miércoles, 30 de septiembre de 2015

¡ADIÓS CORDERA!

Rosa (Gloria Romero) y Pinín (Carlos Juliá), dos hermanos de corta edad que viven en una pequeña aldea asturiana, se pasan el día en el prado cuidando de la Cordera, una vaca que, para ellos, es una más de la familia.
La madre de los niños está enferma y, desde hace meses, no se levanta de la cama, por lo que su marido, Antón (Carlos Estrada), está muy preocupado, hasta que el médico le dice que no tiene solución, que la enfermedad es grave y que, seguramente, morirá en cualquier instante, algo que, por desgracia, sucede al poco tiempo.
Aunque su esposa le pidió en el lecho de muerte que no vendiera nunca a la Cordera, agobiado por las deudas y ante la amenaza de un inminente desahucio, Antón lleva la vaca al mercado, aunque, como si quisiera que la venta no se llevara a cabo, pide por la res un precio exorbitante. Regresa con la vaca a casa, pero será sólo por unos días, ya que cuando ve que nadie le va a prestar lo indispensable para salir del paso, de nuevo se plantea la necesidad de vender a la Cordera, algo que sabe que partirá el corazón de sus pequeños.
Cuando vuelve a llevarla a la feria, Pinín y Rosa le siguen a distancia y contemplan desde lejos, los regateos que lleva su padre, pidiendo en su interior que no cierre ningún trato que les prive de la presencia de su querida vaca.


Basada en un relato breve de Leopoldo Alas "Clarín", el guión, respetando lo fundamental, altera algunas cosas, la principal se refiere al personaje interpretado por Emilio Gutiérrez Caba que le sirve para solucionar, pienso que de manera brillante, la escena final en la que une dos pasajes que en la novela transcurren en épocas diferentes.


Los escenarios naturales, tanto interiores como exteriores, están rodados en Asturias y enriquecen la ambientación general del film. Con unas interpretaciones entre las que destaco la de un estupendo José María Prada, dando vida a Rufo, un personaje un tanto cínico, no menos hipócrita que aquellos a quienes critica y también la enternecedora interpretación de los dos niños.
Buena fotografía de un clásico del cine español como es Cecilio Paniagua, cuyo saber hacer y profesionalidad se deja notar en la cinta, con algunos encuadres realmente originales.


Como pasa en el cuento de Clarín, la película tiene una lectura en clave simbólica. Aunque el relato propiamente dicho es sencillo y lo que le puede quedar al espectador es la tristeza por la desgarradora imagen final, los mensajes que encierra, todos ellos consecuentes con la ideas de Clarín, son otros. Desde la contraposición entre el mundo urbano y el rural, hasta la crítica a la pobreza y las desigualdades sociales, para acabar con un dardo directo y certero a un problema de la época, como era el de la Guerra (en la novela los enfrentamientos carlistas y el film la guerra de África), con esa impresionante escena del final en la que los soldados que van al degolladero africano, viajan en el mismo tren que las reses destinadas al sacrificio.
Buena película que recoge bastante bien el espíritu del original literario.





martes, 29 de septiembre de 2015

A CONTRACORRIENTE

El pasado 27 de septiembre, coincidiendo con las eleciones catalanas, el PNV celebraba el Alderdi Eguna en las campas de Foronda, tras hablar del futuro en Europa, el presidente del Euskadi Buru Batzar del PNV, Andoni Ortuzar, preguntaba a los congregados si alguno tenía algún problema en perder la nacionalidad española y, como cuando preguntaban los payasos de la tele, respondieron a coro: ¡NOOOOO!
Envalentonado el Sr. Ortuzar soltó su frase lapidaria: Nosotros somos vascos y sólo vascos.
Aquello me sonó a esos chistes malos de vascos, en los que se caricaturiza a los habitantes del país vascongado, y en los que el Patxi de turno dice aquello de que en el mundo están los de Bilbao y el resto son habitantes de los barrios, u otras tonterías por el estilo.
En fin, que este hombre, se habrá quedado tan orondo después de tamaña reflexión. La Unión Europea, tiene una meta, una razón de ser última, aunque sea un sueño que parece irrealizable y que aunque lo fuere, en todo caso, no será real a corto plazo y seguramente no lo veremos nosotros, esa meta es la desaparición de los estados que la conforman para ir cediendo su soberanía a la Unión en pos de un ente supranacional más fuerte. Y viene este hombre a pontificar, lanzando soflamas populistas en un ambiente favorable sin que nadie le advierta que está llevando la trainera contracorriente.




lunes, 28 de septiembre de 2015

LA SEMILLA DEL DIABLO

Rosemary Woodhouse (Mia Farrow) y su marido Guy Woodhouse (John Cassavetes), un actor poco reconocido que lucha por abrirse camino en su carrera, se mudan a un edificio de apartamentos neoyorquino, el Bramford, envuelto en una ominosa leyenda y habitado por ancianos.
Un día que está en la lavandería, Rosemary conoce a Terry (Victoria Vetri), una joven de su misma edad a la que han acogido en su casa, unos vecinos del edificio, el matrimonio Castevet que, según cuenta Terry, la tratan como a una hija. Sin embargo, Terry aparece un día sobre la acera tras haber saltado desde una ventana del edificio.
Los Woodhouse son invitados a cenar por Minnie (Ruth Gordon) y Roman Castevet (Sidney Blackmer), tras conocerles, Rosemary se muestra renuente a frecuentarlos, no sólo porque los considera extraños sino también por los misteriosos ruidos procedentes de su apartamento; Guy, sin embargo, parece sentirse encantado con los Castavet.
Poco después de que su marido haya conseguido un importante papel en Broadway, debido a la circunstancia extraña de que el actor que iba a representar la obra se ha quedado ciego de forma súbita, Rosemary queda embarazada, y los Castavet empiezan a mostrarse especialmente interesados por su salud; mientras se siente cada vez más enferma y aislada, Rosemary comienza a sospechar que los Castavet y sus amistades no son lo que aparentan.


Basada en la novela del mismo título del escritor Ira Levin, el guión se acerca al original casi al pie de la letra, al punto de detenerse en las descripciones que hace Levin de la ropa o de los colores, para reproducirlos en el film.


Estupendamente ambientada, la película tiene una banda sonora, cuyo tema principal se repite de forma recurrente, pero sobre todo en el arranque y final de la película, en los que se reproduce de manera íntegra y puede apreciarse, además de la calidad de la melodía, ese aire de canción de cuna que va creando ambiente y poniendo en antecedentes al espectador de lo que va a presenciar. Ruth Gordon, obtuvo el Oscar a la mejor actriz de reparto por su interpretación de Minnie Castevet.
Con una magnífica interpretación de Mia Farrow, que si ya lo era, aquí acabó de convertirse en un verdadero icono de determinado tipo de estética femenina.


