sábado, 7 de enero de 2012

CHANTAJE EN BROADWAY (EL DULCE SABOR DEL ÉXITO)

J.J. Hunsecker (Burt Lancaster), es un periodista narcisista, autoritario y egocéntrico, cuya columna en The New York Globe, es seguida por millones de lectores. Se cree por encima del bien y del mal y se considera investido de especial autoridad para dar lecciones de ética y moral a todo el mundo escudándose en el demagógico argumento de la cantidad de gente que lee su columna diaria. Se codea con senadores, empresarios, estrellas de cine y teatro. Aficionado a las palabras grandilocuentes, invoca el patriotismo y la ética, pero sus artículos se abastecen de chismes, calumnias y venganzas personales. Sidney Falco (Tony Curtis) es un agente de prensa, un joven sin escrúpulos que sueña con llegar a lo más alto. Su única preocupación es no defraudar a Hunsecker para algún día ocupar su lugar y además, necesita que, de vez en cuando, el periodista hable de sus representados en el periódico para darles publicidad. Cuando Hunsecker le encarga que rompa el idilio entre su hermana Suzie (Susan Harrison) y un guitarrista de jazz, Falco recurre a las artimañas más sucias, desencadenando un drama de consecuencias imprevistas.

¿Se puede ser periodista y actuar como un mafioso? Ya lo creo, ejemplos hay algunos recientes y no muy lejanos de gente de esta que consiguen el aplauso del público a base de chismorreos y basura y que se ven, de buenas a primeras, subidos en un pedestal desde donde contemplan al resto de viles mortales, llegándose a creer que pueden hacer de ellos lo que quieran por estar investidos de un don: El de forjar o arruinar reputaciones según a ellos convenga, muchas veces por meros motivos personales. Son verdaderos gansters del periodismo.

J.J. Hunsecker es una parodia de Walter Winchell (1897-1972). Al igual que la temible Louella Parsons, Winchell trabajó para Randolph Hearst. Fue de los primeros en denunciar la agresiva política exterior de Hitler, pero después de la guerra se identificó con las tesis del macartismo. Creador del “gossip column” (columna de cotilleos), utilizó un lenguaje coloquial y sensacionalista. En su programa de radio, recurrió al sonido de un telégrafo para producir la ilusión de estar siempre al filo de la noticia.
Por desgracia, después de más de 50 años, el mundo no ha cambiado tanto.

Alexander Mackendrick es un perfeccionista, y consigue un film que desde el punto de vista académico, es irreprochable. Una peli en la que se nota que los engranajes de la maquinaria están manejados por auténticos profesionales, de esa gente que no tiene mucho nombre pero que conoce su oficio a la perfección, con lo que consiguen que, a base de pequeños detalles que no notamos cuando todo va bien, la visión que nos queda del film es esa que decía y que roza la perfección.

Las interpretaciones de los dos protagonistas, muy buenas. Curtis sabiendo sacar partido a todos los matices de su personaje y Lancaster dotando a su personaje de la rigidez que requiere esta persona despiadada, el impostor que vive y alimenta la mentira sostenida por sesenta millones de lectores hambrientos de inmundicia y que se opone a la relación que mantiene su joven hermana en una situación que nos hace pensar en unos enfermizos celos incestuosos.
Por cierto, muy interesante la banda sonora a base de suavez piezas de jazz interpretadas por The Chico Hamilton Quintet.

En definitiva, una crítica clarividente contra todo lo que de basura hay en este mundo que se llama a sí mismo el cuarto poder, con momentos de mucha dureza, aunque a través de elegantes elipsis se nos evite la sangre o las palizas que sabemos que hay. Con brillantes escenas, como aquella en la que Falco deja a una amiga en manos de quien le va a publicar un chisme, como pago en carne del favor, ella no quiere, pero se ve obligada, muestra su desamparo haciéndola caminar con un zapato de tacón puesto y otro quitado (cualquier mujer sabe lo vulnerable que una puede sentirse en esa situación).
O la gran escena final, una ventana a la esperanza pero sin sentimentalismo, con la hermana de Hunsecker liberándose del visón que su hermano la regaló, como a punto de emprender una vida propia, donde ya no hay espacio para él. En Broadway amanece y la luz ya no procede de los letreros luminosos. Los seres humanos que desfilan por sus calles no interpretan un papel. Sólo intentan vivir, sorteando la angustia, el desamparo y la desnudez.




2 comentarios:

  1. Mackendrick tenía maneras de gran director. Su carácter y su perfeccionismo le llevaron a no saber lidiar a la industria y la producción.
    Tengo muchas ganas de "pillar" Sammy (Huida hacia el sur) de esas pelis que al verlas en la infancia, recuerdas con cierta magia. Aquella otra de la niña sordo-muda, no recuerdo el titulo, tenía mucha fuerza dramática.

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