatral, donde los personajes entran y salen del espacio escénico y otros (el secuestrador), participan en la trama a través del teléfono.
¡Qué aburrimiento!, pensará más de uno. Puedo asegurar que no, casi sesenta minutos que no se hacen largos, en los que asistimos, primero a los intentos de los compañeros directivos de Gondo para que éste les secunde en sus planes y después a toda la tensión que provoca el grave dilema que se le plantea.

Todo ello con las varias llamadas del secuestrador, los intentos de la policía para localizarle y preparar las ulteriores actuaciones, la desesperación del padre del niño, los ruegos de la Sra. Gondo para que su marido pague, la traición de su más cercano colaborador y, al final, la soledad del protagonista a la hora de tomar la última decisión.
Aquí, sin que nos hayamos dado cuenta, Kurosawa ya nos ha atrapado, ya nos ha hecho participes de las dudas de Gondo como si fueran nuestras y nos hace pensar en lo que haríamos nosotros en su caso y, también, ha despertado en nosotros el interés por la intriga.

Durante el resto del film asistimos a la persecución policial, contada con todo detalle y nos adentramos, hacia el final de la peli en el mundo del hampa y la droga del que se nos hace un patético y realista retrato.
Hay más cosas, además de todo esto, de lo que a simple vista vemos y es que Kurosawa es un analista consumado y aquí hace una disección clarividente de algunos sentimientos humanos, pero también de la sociedad japonesa de su tiempo.

Sin hipocresía sin falsos moralismos, el realizador estudia la ambición, la envidia, la pesada carga que supone tener libertad de elección, la renuncia, el sentido del deber...
Nos ofrece un retrato crítico de esa sociedad japonesa que emerge tras la guerra, que sin abandonar algunas de sus milenarias tradiciones, está adoptando muchas cosas venidas de occidente, algunas buenas, pero otras, sencillamente, malas. Las abismales diferencias entre clases sociales, maravillosamente reflejadas en la casa de Gondo (todo un símbolo) y lo que ésta significa para los que la ven desde la parte baja de la ciudad.
Kurosawa aprovecha para criticar de manera mordaz a los bancos y prestamistas en general, entes sin corazón: Si puede permitirse pagar un secuestro, debe pagarnos a nosotros también, le dicen a Gondo. También da un repasito a la justicia y algunas leyes de su país, concretamente, la pena por secuestro, muy leve para el daño que ocasiona a quienes lo sufren. La policía se siente en la obligación de hacer pagar al culpable por lo que está haciendo sufrir al Sr. Gondo y hará lo imposible, tendiendo trampas y haciendo seguimientos al sospechoso, para reunir pruebas con las que poder acusarle de delitos castigados con más dureza.

Como siempre en las pelis del maestro, cuidados todos los detalles técnicos, con una magnífica planificación, encuadres medidos y exquisita composición de los planos.
El film todo, desprende un halo de modernidad.
Y ese toque de humo rosa en esta peli en blanco y negro.
Una maravilla y, además, muy entretenida.




domingo, 22 de enero de 2012

EL DÍA D. LA BATALLA DE NORMANDÍA

Antony Beevor, el autor de este libro, ha pretendido con el mismo, distanciarse de las mitificaciones que envuelven este episodio tan destacado de la Historia mundial y rastrear algunas de esas otras cosas que no se cuentan en las historias oficiales, ni tampoco en los manuales al uso.
Para ello, entre otras cosas, se pasó meses en Le Mémorial de Caen, leyendo los diarios que muchos soldados aliados, alemanes y civiles franceses han ido depositando allí a lo largo de los años. Sus observaciones salpican todo el relato en el que el autor sabe concitar sabiamente lo que dicen los memorandums oficiales con estas otras otras referencias provenientes de antiguas entrevistas y de estos diarios citados de los protagonistas de las actuaciones que tuvieron efecto en Normandía en aquel verano de 1944.
No fueron héroes todos los que participaron en el desembarco de Normandía, allí hubo mucha gente y Beevor, no olvida a la población civil, auténticos sufridores del conflicto, sin menospreciar la valentía de los soldados, tampoco debe pasarse por alto la ingente cantidad de civiles, víctimas, sobre todo, de los bombardeos preparatorios de los aviones y la artillería aliada, pero también de los desmanes que todo conflicto origina. El hecho de que los alemanes decidieran no replegarse y plantar batalla en territorio normando, hizo que el avance posterior por el resto de Francia fuera casi un paseo militar, pero convirtió a Normandía en un inmenso cementerio.
El libro, a pesar del gran número de páginas, es de jugosa lectura y a través de él huímos de ese peligro que supone que el conocimiento histórico de la mayoría de la gente proceda de películas y series de televisión, más que de los libros, en esta sociedad post literaria donde la imagen es más importante y poderosa que la palabra, para adentrarnos de la mano de Beevor en un relato más cercano de lo que aconteció, en el que asistimos a algunos actos de arrojo y valentía, pero también vemos a los jóvenes soldados desorientados por el fuego real, temerosos del enfrentamiento directo del enemigo o de sus propios compañeros que equivocan el objetivo; a los aciertos y errores en la toma de decisiones; al sufrimiento de los civiles desprotegidos en medio de la barbarie; a las vergonzosas rencillas entre los altos mandos y a un buen número de anécdotas puntuales, muchas veces en boca de sus propios protagonistas.
Un libro que intenta explicarnos por qué la Batalla de Normandía (toda ella, no sólo el Día D) es diferente de lo que la gente suele pensar.