Señalado casi de forma unánime como la obra cumbre de Roman Polanski, el film siembra el desasosiego y trae la angustia y el miedo a base de sugerir, sin recurrir a los trucos manidos de las apariciones sorpresivas, o a los efectos musicales estridentes.
Con elegantes movimientos de cámara, Polanski consigue meternos en el universo desquiciante de la protagonista, agobiada por los miedos que emanan de su entorno y de los que el espectador acaba siendo partícipe.
Una gran película que, para mi gusto, mejora la novela.




sábado, 26 de septiembre de 2015

LA BATALLA DE KASAMA

La I Guerra Mundial acabó oficialmente a las 11:00 horas del día 11 de noviembre de 1918.
Pero no fue así del todo, al menos en las posesiones africanas de Alemania en el África Oriental (más o menos, las actuales Burundi y Ruanda), allí el general Paul Emil von Lettow-Vorbeck, derrotó a las tropas inglesas en la batalla de Katama, librada el 13 de noviembre de 1918, dos días después de producirse la rendición de Alemania. Diez días después, al recibir Lettow la confirmación de la rendición germana, entregó sus armas en Abercorn, en la actual Zambia.
Como único general invicto alemán fue autorizado a realizar al frente de sus tropas, un desfile de la victoria bajo la Puerta de Brandenburgo.
Más tarde los nacionalsocialistas trataron de atraer a su causa a Lettow, considerado en Alemania como un héroe, pero este siempre se negó a ingresar en el partido nazi, seguramente por su componente racista que él no compartía, entre otras razones, porque buena parte de sus tropas africanas (muy inferiores a las de los británicos), la componían nativos, los míticos "askaris", para los que él había demandado un trato igual al de los soldados germanos, pero el gobierno alemán tenía otras prioridades y no fue hasta 1964, cuando el gobierno alemán decidió recompensar económicamente a los "askaris". Pero había un problema, Lettow, que ya había fallecido, había entregado a sus fieles askaris, un documento en el que certificaba su condición de soldados alemanes, documento que 46 años después muchos, si no todos, habían perdido y había, como de costumbre, espabilados que querían aprovechar la situación y ganarse unos marcos sin haber pertenecido nunca a los askaris.
Los alemanes idearon un método infalible para separar el grano de la paja, les dieron un palo y en alemán empezaron a mandar ejercicios de fusil tal y como Von Lettow les había enseñado, no hubo duda, sus verdaderos hombres recordaban a la perfección lo que su gran general les había enseñado.



viernes, 25 de septiembre de 2015

MARTÍN FIERRO

Martín Fierro (Alfredo Alcón), trabaja en su rancho cuidando su ganado y disfrutando de la compañía de sus dos hijos y de su esposa.
Hallándose en una pulquería tomando unos tragos y rasgueando la guitarra, se presenta un grupo de soldados, para hacer una leva en nombre del gobierno y llevarse hombres para la guerra que se está librando en la frontera contra los indios. Uno de los elegidos para partir es Martín Fierro que, al parecer tiene alguna cuenta pendiente con el responsable del reclutamiento, que no atiende a razones de que Martín está casado y tiene hijos a los que mantener.
Cuando llega al fortín en el que van a servir, se da cuenta de que los indios aparecen y desaparecen cuando les viene en gana y roban las cosechas y los caballos, sin que el ejército intervenga, mientras la tropa es empleada trabajando las chacras o levantando edificios en provecho de los oficiales corruptos que, no contentos con tener mano de obra gratis, también escamotean su paga a los soldados, quedándose con un dinero que nunca llega a sus destinatarios.
Cuando lleva años sirviendo en la frontera, sin haber cobrado un peso, decide desertar y regresar con los suyos. Al llegar a su casa, se encuentra con cuatro paredes, todo abandonado y sin rastro de su esposa e hijos.


El guión se basa en el poema narrativo del mismo título escrito por José Hernández, en el que se narran la andanzas del gaucho Martín Fierro, como prototipo de hombre pacífico e independiente, pero que se rebela contra las injusticias a las que es sometido por los poderosos.
Con un reparto en el que hay actores muy conocidos de la escena argentina (Lautaro Murua, Alfredo Alcón, Graciela Borges, Mª Aurelia Bisutti, Walter Vidarte...), cuenta con un brillante trabajo fotográfico y una banda sonora firmada por Ariel Ramírez, que se apoya en ritmos folclóricos.


En 1968, Argentina estaba en plena dictadura del general Onganía. Muchos intelectuales habían emigrado ante las duras represiones que hubieron de sufrir y las difíciles condiciones que atravesaba el país, con un régimen de libertades restringido. Quienes optaron por quedarse, se dedicaron a sortear como podían el largo e implacable brazo de la censura.
Torre Nilsson, después de algunos trabajos en los años 40 y 50 que habían despertado el aplauso de las vanguardias europeas, se busca la vida como puede, dadas las circunstancias que hemos expuesto y se refugia en este trabajo, la obra literaria nacional por excelencia del país andino, de la que sale airoso, a mi manera de ver, tomándose con calma las descripciones y acompañando los épicos versos de Hernández con las imágenes del paisaje pampino abierto, duro, agreste y hermoso.
Peor le iría con la mediocre El Santo de la espada, sobre la vida del general San Martín.
De cualquier modo, una buena manera de acercarse al poema de José Hernández y al mítico personaje de su protagonista, cuyo devenir sigue el guión casi al pie de la letra.




jueves, 24 de septiembre de 2015

CHIRIPAS DE LA HISTORIA

Con unos pocos relatos que sirven al autor para reflexionar sobre las casualidades de la vida y que son una especie de introducción, el libro está divido en tres partes: “Historias de los hombres”, “Historias de las cosas” e “Historias de las artes”, que contienen un sinfín de relatos estructurados en capítulos cortos, al final de cada uno de los cuales, hay una suerte de historia dentro de la historia en la que el autor hace que relata una experiencia personal que tiene que ver con su padre, cuya vida no es lo que parecía.
La obra está escrita con un leve toque de ironía, pero no es un libro sobre anécdotas divertidas, aunque alguna lo sea, sino sobre esas casualidades que han ido construyendo el devenir de la historia humana, sus avances, descubrimientos e incluso la conformación del mundo tal y como hoy lo conocemos. Desde serendipias que han dado lugar a grandes descubrimientos que nos hacen la vida más fácil, hasta las casualidades o chiripas que han determinado que un artista famoso lo fuera o que un país o un conjunto de ellos libraran una guerra o estuvieran gobernados por este o aquel y, de tal suerte, la Historia tomara un rumbo diferente al que pudo haber sido; todo eso, que resulta tan entretenido, es lo que hallaremos en este libro en el que su autor, Gonzalo Ugidos, hace gala de su amena prosa y de su gran capacidad de documentarse para construír esta obra y conseguir que sus más de 600 páginas se nos hagan amenas y atractivas. Por su estructura, un libro muy adecuado para leer en cualquier lugar, ya que los capítulos comienzan y acaban determinada historia y se puede dejar y volver a retomar cuando surja la ocasión.




