miércoles, 6 de mayo de 2015

LOS ÁRBOLES MUEREN DE PIE

Película argentina de 1951, en la que el dramaturgo español Alejandro Casona, adapta al cine su propia obra teatral que había sido escrita y estrenada en el teatro en el propio país sudamericano en el que Casona se hallaba exiliado desde la Guerra Civil.
Una comedia dramática en la que, como en algunas otras obras del autor, se representa un mundo entre imaginario y real, en esta ocasión, un filántropo ha creado una especie de agencia que se dedica a ayudar a almas desesperadas. Un día reciben la llamada del Sr. Balboa, en cuya casa se ha recibido la noticia de que el nieto, un pájaro de cuenta al que hubo de echar hace veinte años, regresa desde Canadá, pero el barco en que hacía la travesía se ha hundido. Durante todos estos años, el señor Balboa ha ocultado a su esposa la verdadera vida del crápula de su nieto, escribiendo cartas en su nombre, en las que ha ido contando el devenir de su imaginaria vida. Ahora, no desea que la abuela se entere de que su nieto ha muerto, pues supone que esto sería el fin de la anciana y por eso pide ayuda. Dos miembros de la agencia, se harán pasar por el nieto y su esposa, todo transcurre felizmente, hasta que el verdadero nieto, que había tomado otro barco, aparece.
El guión aprovecha el medio cinematográfico para recrearse al inicio de la película en la presentación de los protagonista, sobre todo de Isabel (Zoe Ducós).
A partir de ese momento, cuando ya entramos en el meollo de la trama, la estructura es muy teatral, incluso en sus decorados, obra de un reconocido escenógrafo, Gori Muñoz (Gregorio Muñoz), valenciano de nacimiento, que desarrolló una extensa carrera artística durante la cual participó en numerosas películas.
En el film intervienen algunos nombres míticos de la escena argentina, entre otros, los inolvidables Amalia Sánchez Ariño, José Cibrián y Arturo García Buhr.
Película entretenida, digna para los medios con los que cuenta, lejos de las producciones norteamericanas del momento, con algunos diálogos y situaciones muy divertidos y con unos actores que, a pesar del tono declamatorio propio de su origen teatral, realizan unos trabajos bastante convincentes.




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