sábado, 21 de enero de 2012

A TIRO LIMPIO

Martín (Luis Peña) y Antoine (Joaquín Navales) llegan a España para organizar una banda de atracadores. Una vez instalados se ponen en contacto con Román (José Suárez) un viejo camarada que, a su vez, buscará otro colaborador "El Picas" (Carlos Otero) con alguna experiencia en acciones de este tipo y que les puede proporcionar armas. Martín convence a Román para que adelante la cantidad de dinero que necesitan a fin de cometer varios atracos a bancos y grandes empresas en la ciudad de Barcelona. Aunque las acciones que llevan a cabo no salen del todo mal, durante una inspección rutinaria en el puerto, la policía los descubre y en el intento de huida se produce un tiroteo en el que muere un policía.

En medio del panorama del cine español de los sesenta, en el que la mayoría de las producciones eran de consumo rápido y buscando una pronta rentabilidad económica, de vez en cuando, los mismos realizadores y productores que hacían esas otras películas bastante mediocres, nos dejaban muestras de su conocimiento del medio y de que estaban a la altura de cualquiera, quedando claro que si el cine nacional iba por otros derroteros, era por otras razones, pero no por falta de talento.

El guión de Miguel Cussó y el propio realizador, Francisco Pérez-Dolz, desarrolla un relato original de José Mª Recarte y no es sino una recreación muy libre de las andanzas de dos anarquistas, Quico Sabaté y Josep Lluis Facerías que habían sido abatidos poco tiempo antes (en 1960 y 1957 respectivamente).
La película tiene un cierto valor documental y pienso que no es sólo debido al paso de los años, sino a que ya fue concebida así, bebiendo de las fuentes de la nouvelle vague, cuyas influencias comenzaban a llegar, de este modo, tiene muchas escenas rodadas en las calles y edificios públicos de Barcelona que nos muestran a sus gentes tal cual y en el ambiente en el que se movían cada día.

Las interpretaciones son correctas y muy creíbles, destacando sobre todas la de Luis Peña que desarrolla un magnífico trabajo.
La música, tiene pasajes jazzisticos y la fotografía cuenta con algunos planos muy interesantes que ponen de manifiesto una gran tarea de elaboración y un perfecto conocimiento del medio.
Quizá los mayores defectos estén en el montaje. Por contra, en algún lugar he leído que los personajes están poco perfilados y que no se profundiza en ellos. No estoy de acuerdo, creo que los tiempos no estaban para profundizar demasiado dado el tipo de personajes de que se trata o qué se quiere ¿que se desarrollen las inquietudes políticas de los mismos? Bastante hacen que dejan más que claro su pasado político y que se nos deja entrever (más que entrever, diría yo) que la familia de Román malvive al frente de un lavadero público porque es a todo lo que puede aspirar tras haber estado en el bando perdedor de la guerra.

Obviamente, los autores del film sabían de sobra que tenían que enmascarar ciertos aspectos, así, para despistar un poco, los miembros de la banda se nos presentan como antiguos comunistas, para que no se viera tan claro que eran los mencionados Sabaté y Facerías, porque algunas de las cosas que se nos narran están tomadas de hechos reales, como el primer y largo plano-secuencia del atraco al garaje, que se corresponde con un hecho que llevó a cabo en 1956 Facerías o el atraco a la caja de ahorros, igual a otro que perpetró en los mismos lugares en que se ruedan estas escenas (junto al mercado barcelonés del Born) Quico Sabaté a una sucursal del Banco Central. Incluso se toman detalles como la dinamita utilizada para amedrentar a los clientes y que en realidad eran cilindros de madera, o que las armas se transportaron en una cesta.