miércoles, 23 de septiembre de 2015

EL PLANETA DE LOS SIMIOS

George Taylor (Charlton Heston) está al frente de una misión espacial que desde la Tierra viaja al espacio a través del tiempo, se supone que mientras para ellos habrán pasado unos cuantos meses, en la Tierra habrán transcurrido varios siglos.
La nave aterriza en medio de una gran superficie de agua, en lo que parece ser un planeta semejante al nuestro, aunque desprovisto de Luna y con tormentas en las que no cae una gota de agua. Tras franquear un vasto desierto y cuando están a punto de agotar sus provisiones, descubren un curso de agua potable, rodeado de vegetación. Mientras se están bañando, aparece un grupo de personas que les roban la ropa y cuando les persiguen, se dan cuenta de que son hombres en un estado muy primitivo de evolución, que se comunican por medio de gestos y gruñidos. De repente, aquellos personajes primitivos, comienzan a correr y nuestros protagonistas descubren a un grupo de simios, unos a pie y otros a caballo, que persiguen a los humanos, incluso con armas de fuego. Uno de los tres astronautas muere y Taylor y el otro superviviente, son apresados y conducidos a un poblado, siendo tratados como verdaderas bestias que es, como descubre Taylor, como les consideran los simios.
Debido a una herida en su garganta, Taylor no puede hablar y se desespera en su intento de comunicarse con Zira (Kim Hunter), una investigadora que parece que es la única que sospecha que él es diferente al resto de sus congéneres.


Adaptación para la gran pantalla de la conocida novela de Pierre Boulle. El guión respeta bastante el contenido del libro, con algunos lógicos cambios, seguramente el más llamativo es el final, del que Boulle en principio se mostraba descontento, para acabar reconociendo que le gustaba más que el suyo propio.


Las imágenes se acompañan de una vanguardista banda sonora que lleva la firma de Jerry Goldsmith, que revolucionó los esquemas conocidos hasta entonces en el género de la ciencia-ficción, con una música innovadora y atonal.
Uno de los apartados que en este film cobran especial notoriedad es el del maquillaje y vestuario, dadas las características del mismo. Está bastante bien resuelto y algunos de sus "hallazgos" forman ya parte de la memoria de los aficionados al género.


El film nos presenta una realidad monstruosa, con un futuro donde los humanos son gobernados por simios (en una especie de mundo al revés), irónica alegoría sobre nuestra absurda manía por dominar el planeta y la imposibilidad de hacerlo. A partir de ese cambio de papeles, puede verse un intento de concienciar a la gente del trato cruel que muchas veces dispensamos a los animales.
La película acaba con una desesperada maldición del protagonista que reniega de la raza humana, cuya sinrazón la ha llevado a la situación en que se encuentra, en uno de los finales más brillantes y conseguidos de la historia del cine.




martes, 22 de septiembre de 2015

SIEMBRA VIENTOS

Es claro que la situación económica y la ceguera de las clases dominantes a la hora de ver la necesidad de hacer concesiones y renunciar, al menos, a parte de sus privilegios, fueron factores determinantes para el triunfo de la Revolución de 1789, sobre todo que el injusto sistema impositivo del antiguo régimen francés era más opresivo a medida que eran mayores los gastos que demandaba el lujo desmedido de la corte.
Como las clases privilegiadas se hallaban eximidas de las grandes contribuciones, éstas recaían en el estado llano, principalmente entre la burguesía y los campesinos, ya que los obreros y artesanos, que nada poseían, poco podían aportar.
Pero hay otras cuantas causas para que se llegara a aquella situación de enfrentamiento sin retorno entre la nobleza y las clases media y popular, entre ellas alguna achacable a la propia clase privilegiada que, como hemos dicho, fue incapaz de ver que había que perder algo para conservar el todo, pero también a sus veleidades con la libertad, una especie de moda que se había impuesto entre los nobles galos unos años antes de la Revolución.
El enamoriscamiento de la sociedad elegante francesa con la causa de la revolución americana era una cosa superficial: la última novedad después de las novelas inglesas y de la ópera italiana. La independencia americana era en los nobles franceses un capricho de moda. Cuando madame Campan —la dama de compañía más cercana de la reina María Antonieta— describe a las más seductoras de las trescientas damas de la corte elegidas para adornar la cabeza venerable de Franklin con una corona de laurel, la locura por los insurgentes parece reducida al nivel de un concurso de belleza.
La bienvenida en loor de multitudes que se ofreció a Lafayette cuando, en 1779, regresó de América era un síntoma de ese estado de cosas. El joven provinciano se había transformado a los ojos de los Grands en un modelo de la caballerosidad francesa. Luis XVI lo invitó a acompañarle a una cacería, y María Antonieta, que poco antes había despreciado a Lafayette por considerarlo un patán vanidoso, ahora lo admiraba. Gracias a ella se le otorgó un ascenso y se convirtió, a los veintiún años, en comandante en jefe de los dragones reales.
No podía saber que Lafayette sería la causa que le costaría la cabeza.
Las consecuencias del compromiso francés en la guerra revolucionaria americana fueron profundamente subversivas e irreversibles.
Algunos de los veteranos que regresaron de la guerra americana, fueron parte determinante en el estallido en Francia de la violencia rural en 1789 (las jacqueries).
Hubo soldados que regresaron y aparecen en la crónica de la Revolución francesa, como el teniente Elie o Louis La Reyne, ambos "conquistadores" de La Bastilla el 14 de julio. El coqueteo con la libertad armada de un sector de la aristocracia —que era rico, poderoso e influyente— aliado con la crisis financiera de la monarquía puso a Francia patas arriba.
Antes de embarcarse a América con el Ejército francés, el conde de Ségur escribió a su esposa en 1782 que "el poder arbitrario gravita pesadamente sobre mí. La libertad por la cual voy a luchar me inspira el entusiasmo más vivo, y desearía que mi propio país gozara de una libertad compatible con nuestra monarquía, nuestra posición y nuestras costumbres". El hecho de que Ségur, representante de la alta nobleza, pudiese suponer alegremente que dicha transformación sería compatible con la monarquía sugiere una enternecedora candidez, pero también explica cuántos de sus iguales podían tomar en serio el carácter ejemplar de América, sin sospechar jamás que el ingenuo anhelo de una nueva edad de oro de amor y armonía casi infantiles conduciría directamente a una "dictadura de la Virtud" en la que ellos serían el primer chivo expiatorio.
Pero hubo mentes lúcidas, capaces de interpretar el peligro de aquellas veleidades y aunque avisaron, no fueron escuchadas, Turgot, el más inteligente de todos los ministros de Luis XVI, argumentó agriamente contra la intervención en América, pronosticando sus consecuencias. Pero perdió ante Vergennes, ministro de Exteriores inmensamente poderoso que, a toda costa, quería acabar con la arrogancia imperial de los británicos y ganó la partida, convenciendo al monarca a favor de la intervención. Pero acabaría también con la monarquía francesa.
Como dijo la vizcondesa de Fars-Fausselandry: "La causa americana parecía la nuestra propia; nos enorgullecíamos de sus victorias, gemíamos con sus derrotas, nos apoderábamos de los boletines y los leíamos en todas nuestras casas. Ninguno de nosotros reflexionó sobre el peligro que el Nuevo Mundo podía representar para el Viejo". O como comentó el conde de Ségur: "Avanzábamos alegremente sobre una alfombra de flores, imaginando apenas el abismo que había debajo".
Como el ser humano es como es, parece que en ocasiones nos cuesta trabajo aprender de la Historia y situaciones parecidas a esta, se repiten una vez y otra, sin que logremos aprender de nuestros errores. Recuerdo la actuación de la propia Francia (otra vez la dichosa Libertad), cuando en 1964 acogió con los brazos abiertos al ayatolá Jomeini, que recibía en su plácido retiro de Neaufle-le-Château, a lo más granado de la intelectualidad progresista que le mostraba su apoyo en su cruzada contra el tiránico Sha Mohammad Reza Pahlavi. Todos ellos callaron cuando Jomeini regresó a Irán el 11 de febrero de 1979, cuando la revolución ya se había consumado, estableció la República Islámica, interrumpió la occidentalización llevada a cabo por el Sha, la ley islámica fue instaurada y apoyó activamente la actuación de grupos terroristas y la propagación de las creencias radicales fundamentalistas islámicas.
O el conocido episodio protagonizado por los norteamericanos que armaron a los muyahidines afganos en su lucha contra los soviéticos, sin ser conscientes de que estaban creando un monstruo, la facción político militar fundamentalista conocida como Movimiento Taliban, que años después golpearía al Tío Sam en pleno corazón.
Y es que cuando sopla el viento, hay quien se pone a favor del mismo y está encantado... hasta que cambia de dirección.



