sábado, 5 de julio de 2014

GRANDES PRINCIPIOS DE NOVELA (CIEN AÑOS DE SOLEDAD)

Si esa atrayente y perturbadora presentación del coronel Aureliano Buendía, es un prodigio de potente prosa que atrae al lector, la frase que cierra este inicio, la referida a un mundo recién nacido, siempre ha sido una de mis favoritas de cuantos libros han pasado por mis manos.

CIEN AÑOS DE SOLEDAD:

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.


Una frase que encierra la definición de ese nuevo universo que García Márquez nos acerca, ese llamado realismo mágico, del que Cien años de soledad es el texto paradigmático.




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