La película tiene algunos toques de modernidad inusitada para el cine español de la época: La más que insinuada homosexualidad de Martín; la recreación que se nos presenta de los meublés al servicio de la burguesía barcelonesa...
A pesar de todo, de que explícitamente se nos dice que Antoine viene de la escuela de activistas de PC francés en Toulouse (no se dice tal cual, pero sí que viene de esa ciudad y se da una dirección concreta que corresponde a esa escuela); de que todos los diálogos de la señora Quimeta durante las escenas de la masía, son en catalán; sólo intervinieron las tijeras de la censura en dos escenas: El descubrimiento del cuerpo ahorcado de uno de los personajes y un camisón que se deslizaba hasta el suelo en una escena íntima entre Román y su amante (María Asquerino).

No estamos ante un gran guión, ni ante una película deslumbrante, pero sí ante un producto muy digno, una historia bien contada, emocionante y bien planificada.
Pero nació muerta, ya desde el principio se vio que nadie iba a hacer nada por ella. Se estrenó en Barcelona en 1963 en régimen de programa doble, acompañando a una peli austriaca que nadie recuerda (Romance en Venecia) y hubo que esperar casi dos años para verla en Madrid, donde la crítica la masacró. Había que dar crédito a la versión oficial y el submundo del gansterismo y similares sólo se daba en EE.UU., en España no había cosas así ¡sólo faltaba! y claro, dijeron de ella que era una burda copia del cine francés y americano.




viernes, 20 de enero de 2012

LES FEMMES TONDUES

Cuando las tropas aliadas desembarcaron en Normandía y comenzaron su avance por territorio francés, también comenzó el sufrimiento de mucha gente que no estaba participando en los combates.
Unos cuantos miles de civiles franceses sucumbieron a los bombardeos aliados y otros muchos se quedaron sin nada, sin casa, sin ganado o con las cosechas destruídas. Ya se sabe, los daños colaterales.
Se saldaron también algunas cuentas personales, había muchas cosas de las que vengarse, pero la ofensa moral de la venganza, ocultaba también cierto grado de oportunismo político y personal.

Los grupos de la Resistencia quitaron la vida a unas 6.000 personas antes de que los alemanes se retiraran. Luego, en la llamada épuration sauvage o "purgas no oficiales", fueron asesinadas al menos 14.000 personas más.
Pero siempre hay alguien que paga el pato a precio doble, normalmente los más débiles, ya se sabe, niños y, sobre todo, mujeres.
Las estadísticas que quizá resulten más reveladoras son las de Bretaña, donde una tercera parte de las personas asesinadas fueron mujeres. Algo exraño a primera vista, si tenemos en cuenta que entonces la guerra era una cuestión puramente de hombres ¿Cuál era la razón para este elevado número de mujeres represaliadas?

Estas mujeres eran acusadas de collaboration horizontale, vamos de haberse acostado con soldados alemanes. Algunas eran prostitutas que habían ejercido su oficio tanto con alemanes como con franceses. Otras eran chicas un poco simples y muchas más eran madres jóvenes cuyos maridos estaban en campos de prisioneros de guerra alemanes. Carentes de medios de subsistencia, su única esperanza de conseguir comida para ellas y para sus hijos durante aquellos años de hambruna había sido aceptar la relación con un soldado alemán.
Tras la humillación que suponía que les afeitaran la cabeza en público, las tondues (las rapadas o pelonas) solían ser obligadas a desfilar por las calles, a veces al son de un tambor. Algunas eran untadas de alquitrán, otras iban medio desnudas y a algunas les pintaban la cruz gamada en el cuerpo.
El historiador americano Forrest Pogue observa a propósito de las víctimas: ...su aspecto, en manos de sus sayones, era el de un animal acosado.
El coronel McHugh, cerca de Argentan, comunicó: Las colaboracionistas eran castigadas además a una especie de carrera de baquetas, en la que les propinaban una buena paliza.
Este feo carnaval, asqueaba a más de uno que, con el paso de los años, reconoció que deberían haber hecho algo por algunas de aquellas pobres mujeres, pero todo el mundo callaba por miedo a ser tachado a su vez de colaboracionista, agachaban la cabeza y miraban para otro lado.