lunes, 21 de septiembre de 2015

EL GRADUADO

Ben Braddock (Dustin Hoffman), acaba de graduarse, consiguiendo una beca prestigiosa gracias a su brillante expediente académico.
En casa le han preparado una recepción por todo lo alto, algo que no concuerda con el carácter retraído de Ben, que se muestra agobiado por tener que comparecer ante vecinos y amigos de sus padres que no paran de felicitarle y augurarle un brillante provenir.
Una de esas invitadas es la Sra. Robinson (Anne Bancroft), que pide a Ben que la acerque a casa en su flamante Alfa Romeo Duetto, regalo de su padre por su graduación.
Cuando llegan a casa de la Sra. Robinson, esta insiste para que Ben la acompañe al interior diciéndole que quiere comprobar que no hay peligro y más adelante insiste en que se quede hasta que llegue su marido porque le da miedo estar sola en casa.
Ben es consciente de que la mujer está intentando seducirle y le dice que no quiere nada con ella, hasta que por fin llega el Sr. Robison (Murray Hamilton), que le anima a que aproveche sus 21 años recién cumplidos y disfrute de todas las oportunidades que la vida le presente para divertirse.
Al día siguiente, Ben telefonea a la Sra. Robinson y se cita con ella en un hotel, será el principio de sus frecuentes encuentros clandestinos, una situación que se verá complicada cuando aparece en escena Elaine (Katharine Ross), la hija de los Robinson y Ben se enamora de ella.


Basada en una novela escrita por Charles Webb, la película omite algunas cosas de las que están en el libro, a pesar de lo cual es bastante fiel al texto original, aunque es cierto que el final, cambia un detalle sustancial que tampoco es trascendente para el contenido de la historia en sí.
Todas las escenas de sexo, están tratadas con humor no exento de cierto toque dramático y, en cualquier caso, a base de sugerir sin mostrar, todo muy elegante.


Aunque el film ha alcanzado fama por otras razones, su realizador, Mike Nichols, que ganó el Oscar de ese año, lleva a cabo en la misma una serie de experimentos con la cámara que no son demasiado comentados, pero que suponen un meritorio trabajo, entre otras cosas, el empleo del zoom para las tomas a larga distancia que se repiten en algunos pasajes del film o la utilización de sobreimpresiones de imágenes. La verdad es que sus experimentos están bastante logrados y nos demuestran que se pueden buscar variaciones y novedades sin renunciar a la calidad y, de paso, sin que sean obstáculo para contar una historia.
Buenas actuaciones y una banda sonora que nos regala las canciones de Simon & Garfunkel, que ya serían motivo suficiente para ver la película.


El graduado es una película mítica en la historia del cine, para comprenderlo es necesario, como casi siempre, tratar de ponerse en la época, entender todo el trasfondo que hay bajo el retrato de la clase media norteamericana y algunas de sus obsesiones y las desesperanzas que se esconden bajo el brillo de sus lindas casas con piscina, en las que viven matrimonios abocados al fracaso, esposas aburridas, alcoholismo, etc.
Ben Braddock es el estereotipo del joven que trata de escapar de aquel mundo, pero no sabe muy bien cómo, algo que el film nos muestra por medio de la propia historia, pero también mediante el uso de símbolos, como el agua en la que se sumerge Ben o los cristales en forma de puertas, ventanas, peceras o mamparas que se interponen en su camino.
Un film muy interesante, con una vena humorística nada despreciable y muy conseguida, que invitan a la risa, además de a la reflexión.




sábado, 19 de septiembre de 2015

LA BATALLA DE MONOCACY

El general sudista Jubal Early, tenía la costumbre de pedir rescate a los pueblos por los que pasaba. Estaba a solo 60 kilómetros de la capital de los yanquis, Washington, y pidió 200.000 dólares a los habitantes de Frederick si no querían que arrasara la ciudad. Como era mucho dinero (el equivalente a 10 millones de euros actuales), Early tuvo que esperar un día hasta que los habitantes pudieran hacer una colecta.
No estaba claro si el objetivo de Early era Washington o Baltimore, pero el mayor Lewis Wallace había llevado un contingente de 6.300 hombres a una encrucijada junto al río Monocacy, un afluente del Potomac, que era punto obligado para Early tanto si iba a una u otra ciudad. El 9 de julio Early se encontró con que Wallace había desplegado sus hombres en un frente que cubría todos los puentes y vados del río. Se inició entonces un combate que terminó al final del día, cuando los federales se retiraron hacia Baltimore dejando más de un millar de bajas. Early pudo continuar su avance hacia Washington, pero el día que había perdido para cruzar el Monocacy bastó para que los refuerzos de Grant tuvieran tiempo de llegar a su destino. El 11 de julio llegó a las puertas de Washington y se intercambiaron algunos disparos, pero el 12 de julio Early concluyó que no había nada que pudiera hacer. Early regresó con gran cantidad de suministros arrebatados a los federales de los que Lee estaba muy necesitado, pero había fracasado en su objetivo principal.
Aquel 9 de julio de 1864, en las orillas del río Monocacy, se produjo un punto de inflexión en el conflicto, ya que todas las grandes batallas subsiguientes tendrían lugar en territorio de los secesionistas. Monocacy es conocida como «la batalla que salvó la capital». Y todo por la codicia de un general que si hubiera llegado a Washington un día antes la habría encontrado prácticamente indefensa, así que Wallace y sus hombres fue reconocidos como salvadores de Washington.
Por cierto que los habitantes de Frederick recuperaron el rescate, aunque fue en 1951,  ochenta y siete años después.



