viernes, 26 de septiembre de 2014

VEER-ZAARA

Veer Pratap Singh (Shahrukh Rukh Khan) es un piloto de rescate que vive en la India. Zaara Hayat Khan (Preity Zinta) vive en Pakistán con su familia de gran influencia política. Su padre ha arreglado su matrimonio con el hijo de un socio. Cuando su anciana nodriza, a la que está muy unida, se encuentra en su lecho de muerte, le pide a Zaara que lleve sus cenizas a su patria, la India, para descansar en su tierra. Zaara, aun sabiendo que al marcharse causará un gran disgusto en su casa, parte hacia la India.
A causa del accidente que sufre el autobús en el que viaja, conoce a Veer, que la rescata. Cuando Zaara le cuenta el por qué de su visita a la India, él decide acompañarla durante dos días, para que cumpla sin problemas su misión, puesto que ella es musulmana y además extranjera en esa tierra. 
Zaara, agradecida, le dice a Veer que le pida cualquier cosa para recompensarle por la ayuda que le ha prestado. Veer le pide que le conceda un día de su vida antes de partir, aprovechará para llevarla a su aldea, para que conozca el lugar en el que creció (Punjab). Una vez allí, conoce a los tíos de él que lo criaron cuando quedó huérfano. Su sueño es hacer progresar la aldea a través de la enseñanza.
A la hora de marcharse, en la estación de tren, aparece el prometido de Zaara, Razaa (Manoj Bajpayee), que enseguida se da cuenta de que Veer está enamorado de su prometida. En un momento a solas, al despedirse, Veer le confiesa a Zaara que pensaba pedirle que no se marchara, pero ahora que ve que está prometida, no tiene nada que hacer.
De vuelta a casa, Zaara no puede dejar de pensar en Veer. Tan mal se encuentra, que Shabbo (Divya Dutta), amiga y sirvienta de la casa, localiza a Veer y le pide que venga por ella y que huyan, porque Zaara no se atrevería a hacerlo por sí misma.
El día del compromiso de Zaara, Veer aparece en la ceremonia. Al padre de ella le da un desmayo, y el médico recomienda a la familia que no le den más sobresaltos o morirá. En vista de esto, la madre de Zaara se dirige a la casa de Shabbo, donde habla con Veer y le pide que deje a Zaara, por el bien de la familia. Movido por las palabras de la mujer, Veer dice que no piensa robar a unos padres su hija y que Zaara habrá de casarse con el hombre que ellos elijan.
Veer, al tomar un autobús, es detenido por unos agentes de policía, que lo llevan a la comisaría, acusándolo de espionaje. En el interrogatorio aparece Razaa, que se hace cargo de la situación; a solas le dice que firme unos papeles declarándose culpable de espionaje. Con ello asegurará la felicidad de Zaara, pues él la tratará bien. Si no lo hace, él la hará infeliz.


La película narra toda esta historia de amor que hemos resumido y que el protagonista le va contando a Saamiya Siddiqui (Rani Mukerji), la abogada que se va a hacer cargo de su defensa en la revisión de su caso.
Veer es un muerto en vida, ya que en Pakistán está encarcelado bajo otro nombre, el del verdadero espía (se supone) y en la Indía, le dan realmente por muerto, pues el autobús en el que debía regresar, se despeñó por un barranco y explotó, sin que hubiera supervivientes. Ahora es, sencillamente, el preso 786, el número sagrado de Allah, que se ha negado durante durante 22 años a hablar una sola palabra. Sin embargo cuando aparece la abogada, se decide a contarle su historia, porque ella le llama por su nombre y le asegura que cree en su inocencia.


Con todos los tópicos del cine de Bollywood, mucho colorido, canciones y bailes cada 10 o 15 minutos, largas escenas, buena fotografía y una verdadera obsesión de mostrarnos a los protagonistas bajo la lluvia, el film destila edulcorante a chorros, en un mundo maravilloso, en el que hasta la celda en la que está el preso, resulta casi agradable.
¿Las actuaciones?, Pues están muy guapos todos, la verdad, así que vamos a dejarlo ahí.
La peli dura tres horitas, pero se ve con agrado, en mi caso, claro, porque tiene un algo especial que sólo se encuentra en este cine hindú y que en occidente se ha perdido, por mentalidad y porque se ha superado aquella época dorada de las comedias pastelosas, así que en algunos aspectos, es como una vuelta al pasado, algo que hecho a menudo resulta insufrible, pero de vez en cuando, tiene su encanto.


Una vez soltada la andanada que precede, hay que señalar que, bajo la apariencia de culebrón venezolano, la película ofrece un mensaje muy reivindicativo a favor de la emancipación femenina, por un lado y de la reconciliación Indo-Pakistaní, por otro.
Yo no sé si es que por aquellos lares, el mensaje, tan directo y explícito, hay que presentarlo con esta envoltura, ya digo que no lo sé, pero sí que, formas aparte, me ha parecido muy valiente, sobre todo el referente al enfrentamiento entre las dos naciones, con unas heridas aún sangrantes y un trasfondo religioso muy determinante.




2 comentarios:

  1. No la he visto Trecce, pero no crees que tres horitas es un poco larga. Aunque por lo que leo, tu la llevaste bien.

    Saludos

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    1. Estas pelis de Bollywood son así o más largas, se ve que al público hindú le gusta amortizar el precio de la entrada.

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