Existía una especie de ritual establecido poco después del Día D. En cuanto una ciudad (incluso pueblos pequeños) era liberada por los aliados, los esquiladores se ponían manos a la obra. A mediados de junio, el primer día de mercado tras la toma de Carentan, una docena de mujeres fueron rapadas en público. En Cherburgo, el 14 de julio, un cargamento de mujeres jóvenes, en su mayoría adolescentes, fueron paseadas por las calles en un camión. En Villedieu, una de las víctimas fue una mujer que simplemente había trabajado como limpiadora en la Kommandantur. En otros lugares, a algunos hombres que habían trabajado voluntariamente en fábricas alemanas, también les afeitaron la cabeza, pero aquello solía ser una excepción. Las mujeres eran casi siempre el primer objetivo. Aquellas mujeres eran, sencillamente, el chivo expiatorio más fácil y más vulnerable, en particular para los hombres que deseaban ocultar su falta de credenciales en la Resistencia.
Se aprovecharon de mala manera de la debilidad del sexo débil.
No entro en si aquellas mujeres eran culpables de algo, alguna de ellas lo sería, otras serían culpables de tener hambre o de querer alimentar a sus hijos o, sencillamente, era envidia que disfrazaron de ofensa moral. Pero la humillación exagerada a la que fueron sometidas, quitaba a sus verdugos cualquier razón que pudieran tener previamente.
Alguien dijo en 1944: La France sera virile ou morte. Debería haber añadido: Mujeres, echaos a temblar.




jueves, 19 de enero de 2012

EL CONFIDENTE

Maurice Faugel (Serge Reggiani) sale de la cárcel tras cumplir condena. Al poco de ser liberado asesina a Gilbert Varnove (René Lefèvre), que era amigo suyo. El siguiente paso de Maurice será preparar un asalto, pero para eso necesitará una serie de herramientas que le serán proporcionadas por Silien (Jean-Paul Belmondo), de quien se sospecha que es un confidente policial. El robo sale mal y despierta en el apartamento de su amigo Jean (Philippe March) tras haber sido recogido en un automóvil que no recuerda quien conducía, ya que estaba herido y medio inconsciente. Sospecha que ha sido Silien quien le ha vendido, de modo que se verá obligado a ajustar cuentas, algo que no le va a resultar nada fácil, ya que el comisario Clain (Jean Desailly), le echa el guante en calidad de sospechoso y lo mantiene retenido...

Magnífico film de Jean-Pierre Melville que adapta una novela de Pierre Lesou que me gustaría leer algún día, para hacerme una idea de hasta qué punto Melville (que firma el guión) ha tenido que añadir o no cosas, porque desde luego la historia es muy buena, pero claro, hay que saber trasladarla a la pantalla.

El film hace un esclarecedor estudio sobre la mentira. Aunque intuímos que el nudo se irá deshaciendo a medida que avance el film, hay algunos momentos en los que no tenemos nada claro a dónde nos va a conducir aquella madeja que está embrollando el realizador.
Pero todo está medido, perfectamente planificado para que el espectador se vea atrapado por la intriga, ya que las pistas que nos van dejando, nos hacen dudar de qué lado está cada cual.
Los personajes se mueven con una mezcla de frialdad absoluta a la hora de apretar el gatillo y un respeto por los particulares códigos de honor en cuyo mayor o menor cumplimiento iremos notando las diferencias entre unos y otros.
Como dice uno de los personajes refiriéndose a Silien: "...no exterioriza sus sentimientos, pero es capaz de todo por un amigo, ya sea un madero o un ganster"
Y es que la amistad es otro de los pilares de este film en el que nada es lo que parece.

Buen trabajo de Jean-Paul Belmondo, quizá uno de los mejores de sus carrera y magnífica interpretación de Serge Reggiani que sabe sacar todo el partido del mundo a su personaje.
Un gran trabajo de dirección, con muchos detalles que nos ayudan a reconocer a Melville detrás de la cámara y una labor de montaje que no debió resultar nada sencilla.

Una gran película, en la que el director sabe hacer que el espectador empatice con estos tipos que viven en el filo de la navaja, adornando todo ello con ese toque tan del cine francés, los personajes vestidos con esas gabardinas que sirven para ocultar el dinero robado, la pistola, pero también todas las vergüenzas de estos antihéroes.
Tras verla, reconocemos muchas cosas que hemos visto después en películas de otros reconocidos directores, con lo que nos queda el convencimiento de que Melville está mucho más presente en la obra de cineastas posteriores que en la memoria del espectador.
Y un final que es una auténtica maravilla, uno de esos momentos mágicos que se dan en el cine de tarde en tarde.