viernes, 18 de septiembre de 2015

FARENHEIT 451

Guy Montag (Oskar Werner) trabaja como bombero, pero no emplea la manguera o el extintor, sino un lanzallamas, ya que en el mundo en que vive, los libros están prohibidos y los bomberos se dedican a localizar ejemplares escondidos y a quemarlos.
Un día en el que regresa a casa en el tren después del trabajo, una joven que es vecina de Montag, le aborda y entablan conversación. Entre otras cosas, le hace una pregunta que perturba a Montag "¿Ha leído usted alguno de los libros que ha quemado?"
Montag, que hasta entonces había sido un hombre disciplinado que cumplía lo que mandaban sus superiores sin pensar, comienza a hacerse preguntas y, lo que es más peligroso, sin saber muy bien por qué, un día coge un libro y comienza a leer y a pensar.
Poco a poco se va dando cuenta del sistema de alienación que han tejido alrededor de la sociedad, convirtiendo a los ciudadanos en seres preocupados solamente por lo superficial y empieza a ver su trabajo de una manera totalmente distinta, los libros han abierto definitivamente su mente.
Linda (Julie Christie), la esposa de Montag, asustada ante la nueva actitud de su marido, le denuncia y los bomberos se presentan en su casa, encontrando los libros que esconde. El propio Montag viaja con ellos y su jefe le invita a que sea él mismo quien maneje el lanzallamas.


Basada en la novela del mismo título del norteamericano Ray Bradbury, todo un icono de la ciencia ficción, es una negra utopía en la que se nos describe una sociedad en la que los libros y la lectura están proscritos, en la que impera el culto al hedonismo puro y duro y en el que los poderes públicos persiguen con saña a todo aquel que posea libros, a todos los que todavía, a escondidas, se entregan al nefasto vicio de la lectura. En el país descrito por el autor hay que ser feliz por decreto, y la gran mayoría de la gente lo es.
En algunos aspectos, la película ha perdido con el tiempo, hoy se nos presentan algo trasnochados el diseño de vestuario y parte de la ambientación del film, asi como algunos de los ensayos que François Truffaut hace con la cámara, pero la esencia de la película, su mensaje, tomado del libro de Bradbury, han cobrado nueva vitalidad en este mundo en el que vivimos actualmente, en el que ya no sólo a través de la televisión, como en aquel, sino también de las llamadas redes sociales, se inocula día a día esa especie de virus que anida en muchos seres humanos hasta convertirlos en una masa aborregada que no piensa por sí misma.
Pese a su atmósfera apocalíptica, nos deja un rastro de esperanza; no todo estará perdido mientras la gente posea la memoria para albergar las palabras y el conocimiento que pueda transmitirse oralmente, de generación en generación.


Las veleidades de los autores de la novelle vague con el cine de autor, de vez en cuando nos deparan una agradable sorpresa, como es el caso de esta película y su mensaje que, para desgracia nuestra, es peligrosamente actual.
A pesar de esa estética sesentera, el film no ha perdido un ápice de modernidad y las reflexiones a que invita son de lo más adecuadas para que pensemos a dónde vamos por el camino que llevamos.




jueves, 17 de septiembre de 2015

GETTYSBURG: TODO POR UNAS BOTAS.

Transcurridos más de dos años de guerra, el enfrentamiento civil norteamericano, se hallaba estancado, el norte no había logrado ninguna victoria trascendental que obligara a los estados sureños a volver al redil, mientras que estos, a pesar de estar siempre en inferioridad numérica, habían logrado detener todos los intentos de la Unión para ello. El ejército del sur buscaba una gran victoria para lograr negociar una paz ventajosa y conseguir que las potencias europeas les reconocieran como nación soberana. Con ese objetivo, en junio de 1863, el general Lee se puso en movimiento e invadió el norte, superando la capital, Washington, penetró en Pensilvania obligando al ejercito de la Unión a seguirlo y así llevarlo hacia un terreno que ellos considerasen factible para plantear una batalla y ganarla.
Algunos soldados de una brigada rebelde comandada por Henry Heth difundieron el rumor de que habían visto en un anuncio en el periódico local Gettysburg Complier que había llegado un cargamento de botas. Las tropas de Henry Heth habían caminado durante meses prácticamente descalzas y Heth se empeñó en conseguir botas nuevas para sus hombres.
Heth convenció al general Ambrose Hill de que no había enemigos en la ciudad y recibió autorización para ir a por ellas. El primero de julio de 1863, hacia las ocho de la mañana, Heth se topó con una unidad de caballería de la Unión comandada por Buford y comenzaron las hostilidades. Heth, al ver que sus tropas no conseguían doblegar a la caballería de la Unión, pidió ayuda a su superior y cuando más tropas se aproximaron a Gettysburg se encontraron ya con infantería unionista lo que derivó en una batalla en toda regla que iba, poco a poco, absorbiendo a más y más soldados. Al finalizar el día, los confederados tuvieron 25.000 bajas mientras que sus enemigos contabilizaron 18.000; pero estos conservaban el pueblo y las tierras altas y colinas que se desplegaban al sur de este. El caso es que ninguno de los generales al mando de ambos ejércitos habían planeado luchar allí, pero aquel imprevisto enfrentamiento, decidió, en tres días, el destino de la guerra. Fue la batalla más larga y sangrienta, con más de 50.000 muertos. Aunque la guerra duró año y medio más, los sudistas perdieron la iniciativa estratégica y también la guerra. Todo por culpa de unas botas.



miércoles, 16 de septiembre de 2015

NINETTE Y UN SEÑOR DE MURCIA

Andrés Martínez Segura (Fernando Fernán Gómez), ha heredado de su tía Eugenia, fallecida hace siete meses, una librería religiosa y 300.000 pesetas en metálico. Andrés siempre había ayudado a su tía en la librería. Antes de ponerse definitivamente al frente del negocio, decide pasar 15 días en París, tras 30 años de la tienda a casa y de casa al casino, siempre encerrado, sin ver nada y sin tener ninguna aventura.
A Andrés le gustan las mujeres y habría podido casarse, pero ver cómo su tía, con la que vivía, trataba a su difunto tío y cómo le tenía dominado, le han hecho ser enemigo del matrimonio. Por eso quiere marcharse a París, porque le parece que el amor en Francia, debe ser algo completamente distinto que en España y porque está ansioso de libertad.
Su amigo Armando Espinosa (Alfredo Landa), vive en París desde hace cuatro años como delegado de una firma exportadora de conservas y le ha pedido que le busque un hotel, no de mucho postín, pero sí confortable y, a poder ser, a orillas del Sena, donde los dueños o la camarera sepan algo de español, pues con el francés no se apaña demasiado bien.
Sin embargo, Armando le busca acomodo en una casa particular, perteneciente a los señores Sánchez, unos exiliado españoles que tiene una hija, Ninette (Rosenda Monteros), que seduce a Andrés nada más conocerse. Pasado un tiempo, Andrés se apresta a regresar a España sin haber pisado las calles de su soñado París.


