viernes, 11 de diciembre de 2015

LOS VIRIATOS

En la Guerra Civil Española, prácticamente desde el primer momento, participaron combatientes extranjeros, casi todos ellos voluntarios, tanto en uno como en otro bando.
Todos hemos oído hablar de las Brigadas Internacionales, auspiciadas por los comunistas, en el bando republicano y en el nacional, de la Legión Cóndor alemana y los italianos del CTV (Corpo Truppe Volontarie), enviados por Mussolini. Mucho menos conocida es la participación en el ejército franquista de los voluntarios portugueses, entre otras razones, porque no contaron con unidades propias, a pesar del intento inicial que se hizo, pero Portugal era un país con escasos medios, una población no demasiado grande y un ejército poco numeroso en comparación con el de otros países, cuyo mayor número de efectivos en proporción, estaba destinado en los territorios de ultramar.
Los portugueses, conocidos desde el principio como "Viriatos", en homenaje al héroe lusitano que combatió a los romanos, se integraron en unidades del Requeté, de Falange y, sobre todo, en banderas de la Legión, que tenía un banderín de enganche en Badajoz, del que partieron la mayoría de estos voluntarios.
De ellos, hubo algunos que pertenecieron al ejército del aire, el primero, el Doctor José Adriano Pequito Rebelo, que se presentó en Burgos pilotando la Passarola, avioneta de su propiedad y acabó la campaña con el empleo de Capitán honorario de Aviación, y con casi 1.000 horas de vuelo, de las que más de 400 las había realizado en misiones de guerra.
Todo esto sucedía mientras Portugal, un país con un régimen autoritario bajo el mando de Oliveira Salazar, que aunque veía con buenos ojos los objetivos del levantamiento militar en España y había sido refugio de quienes habían intentado levantarse contra la República (allí estaba refugiado Sanjurjo, que debía encabezar el levantamiento del 17 de julio y de allí partió el avión que debía trasladarle a España y que nunca llegó), sin embargo sus estrechas relaciones con Gran Bretaña, les obligaban a andar con pies de plomo en todo este asunto, procurando dar una de cal y otra de arena a la hora de tomar posiciones públicamente.
De hecho, algunos sectores conservadores, se mostraban en contra del silencio gubernamental frente a la URSS, cuando está se alineó con las potencias aliadas frente a su antiguo socio alemán, pero el gobierno portugués, repetimos, se debía a su secular alianza con Inglaterra y aún declarándose anticomunista, jamás levantó la voz en público para renegar de los soviéticos, ahora aliados de los británicos.
Al final de la Guerra de España, a pesar de la penosa postguerra, alguno de los voluntarios se había quedado en España, o se había casado con españolas. Estos residentes en España fueron los primeros en enterarse de la llamada para combatir contra los soviéticos en lo que sería la División Azul. El 1 de julio de 1941, se presentó el primer voluntario portugués en las oficinas de Falange Española, pero después serían algunos más, hasta un total de 76, casi todos venidos expresamente de su país, los que se integrarían en el cuerpo expedicionario español, muchos de ellos eran veteranos de la pasada Guerra Civil.
Dentro de la División Azul, formaron un grupo propio, conocido como Legión Verde, que partió al Frente del Este aquel mismo verano de 1941. Los primeros combates se registraron en torno a Novgorod y el Lago Ladoga en Leningrado, los cuales durarían varios meses hasta bien entrado 1942. La mayoría de portugueses participó en la épica batalla española de Krasny Bor el 10 de Febrero de 1943, precisamente allí fue capturado por los soviéticos el único prisionero portugués, José Alberto Rodríguez Estévez, originario de Lisboa.
A finales de 1943 la División Azul fue retirada del Frente del Este, quedándose solamente la Legión Azul, con algún portugués aún en sus filas, aunque la mayoría regresó a España y Portugal.
Las bajas mortales de los portugueses enrolados en la División Azul, se redujo a un hombre, Agustín Aveiro del Rosario, nacido y Caia.
El que había sido capturado en Krasny Bor estuvo recluido en los gulags de Siberia y otros campos de concentración soviéticos un total de 11 años. Milagrosamente sobrevivió y regresó a España junto con 286 prisioneros de guerra españoles y republicanos disidentes del comunismo el 2 de Abril de 1954. En Badajoz se reunió con su esposa, una española con la que estaba casado llamada Manuela Jiménez, que había esperado ansiosamente su retorno.



2 comentarios: