miércoles, 25 de septiembre de 2013

EL LEÓN EN INVIERNO

El rey Enrique II Plantagenet (Peter O'Toole), tras una vida de luchas continuas, ha logrado construír un reino considerado como uno de los más poderosos de Europa. Como él mismo dice en uno de los diálogos, no quiere ser como el rey Lear y repartir el reino entre sus hijos, él desea que pase íntegro a uno de ellos, considera que el reparto traería la debilidad ante sus potenciales enemigos.
Con el objetivo de resolver la cuestión de la sucesión, traslada la corte temporalmente al castillo de Chinon, en Arles (Francia), allí convoca a su esposa, Leonor de Aquitania (Katharine Hepburn), a quien mantiene prisionera desde hace 10 años en el castillo de Salisbury, a sus tres hijos varones, Ricardo (Anthony Hopkins), que pasará a la historia con el sobrenombre de "Corazón de León", John (Nigel Terry), el futuro Juan Sin Tierra y Geoffrey (John Castle), además del rey de Francia, Felipe II Capeto (Timothy Dalton) y su hermana Alais (Jane Merrow), que es también amante de Enrique.


James Goldman adapta para el cine la que es su obra de teatro más conocida, que había sido estrenada en Broadway un año antes con gran éxito.


Goldman era un apasionado de la historia y, con personajes históricos, crea una obra de ficción imaginando, en primer lugar, cómo sería el lenguaje de los personajes de la época y, a partir de ahí, todo lo demás.


A pesar de desarrollarse en un contexto histórico y, como hemos dicho, con personajes que existieron en la realidad, no es una película histórica en el genuino sentido de la expresión, en realidad se trata de un estudio de personajes y sentimientos que podría desarrollarse en cualquier otro momento cronológico, pues el drama que se representa es intemporal, un juego de ambiciones, disimulos, envidias, odios, codicia y maldad; un torrente incontenible de sentimientos heridos, deseos insatisfechos, confesiones humillantes y traiciones manifiestas. El juego por excelencia es la esgrima verbal, con un brillante despliegue de estrategias en busca de la derrota del adversario, dialéctica o real.


La obra implica un constante desafío para los intérpretes, todos ellos muy bien en sus papeles, con un joven Anthony Hopkins y un debutante Timothy Dalton como nombres más conocidos entre los secundarios y una pareja protagonista que alcanza un nivel de interpretación excelso, O'Toole estuvo nominado al Oscar, aunque al final no lo consiguió, algo que sí logró su compañera de reparto, una Katharine Hepburn a quien no vamos a descubrir, maravillosa, mostrándose como la gran dama de la escena que fue, una señora en el más noble sentido del término.


Película de estructura teatral, con infinidad de diálogos, prácticamente todo el film son diálogos, de gran nivel, sí, pero que en algunos momentos pueden hacer lento el desarrollo de la trama, quizá hasta un tanto tedioso, si no fuera porque ver a estos dos monstruos de la pantalla, hace que nos olvidemos de todo lo demás.
Me pareció muy interesante la ambientación, no porque esté más o menos lograda, que lo está y sin necesidad de recurrir a mucha parafernalia, sino porque refleja con bastante realismo lo que podía ser la vida en una corte europea del siglo XII, con pobres construcciones de madera y paja en el interior de las fortalezas adosadas a los fuertes muros de piedra; el suelo de las zonas abiertas embarrado; gallinas y perros deambulando a su albedrío y los personajes, incluído el rey, sin grandes oropeles y ostentaciones, alejada de los estereotipos que nos han sido transmitidos por el cine y la literatura modernos.




4 comentarios:

  1. Todo el cine histórico de esta época no está mal ambientado. Está mal iluminado. Si se fijan los seguidores de El Dardo al ver la peli ,y muchas otras, los interiores producen una sombras irreales para los focos de luz originarios. Pero ya digo es un defecto general en el cine de épocas anteriores a la luz de gas o la electricidad.

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  2. Extraordinaria película y que actores. Puro teatro.

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