jueves, 22 de mayo de 2014

VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA

El profesor alemán Otto Lidenbrock descubre un escrito cifrado de Arne Saknussemm, un alquimista islandés, en el que explica que ha estado en el centro del planeta. El profesor Lidenbrock pretende seguir los pasos de Saknussemm y emprende una expedición acompañado por su escéptico sobrino Axel y el impasible guía islandés Hans. El grupo penetra por un volcán hacia el interior del globo terráqueo, en donde vivirán innumerables peripecias, incluyendo el asombroso descubrimiento de un mar interior y un mundo mesozoico completo enterrado en las profundidades.
Para quienes consideran a Verne un autor cuyos relatos han quedado viejos, nada como la lectura de una novela como esta, en la que su desbordante imaginación nos lleva por mundos imposibles que responden, sin duda, a sus sueños de aventurero.
Aquí los temas centrales que permiten exponer sus vastos conocimientos a Verne, son la geología y la paleontología y, cómo no, se saca de la chistera un mar interior para podernos hablar de su gran pasión marinera.
Como en otras de sus novelas, hace vivir a sus personajes una aventura tras otra, llevándoles a situaciones límite de las que salen indemnes en el último momento y que sirven para dar ritmo a la novela y para que el autor francés siga combinándolo con sus amplios conocimientos científicos y no pierde la ocasión para hablarnos de algunos inventos de la época, como la lámpara de minero, creada por los físicos franceses Dumas y Benoit a partir de la bobina de Ruhmkorrf y el tubo de Geissler.
Existe la idea generalizada de que la obra de Julio Verne carece de otro propósito que el meramente lúdico y que el uso que el autor realiza del lenguaje no revela otra finalidad que la de distraer a los lectores. Lo dirán, quizás, porque utiliza un lenguaje claro y sin ornamentación inútil, que hace que sus novelas resulten fáciles de leer, como si calidad y lenguaje rebuscado fueran sinónimos.
Sea como fuere, Verne nos abre con esta novela una ventana a un mundo en el que los sueños están al alcance de todo aquel que los persiga con voluntad, idealismo y esperanza.



2 comentarios:

  1. Una de mis primeras lecturas, en aquella magnífica colección de la extinta Editorial Bruguera. De entre sus muchas adaptaciones cinematográficas me quedo con dos: la ya clásica de Henry Levin (1959), con James Mason como protagonista, y la menos conocida de Juan Piquer Simón (1976), cuyo enlace te facilito: https://ok.ru/video/1627204422250

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