lunes, 2 de septiembre de 2013

CAMPANADAS A MEDIANOCHE (FALSTAFF)

En Inglaterra, justo cuando se inicia el siglo XV, muere el rey Ricardo II, en circunstancias no del todo claras, para algunos envenenado por el que a la postre será su sucesor con el nombre de Enrique IV (John Gielgud). Se trata del primo del difunto Ricardo, el enigmático Enrique de Bolingbroke.
Hay otro aspirante al trono, Sir Edmun Mortimer, capturado por los enemigos y pendiente de que se pague su rescate, algo por lo que no tiene ninguna prisa el nuevo rey y que van a reclamarle los partidarios de Mortimer encabezados por Northumberland (José Nieto), su hijo, Enrique Percy "Espuela ardiente" (Norman Rodway) y el tío de este, el intrigante Worcester (Fernando Rey). Ante la negativa de Rey a pagar el rescate, el impulsivo Enrique Percy, jura tomar venganza y pasar a la acción.



El guión, del propio Orson Welles, se basa en varias obras de William Shakespeare y arranca con los recuerdos que van rememorando el viejo John Falstaff (Orson Welles) y su antiguo compañero de estudios maese Shallow (Alan Webb) en unos diálogos cargados de intención y de fino humor, con la célebre frase que Shallow repite una vez y otra: ¡Jesús, la de cosas que hemos visto!



Estamos ante un film de esos que no puedes recomendar así a la buena de Dios, pues no es para que entretenga a cualquiera, dicho esto sin ningún ánimo de pedantería, sino desde el más absoluto respeto. Es una película difícil, pero no rebuscada, muy en la línea de Welles que si algo garantiza en sus obras es que son distintas e innovadoras.


Tomando párrafos enteros de las obras en verso de Shakespeare, divertidos y con situaciones jocosas, la obra contiene reflexiones sobre la ambición, la amistad y la decadencia que conlleva el paso del tiempo.
Una obra que entronca muy bien con ciertos aspectos de la novela picaresca, pues pícaros redomados son Falstaff y sus secuaces.


De las muchas cosas que tiene a comentar la película, hay que hablar de la magnífica fotografía en blanco y negro de Edmond Richard; de la ambientación, que revive muy bien la época, la pobreza y la mugre que seguramente rodearía la vida de las clases desfavorecidas de la época, algo que también queda patente en las escenas más imperecederas del film, las de la batalla de Shrewsbury, habría que esperar muchos años para que algunos de los realizadores contemporáneos retomaran el verismo y la crueldad con que está retratado el enfrentamiento, con los combatientes sobre el barro y los cadáveres rebozados y hundidos en él.
Una soberbia labor de montaje, toda una lección de cómo hacer una película, pues el propio Wells decía que las películas se hacen en la moviola. Allí fue donde alumbró la maravillosa batalla a partir de las imágenes previamente rodadas.


Welles llevaba tiempo soñando con la realización de este film, pero no encontraba productor, hasta que un español, Emiliano Piedra, se mostró dispuesto a llevar adelante el proyecto, con una precariedad de medios acorde con la España de la época y rodando en escenarios naturales de la madrileña Casa de Campo, Cardona, Calatañazor o Soria y un único decorado que instalaron en un garaje y que corresponde a la posada a la que van y vienen los personajes, con las murallas de Ávila en perspectiva cada vez que salen de ella.
En una entrevista que le hizo hace algún tiempo la periodista Esmeralda Marugán, Emma Penella, a la sazón esposa de Emiliano Piedra, cuenta algunas anécdotas del rodaje y desmiente unas insinuaciones sobre que productor y realizador acabaron mal. Ella afirma que la amistad de ambos perduró, que las dificultades del rodaje, si las hubo, fueron puntuales, Emiliano lidió como pudo con alguna de las sonadas borracheras del americano, pero todo fue cordial y cita como prueba un documental sobre Welles rodado en Inglaterra años después en el que le preguntaban al orondo yankee si volvería a hacer alguna de las películas que rodó y comentó: Si, "Falstaff", porque encontré un productor que estaba loco por el cine, como yo.
Un desbordante despliegue de genio, una lección de cine con una batalla que ha pasado a la historia de la cinematografía.




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