Adaptación de la magnífica comedia de Miguel Mihura estrenada un año antes en el Teatro de la Comedia de Madrid. El guión respeta casi en su totalidad el original, y está rodada en clave teatral, salvo los pocos exteriores de París que se muestran al espectador. Precisamente uno de los grandes atractivos de la película está en los diálogos, llenos de ingenio e intencionalidad, que están tomados tal cual del original.
Magníficas actuaciones, con Fernán Gómez en un gran momento y Alfredo Landa apuntando el gran actor que había detrás de los papeles que hacía en las películas sesenteras. Acompañados de una encantadora, ingenua y seductora Rosenda Monteros, la mexicana que había trabajado con Buñuel, Yul Brinner y el gran Marcel Marceau y por dos secundarios de lujo que están espléndidos, Rafael López Somoza y Aurora Redondo.
Aunque algunos vean en el libreto de Mihura una crítica al franquismo y a la pacata sociedad española del momento, yo no estoy tan de acuerdo, hay que ponerse en el momento y el hecho de que en el decorado aparezcan las fotos de Lenin, Lerroux o Pablo Iglesias, no es ninguna provocación al régimen, de hecho a quienes no se explican cómo la censura dejó pasar aquello, yo les diría que no se enteran de lo que están viendo o que tienen una verdadera obsesión con que los autores españoles eran todos antifranquistas y Miguel Mihura no era sospechoso de eso precisamente, me consta de gente del Régimen, incluídos altos dignatarios que se desternillaron de risa con esta película, la censura sabía perfectamente de qué iba aquello, al menos en este caso, si no, de qué le hubieran concedido el Premio Nacional de Teatro por esta obra.
Mihura hace mofa, precisamente, de aquellos exiliados que piensan que España sigue siendo el país del 39 y quiere demostrar que los que se han quedado anquilosados son ellos, de hecho, al final del film, Monsieur Pierre (Rafael L. Somoza), confiesa que hace tiempo estuvo en el consulado español y, "sólo por curiosidad", dice él cínicamente, preguntó si podía regresar a España y, ante su sorpresa, le dijeron que sin ningún problema. Mihura deja claro que la España del 64, no era la URSS.
En cuanto a la represión sexual, que no deja de ser el tema central del film, Armando acaba confesando a su amigo que, aunque lleva cuatro años en París, no se ha jalado un rosco y las cosas allí no son lo que parecen.
La película, como tal, es una de las mejores cintas cómicas del cine español, alejada de estereotipos de la comedia castiza, para asemejarse más al tipo de humor que se hacía en Hollywood, pero con temas que nos tocan más de cerca.





martes, 15 de septiembre de 2015

LA CENSURA EN "LA TÍA TULA"

Comentaba hace unos días la película de Miguel Picazo La tía tula, basada en la novela homónima de Miguel de Unamuno y los cortes que la censura franquista "propinó" a la misma.
Vaya por delante, tal y comentaba al hablar del film, que me opongo a cualquier tipo de censura, me parece un acto vergonzoso, no sólo con el creador, sino con el público, capaz por sí mismo de esquivar aquello que no le guste. Pero es lo cierto que la censura no siempre se equivoca, a veces acierta, sin querer, claro, porque la mala fe, que eso es en el fondo la censura, supone un acto de ignorancia y como buenos ignorantes, en ocasiones propician cosas que ellos no esperaban. Picazo sostuvo en alguna entrevista que la acción de la censura había dejado su película convertida en un trailer, algo con lo que no estoy de acuerdo, porque los ignorantes censores, sin pretenderlo, ni mucho menos, mejoraron algunos aspectos del film, hasta el punto de que con censura y todo, este film, tal y como quedó, está considerado como uno de los mejores del cine español de todos los tiempos.
Primero obligaron a situar la historia fuera de contexto, en un lugar indeterminado de provincias y, de todos es sabido que la descontextualización da a este tipo de historias un carácter universal que, en cierto modo, las aleja de los males del paso del tiempo y hace que no pierdan frescura con el transcurso de los años.
En cuanto al sexo, las decisiones de la censura parecen dictadas por el manual de estilo de Robert Bresson, sugerir en lugar de mostrar. Pocas películas no se ven beneficiadas con este axioma. El sexo explícito, el erotismo más chusquero, siempre sobra, como todo el cine de destape español, o clasificado S, que no ha dejado ni una sola película para el recuerdo digna de llamarse tal, no será por falta de producción precisamente.
Cortaron los fotogramas en los que se veía un cartel en el cementerio que decía (más o menos): "Lugar sagrado. Se prohíbe el paso en el cementerio a las señoras y señoritas que vayan sin medias y a las parejas que no guarden la debida compostura y moralidad." Un lema que deja bien a las claras que la represión sexual durante la dictadura era asfixiante, y sobre todo el grado de salidez de las autoridades que roza lo patológico. ¿Es fundamental en la película? Pues no. La represión sexual no hace falta explicitarla tan claramente, está implícita en toda la película, casi se respira. El cartel incluso resulta redundante.
Sin embargo, en la misma secuencia, los censores dejaron pasar algo bastante más grave, más evidente, al menos en su pacata moral. La religión cristiana considera pecado el suicidio, su sola alusión podría ser considerada herejía. Pues Picazo cuela un suicidio, con el agravante de que lo cuela dentro del cementerio, algo prohibido para los suicidas, que debían ser enterrados extramuros. Pero así era la censura, cicatera en lo oculto, en lo sugerido y generosa en lo obvio.
Se puede sostener la opinión que yo tengo de que la censura (en líneas generales) dejó intactas sus cualidades cinematográficas, o la del director que dice que se la machacaron, pero en ningún caso se puede justificar, disculpar, un acto de censura. Nadie es quien para arrogarse a decidir por el director, que tiene incluso el derecho a equivocarse, a que el espectador pueda dar cuenta de esa equivocación. La tragedia es que se destruyeron los negativos, así que no existe posibilidad alguna de rehacer el entuerto, sólo existen algunas fotos de rodaje de las secuencias censuradas.
Al final, pese a los "esfuerzos" de la censura, lo que nos queda es una obra maestra de Unamuno convertida en pieza clave del nuevo cine español.



lunes, 14 de septiembre de 2015

LORD JIM

Jim (Peter O'Toole) siempre ha soñado con ser marino, hasta que consigue ser admitido para cursar estudios que le permitan ser oficial de la marina mercante, tan importante para Inglaterra que entonces recorría con sus buques todos los mares del mundo. Jim es apreciado por sus superiores y considerado como uno de los suyos y cuando consigue su título de oficial, es tenido por uno de esos hombres que cualquiera querría tener en su tripulación.
La primera prueba de su carrera es dolorosa: se rompe una pierna cuando bajaba una escalera y tiene que ser desembarcado para cuidarle adecuadamente en un hospital. Mientras los demás enfermos están felices de poder estar en tierra firme durante un tiempo, Jim añora el mar y sueña con poder regresar a los grandes espacios abiertos, así que en cuanto puede valerse sin ayuda de un bastón, se alista en el primer barco disponible, el S.S. Patna, un mercante que se dirige al mar Rojo con un cargamento de musulmanes que peregrinan a La Meca.
Durante la travesía y en medio de una tormenta, descubren una vía de agua en la nave y cunde el pánico entre la tripulación, algunos de cuyos miembros dan por hecho que el barco se va a hundir y arrían un bote poniéndose a salvo y dejando a los pasajeros abandonados a su suerte.
Inesperadamente, el Patna es rescatado y llevado a puerto, trascendiendo a la opinión pública el vergonzoso comportamiento del capitán y los tripulantes. Aunque algunos de ellos optan por desaparecer de escena, Jim, abrumado por la vergüenza, airea su actuación y es juzgado por un tribunal profesional que le priva de su documentación para ejercer como oficial de marina.


