martes, 15 de julio de 2014

LA MUERTE DE IVAN ILICH

Probablemente esta sea la más conocida entre las novelas breves de Tolstoi, en ella relata cómo ha sido la vida de este hombre, en quien su familia tenía depositadas grandes esperanzas tras haberse licenciado en la Academia de Jurisprudencia de San Petersburgo. Tras ocupar diversos cargos en la judicatura, al fin logra un puesto de relevancia, lo que le permite vivir acorde con su posición social y, sobre todo, satisfacer las exigencias de su esposa, Praskovia Fiódorovna Mijel, una mujer de buena familia a la que conoció cuando estaba destinado en una ciudad de provincias; ella le gustaba, pero se casó sin estar enamorado.
Los primeros tiempos de su matrimonio fueron felices, justo hasta que Praskovia Fiódorovna alumbró a su primer hijo, desde entonces el matrimonio se convirtió en terreno de disputas y de infelicidad, lo que lleva a Ivan a refugiarse en su trabajo.
Curiosamente, el más importante acontecimiento de la vida de Ivan Ilich, será su muerte y una reflexión sobre las ideas de Tolstoi en torno a este hecho que iguala a todos los seres humanos, es lo que ocupa la mayor parte de la novela.
Ivan se da cuenta de que su vida se ha ido en cosas fútiles, en la búsqueda del éxito profesional y que al final de sus días está huérfano del amor de los más allegados y será, irónicamente, un criado, Gerasim, quien alivie sus padecimientos. Iván se fijó en que Gerasim era el encargado de hacer la más humilde y repulsiva de las tareas concernientes al cuidado del enfermo: vaciar su orinal. Un día en que le preguntó sobre este particular y si no le resultaba desagradable, descubrió toda la grandeza de alma del siervo que se convirtió en el bálsamo inseparable del moribundo.
Arturo Uslar Pietri, nos indica en el Prólogo de una de las ediciones de esta obra literaria que León Tolstoi es un personaje que “Vive en medio de la imperfección y de los instintos arrastrado por una sed de amor y de justicia que no logra saciarse. Está agobiado de conmiseración por la suerte de todos los hombres y particularmente, por la de los humildes y los pobres. Le parece que en todas partes el hombre es la víctima de una maligna estupidez que lo degrada. Y la peor y la más inaceptable de todas las injusticias le parece la muerte”.




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