miércoles, 13 de agosto de 2014

NORDWAND

En 1936, la cara norte del mítico Eiger, era la única ascensión que quedaba por realizar en los Alpes. Según la tradición local, Eiger, significa ogro y así era conocido porque se tragaba a todo aquel que osara intentar su ascenso por la vertiente aún virgen.
Todos los años, algún escalador perdía la vida en el intento, de hecho, en uno de los diálogos de la película, dos guías que ofrecen sus servicios a los turistas que llegan al hotel que hay en la base del pico, comentan ante la llegada de dos escaladores italianos (que por cierto, perdieron la vida en su intento de ascensión en 1938): Mira quienes vienen, Bartolo Sandri y Mario Menti, y otro responde, otro par de tontos, vienen en tren y se van en un ataúd.
El régimen nazi y concretamente su ministro de propaganda, Joseph Goebbels, convierten el reto del ascenso por la cara norte del Eiger en un desafío para la raza aria, en vísperas de los Juegos Olímpicos de Berlín, compara el desafío con una hazaña olímpica.
Dos escaladores bábaros, Toni Kurz (Benno Fürmann) y Andi Hinterstoisser (Florian Lukas), se preparan para atacar el pico, mientras otros dos escaladores austriacos también emprenden el ascenso, ambas cordadas se unirán a mitad de camino. Los alemanes, no tienen filiación política, pero los dos austriacos, pertenecen al partido nazi, lo que despierta el interés del diario Berlín Zeitung, que envía al lugar a uno de sus editores, Henry Arau (Ulrich Tukur) y a una reportera, Luise Fellner (Johanna Wokalek) a cubrir el desafío.


La película se basa en hechos reales, y el guión adapta la peripecia del intento de coronar el Eiger que emprendieron los alemanes Toni Kurz y Andreas “Andi” Hinterstoisser y dos alpinistas austriacos, Edi Rainer y Willy Angerer, durante el verano de 1936.

 
Con una excelente fotografía que, por un lado, aprovecha muy bien los maravillosos paisajes alpinos y sabe retratar de forma espectacular el Eiger desde distintos enfoques y, por otro, nos aporta un buen tratamiento en tonos cálidos de las escenas que se desarrollan en el interior del hotel de montaña.

 
La ambientación es otro de los apartados destacados, consiguiendo recrear perfectamente lo que pudo ser el ambiente que rodeó la escalada en el momento, con un trabajo de documentación excelente a la hora de mostrar las vestimentas y el material de los escaladores, incluso en los más pequeños detalles, algo que sabrán apreciar los amantes de este arriesgado deporte que, a su vez, se hayan documentado sobre la evolución de los citados materiales.
La reconstrucción del entorno, supuso un gran esfuerzo para el equipo, ya que los alrededores de la estación de Kleine Scheidegg, donde se rodaron las escenas del ferrocarril de montaña (espectaculares), fueron limpiados de elementos modernos y el tren cremallera que se ve en el film, es uno de los de época que conservan los propietarios de la línea actual.
Me ha gustado también el montaje del film, que logra ensamblar casi a la perfección, las escenas de la ascensión, con planos de estudio y de exterior.

 
La película va mas allá de la reconstrucción histórica, en un deseo es mostrar la ilusión de unos jóvenes que se mueven en un contexto histórico que no les representa. Lo triste del caso es que si logran su objetivo, Alemania les premiará. Si mueren en el intento, serán mártires de la patria. Pero si vuelven sin hacer cumbre, la expedición será un fracaso y Goebbels se sentirá defraudado.

 
El film está dividido en dos partes, la primera, nos presenta a los protagonistas, los dos escaladores alemanes, que sirven una unidad de montaña del ejército, de la que se dan de baja cuando se les niega el permiso que solicitan para poder llevar a cabo su aventura y a los que se ve bastante al margen del ambiente nazi que les rodea; además está la historia de la reportera, que conoce a ambos escaladores, ya que son del mismo pueblo, y que aporta un toque romántico al film, pues entre Toni y ella, hay una historia de amor un tanto peculiar.
La segunda mitad, se centra, sobre todo, en la ascensión.

 
Qizá ese elemento romántico, sea lo menos conseguido de la película, cuyos mejores momentos son los referentes a la ascensión, en los que logra transmitirnos todo el dramatismo de la peligrosa escalada y logra meter al espectador en el drama que se cierne sobre los alpinistas hasta desembocar en el dramático final que está narrado de una manera brillante.
Los realizadores se muestran comedidos a la hora de utilizar efectos especiales y sólamente lo hacen en las escenas más peligrosas. Casi toda la escalada está rodada en exterior y se utilizó el plató en los momentos imprescindibles. A mí me ha resultado entretenida, interesante y, en ocasiones didáctica, sin hacerse cargante, en lo referente a la escalada, sus técnicas, el material y la manera de acometer una aventura de este calibre.

 
 
 

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