El guión, del propio Richard Brooks (como en todos sus films), se basa en la novela del mismo nombre de Joseph Conrad y, en general, se atiene al relato original.


Siempre resulta complicado adaptar una novela al cine y esta de Conrad no es precisamente de las más sencillas para hacerlo, dada la estructura del relato, sin embargo, Brooks sabe salir del paso bastante bien, haciéndonos llegar el espíritu de la novela, con la mancha que pesa sobre el pasado del protagonista y que marcará el resto de su vida y las reflexiones sobre la siempre difícil búsqueda de la verdad que centran la novela de Conrad.


Muy bien ambientada, con un elenco de actores que desempeña su trabajo con brillantez, Brooks sabe sabe sacar partido de los pasajes que convierten el film en una película de aventuras, para aligerar con ellos lo que podríamos llamar la parte más reflexiva, consiguiendo que una obra de dos horas y media no se haga pesada al espectador y trasladando bastante bien el mensaje de fondo que podemos encontrar en la novela, libro que, por otra parte, me atrevo a recomendar.




sábado, 12 de septiembre de 2015

PROFESORES Y EMPERADORES

Acaba de empezar un nuevo curso escolar, seguramente este es el motivo de que haya recordado una de esas leyendas urbanas que circulan por internet como si fueran un dogma y que nos creemos todos.
Me refiero a una historia que resulta muy bonita, pero por desgracia, no se ajusta a la realidad, dice, más o menos, que en Japón, los únicos que no están obligados a hacer una reverencia ante el emperador, son los profesores, porque sin educadores no hay emperadores.
Y es que la reverencia para los japoneses, no es una obligación, sino una acción profundamente arraigada en su cultura y cualquier profesor de aquel país hará una profunda reverencia ante el emperador igual que ante otra persona de gran estatus, el no hacerlo significaría un acto de protesta y no el ejercicio de un derecho que le exime de la misma.
En cuanto al respeto que se tenga allí por la profesión, pues no dista mucho del que tenemos aquí, ni los salarios son altos, ni tienen privilegios sociales, al contrario, como pasa con algunos otros profesionales nipones, las jornadas de trabajo son largas.
En definitiva, que en Japón nadie está obligado a hacer reverencias, esta se utiliza como símbolo de respeto y para saludar, pero no hay una obligación más allá de lo que las buenas formas establecen.




viernes, 11 de septiembre de 2015

ANACLETO: AGENTE SECRETO

Anacleto (Imanol Arias), agente secreto al servicio de una organización llamada GP, viaja al desierto para recoger a su gran enemigo, Vázquez (Carlos Areces), prisionero en una cárcel allí situada, para trasladarlo a otro presidio.
Durante el viaje, el furgón en el que viajan Vázquez y Anacleto, es atacado por unos compinches de aquel, que le ponen en libertad, dejando a Anacleto inconsciente, no sin que antes Váquez le haya comunicado que sabe que tiene un hijo.
Anacleto, sospecha que Vázquez va a ir a por su hijo, por lo que solicita al Jefe (Emilio Gutiérrez Caba) que le ponga protección. Los dos guardaespaldas que le envía, son asesinados y Adolfo (Quim Gutiérrez), el hijo de Anacleto, es atacado por un secuaz de Vázquez en el piso que ocupa con su novia.
Aunque Adolfo consigue deshacerse de su atacante, Anacleto va a recogerle y con la disculpa de que quiere que pasen unos días juntos, le lleva a la masía que le sirve de tapadera, en la que se hace pasar por un laborioso agricultor y ganadero que se dedica a la fabricación de embutidos caseros. Tras un nuevo ataque de los sicarios de Vázquez, Adolfo se entera de que su padre no es el campesino que siempre ha creído, sino un agente secreto y que su madre era una espía. Los fracasos de Vázquez para deshacerse de Anacleto y de su hijo, no son obstáculo para que el malvado continúe su persecución, mientras padre e hijo tratan de escapar.


El guión, se basa de manera muy libre en la famosa serie de historietas creadas por Manuel Vázquez Gallego en 1964 para la editorial Bruguera. Lo cierto es que apenas se parece a lo que Vázquez desarrollaba en sus tiras, de manera que más que versionar el personaje de Anacleto, el film es una especie de homenaje al mismo y, por ende, a su creador. Junto a las Hermanas Gilda y La Familia Cebolleta, fue el personaje más famoso del dibujante y aunque se le ha presentado como una parodia de James Bond, incluso las críticas actuales a raíz del film así lo presentan, lo cierto es que Vázquez manifestó que estaba inspirado en Maxwell Smart, el protagonista de la serie televisiva Superagente 86. De cualquier modo, los fans de las historietas de Anacleto, reconocerán enseguida los numerosos guiños que la película hace al personaje original desde el mismo arranque del film, cuando Anacleto va al desierto a buscar al Malvado Vázquez (personaje tomado también de las historietas), pues recordarán que sus visitas al desierto de Gobi para realizar misiones secretas eran una de las fobias recurrentes del protagonista.


Con un Imanol Arias que echa mano de tablas y profesionalidad para sacar adelante a un reconocible Anacleto, yo me he quedado con las actuaciones de dos secundarios, Berto Romero, que está muy gracioso y Rossy de Palma, que en su breve aparición, logra uno de los momentos más conseguidos de la película.
Con algunos buenos gags y un guión que, por momentos, alcanza cierto nivel en los diálogos, la película es un buen remedio para pasar un rato divertido, con más sonrisas que carcajadas. Quizá el hecho de que he ido a verla sin demasiadas expectativas, hace que tampoco haya quedado decepcionado, aunque la impresión que tienes cuando sales del cine es que no quedará en el recuerdo, algo a lo que contribuye no poco un final tan trabajado como poco conseguido.
Eso sí, acción y dinamismo que, al menos, logra que el tedio quede alejado.




