miércoles, 17 de septiembre de 2014

BENEATH HILL 60

Oliver Woodward (Brendan Cowell), acabados sus estudios de ingeniería, comienza a trabajar en una explotación minera de Queensland (Australia).
Estamos en 1916, en pleno apogeo de la I Guerra Mundial y aunque Woodward está en edad de alistarse, los directivos de la empresa para la que trabaja, le convencen para que se quede en su puesto y, desde allí, colaborar en los esfuerzos de guerra.
Durante ese tiempo, comienza una relación con Marjorie Waddell (Bella Heathcote), mucho más joven que él, hija de unos granjeros, que intenta convencerle de que no se aliste, pues Woodward está cada día más inquieto, sintiéndose como un cobarde por no estar participando en el conflicto armado.
Al final, se despide de Marjorie y se incorpora a las filas del ejército, que acaba de crear una unidad de zapadores encargada de cavar túneles para minar las líneas enemigas.
Casi sin entrenamiento, Woodward es destinado al frente alemán con el grado de teniente. En las primeras escenas del film, le vemos, con un cabo de vela, deambulando por los túneles donde están los hombres que van a ser sus subordinados, Woodward está perdido en aquel dédalo de galerías. Su participación en la guerra, ha comenzado.

Durante la I Guerra Mundial, una batalla subterránea se libró en el frente occidental, donde los alemanes, por un lado y los aliados, por otro, se dedicaron a excavar túneles bajo las trincheras enemigas, con el fin de minarlas y hacer saltar por los aires a sus oponentes.
Miles de hombres (y niños), de las zonas mineras de Baviera, fueron literalmente lanzados a los subterráneos para librar una guerra de la que, en muchos casos, nada sabían.
Para hacerles frente, los aliados alistaron a gente con experiencia en las minas, encargados de contrarrestar la mortífera ofensiva, aunque con una edad media de 42 años y polvo en sus pulmones, con lo que algunos enfermaban o morían durante su estancia en el frente.
El grupo de australianos al que pertenece Woodward, es trasladado hasta el frente belga, donde participarán en el minado de la colina 60, en un terreno peligroso, donde las filtraciones de agua son continuas y donde llevarán a cabo, junto a zapadores de otras naciones, la mayor voladura que jamás se llevó a cabo antes de la era nuclear, que hizo desaparecer del mapa la colina y cuya onda expansiva fue registrada en lugares tan alejados como Londres o Dublín.

La I Guerra Mundial, supuso un cambio de conceptos en muchos aspectos de la guerra, entre otros en el sentido de la caballerosidad que todavía reinaba entre algunos oficiales e incluso en los propios regimientos.
La guerra subterránea era considerada como poco honorable y las unidades que participaron en ella, hubieron de soportar no pocos desprecios de sus propios compañeros de armas.
Las condiciones de vida, como puede suponerse, eran bastante deleznables, si a los peligros propios de la acción bélica, unimos las malas condiciones de salubridad que la guerra de trincheras acarreó, el uso de gases de manera indiscriminada y la propia dureza añadida del trabajo minero, podemos hacernos una idea, aunque sea remota de la situación de estas tropas tan peculiares.


La estructura de la película incluye unos cuantos flashbacks que nos llevan directamente desde las trincheras europeas a la granja australiana donde el protagonista vive los primeros momentos de su amor con Marjorie, insertados de manera regular, como sirviendo de contrapunto a la claustrofobia de los túneles que, por otra parte, en ningún momento resulta agobiante, porque se presenta como una especie de antítesis de lo que ocurre fuera: barro, suciedad, disparos y muertos o heridos. Los túneles son, en palabras del propio protagonista, un lugar acogedor, que brinda protección frente al frío, la lluvia o el hostigamiento constante del enemigo; son el lugar donde el espíritu de camaradería y solidaridad se sublima, en parte por el mismo peligro que sufren bajo tierra, pero también por la inevitable cercanía en la que viven todos los días.
Interpretada por actores australianos desconocidos en estas latitudes, la película está acompañada por una buena banda sonora y muy bien ambientada para transmitirnos todo el agobio y la incomodidad que aquella guerra de trincheras supuso para los combatientes, con el barro metiéndose por las heridas abiertas.


Es cierto que el film podría haber optado por ser más efectista, por exprimir la tensión de los túneles, donde en cualquier momento podía aparecer el enemigo a la vuelta de un recodo en una galería. Esos peligros se nos plantean, sí, pero sólo eso (que no es poco), sin efectismos, casi sin tensión, porque la película opta por centrarse en el agobio que la propia situación bélica y las condiciones de trabajo, tienen en los soldados excavadores.
Al final del film, hay una escena, cuando los trabajos de tantos días han culminado, dejando muertos en el camino y se va a producir la voladura, en la que el capitán Woodward tendrá que tomar la decisión más difícil de su vida y en la que emotividad llega a su punto culminante.
Buena, entretenida e interesante película, que nos traslada la visión de una guerra que se torna mucho más dura, por las condiciones físicas y morales en que se desenvuelven sus protagonistas.




4 comentarios:

  1. Sí que parece entretenida y original, una película bélica que aborda este punto de vista de la guerra algo desconocido.
    Saludos

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    1. Y bien hecha. Se agradece que de vez en cuando vengan los australianos, por ejemplo, como es el caso, a dar una pequeña leccioncita al cine de Hollywood de cómo hacer un buen film, con poco presupuesto y que resulte interesante. Claro, después viene lo de la distribución.

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  2. Pues actualmente los españoles debemos ser unos consumados expertos en este tipo de guerra. Tal y como tenemos Madrid repleta de túneles de vehículos y metros habrá un tropel de consumados tuneladores.

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