jueves, 10 de septiembre de 2015

EL HUNDIMIENTO DE LAS CAJAS DE AHORRO

Nacidas como entidades sin ánimo de lucro, como continuación de los Montes de Piedad, en los que básicamente los pobres, o quienes se veían en situaciones financieras límite iban a depositar sus joyas o pertenencias de cierto valor para salir del apuro, tradicionalmente han sido entidades a las que acudieron particulares y pequeñas empresas y sobrevivieron a grandes avatares de la historia patria, pues algunas de ellas eran más que centenarias. Es cierto que la llamada reforma de Fuentes Quintana (1977) hizo desaparecer las restricciones y les permitió operar como bancos, pero siguieron prestando ciertos servicios a la comunidad a través de las llamadas obras sociales, continuando, la mayoría de ellas, muy vinculadas con determinados territorios.
Sin embargo, como dijo en su día el ínclito Jaime Terceiro, presidente de Caja Madrid durante buena parte de los años 90, las Cajas no eran de nadie. Una manera de decir que nadie se iba a preocupar, ni pedir cuentas por las tropelías que algunos se aprestaban a cometer.
El caso es que tacita a tacita, se las han ido cargando por medio del alegre despilfarro continuado durante muchos años y las multimillonarias indemnizaciones a los gestores que las habían llevado a esa situación. Lo primero que provocó aquella situación de ruina técnica fue la desaparición de las obras sociales y después que la mayoría de ellas estén intervenidas, nacionalizadas, reconvertidas en bancos, o directamente tuvieran que desaparecer tragadas por fusiones que, en ocasiones, no estuvieron nada claras.
Lo que sí sabemos ya es que las inmensas cantidades de dinero que se inyectaron para tratar de salvarlas del caos, no las van a devolver ellas solas a través de su Fondo de Garantía, serán los bancos y los contribuyentes quienes se (nos) tengan que hacer cargo de ellas.
Todos conocemos, por la prensa o directamente, cientos de casos de este estrepitoso despilfarro que ha llevado a la ruina a instituciones que tanto costó llevar al lugar que ocupaban y que contaban incluso con el aprecio de la gente, pero vamos a citar alguno de ellos:

Uno que viví bastante de cerca fue la fusión de Caja España y Caja Duero, antes Caja de Salamanca, en lo que se llamó Banco CEISS, algo que resultó difícil de digerir y en el que ninguna de las dos entidades quería ceder su cuota de poder. Por eso, quedaron sedes operativas por doquier, lo que obligaba a los consejeros y directivos a trasladarse continuamente entre León y Valladolid, entre otras ciudades, para asistir a las reuniones. En apenas tres meses se gastaron 21.000 euros en taxis. Todo para que al final fueran definitivamente convertidas en filiales de Unicaja.

La CAM (2.800 millones de euros en ayudas públicas) ha tenido durante años un barco de vela en propiedad, alquilado o en leasing para competir en las grandes regatas. El príncipe de Asturias ha sido patrón del equipo varias temporadas. La orden era que el barco fuera el mejor y la filosofía consistía en que la mejor publicidad que podían tener era que el príncipe compitiera con ellos. En los años más boyantes, el presupuesto anual para el equipo era de 1,5 millones de euros, a lo que había que sumar el precio del barco (en torno a un millón de euros) y la inversión que hacían en lo que se denomina en la jerga "activar el patrocinio", es decir, llevar invitados a ver las regatas sin escatimar ni un lujo. Un año en la Copa del Rey (el mayor evento de vela en España), el barco estrenó dos velas mayores (unos 30.000 euros cada una) y otros tipos de velas, que llevaron la inversión para esa semana de más de 150.000 euros. Lo sorprendente es que algunos años se contabilizó como obra social.
Alguien decidió en la caja alicantina (una entidad que en sus buenos tiempos ganaba 200 millones de euros anuales) que tenía que ser más avanzada que la NASA tecnológicamente hablando. Sólo así se explica que se pagaran cien millones de euros por el sistema informático "Alnova" y su implantación durante cinco años. Pretendía ser la plataforma tecnológica de funcionamiento de red más avanzada de España. Su preocupación por los avances y por las redes también le llevó a estar presente en todas las redes sociales muy pronto (como casi todas las entidades ahora), pero a cambio de un caro asesoramiento externo de 300.000 euros al año.
Los que conocen las entrañas de la CAM aseguran que una de sus principales ruinas ha sido la existencia de los consejos de administración territoriales. Había uno en Valencia, otro en Murcia y otro en Alicante, cada uno de ellos formado por 20 personas, que por supuesto cobraban por asistir a las reuniones, en las que aprobaban sus propias actividades y decidían sobre parte de la obra social. Como premio tenían un viaje por todo lo alto o incluso dos cada año al extranjero y por España.

Hasta 2005, en Caixa Galicia era uso común invitar cada año a los consejeros y a sus familias a un viaje de lujo por el extranjero que se prolongaba entre cinco días y una semana. Estados Unidos, Alemania o Francia han estado entre los destinos de este presente. Además, en los últimos años, con la excusa de analizar el terreno para estudiar la posibilidad de abrir alguna delegación internacional, ejecutivos de esta entidad han viajado a Brasil o Miami, sin que luego hayan materializado nada.
A Coruña-Madrid, Santiago-Madrid... Viajes muy habituales de los directivos de Novacaixagalicia acaban costando un dineral a la caja, que busca inversores para poder salir del atolladero en que está metida (3.627 millones en ayudas públicas). Lo habitual es que estos viajes se realicen en business y para la vuelta se compran hasta tres billetes para que el ejecutivo pueda elegir el que mejor le convenga. Eso hace que en cada viaje la caja pague sólo en vuelos en torno a 1.400 euros (350 euros por billete), mientras que si lo hiciera con un billete por trayecto y con la tarifa turista podría ir y volver por 200 euros. Y teniendo en cuenta que son cientos de viajes al cabo de un año, el gasto más bien puede calificarse de despilfarro.
Algunos altos cargos de la entidad tenían la casa pagada y no a un precio reducido ni de viviendas propiedad de la entidad. Uno de ellos recibió 4.000 euros al mes en concepto de "ayuda" para el alquiler de la vivienda. Y en algunos casos ni siquiera utilizan la casa que se supone que alquilan. Sólo en este caso, se trata de un gasto de 48.000 euros, que bien supera el sueldo de dos empleados recién ingresados en la entidad. Los consejeros tenían, además, derecho a utilizar bodegas de vinos propiedad de la entidad.

Caja Madrid (ahora Bankia) es propietaria desde la época de Miguel Blesa de una villa de lujo en Miami, a la que acuden con cierta frecuencia los ejecutivos y algunos consejeros. Directivos de entonces también aseguran que era habitual que cada año hubiera un viaje de lujo pagado para toda la familia y regalos de la última tecnología, como ordenadores o grabadoras. Todos destacan el impresionante tamaño y contenido de la cesta de Navidad.

Medio centenar de directivos de la caja cordobesa Cajasur (entonces vinculada a la Iglesia) y sus parejas viajaron 15 días en la Semana Santa de 2009 a Nueva York, donde se alojaron en hoteles de lujo y comieron en los mejores restaurantes. El regalo, que algunos disfrazaron de viaje de formación, costó varios cientos de miles de euros.

En fin, cientos y cientos de villanías de este tipo que nos podrían llevar muchas horas, solo para enunciarlos. Quizá otro día recopilemos alguno más de estos injustificables despilfarros.