lunes, 27 de junio de 2016

AMANECE QUE NO ES POCO

Teodoro (Antonio Resines), es un ingeniero que da clases en una universidad de Oklahoma y que ha regresado a España de año sabático. Aquí se entera de que su padre ha matado a su madre, pero para que no deje de quererle, le ha comprado una moto con sidecar con la que van a recorrer diversos lugares. En uno de sus viajes, llegan a un pueblo del que les ha hablado su amigo Pepe, un extraño lugar en el que la gente es devota de William Faulkner; van todos los días a misa y jalean al sacerdote oficiante; los campesinos van a trabajar cantando madrigales de Monteverdi; el maestro enseña a ritmo de gospel; la guardia civil se encarga de que todos cumplan las normas, incluida la de que los borrachos beban a su hora, guardando cola ante la taberna; el pregonero anuncia por las calles que Dios es uno y trino; la mujer del médico da a luz gemelos, diez minutos después de haberlos concebido; se celebran elecciones para elegir al borracho, al tonto del pueblo, a la puta, a las adúlteras..., al tiempo que la localidad es visitada por un grupo de estudiantes de una universidad norteamericana, otro de meteorólogos belgas y unos disidentes de los coros y ballet del ejército rojo.


En 1983, José Luis Cuerda estrenó Total, un mediometraje rodado en los pueblos sorianos de Oncala, San Pedro Manrique y Yanguas, que representó a TVE en el Festival de Montecarlo de 1984, donde obtuvo el Premio Especial del Jurado y el de la Crítica Internacional.
A raíz de ello, Gonzalo Vallejo Pérez de Ayala, directivo de TVE, encargó a José Luis Cuerda, una serie al estilo de Crónicas de un pueblo, pero con los personajes de Total y con ese tipo de humor, que se iba a llamar Ab urbe condita. Cuerda presentó hasta cinco capítulos, como aperitivo y para que el proyecto fuera valorado, pero lo rechazaron por problemas presupuestarios y también porque lo consideraron un disparate.
Ese fue el origen de Amanece que no es poco, porque en aquel proyecto frustrado, estaba la esencia del film que, a juicio de Berlanga, contaba con el mejor reparto del cine español. Precísamente Cuerda ha manifestado en más de una ocasión su admiración por Berlanga y Azcona y de hecho, el papel de Casto Sendra "Cassen", fue como homenaje a su papel en Plácido, para Cuerda, una de las mejores, si no la mejor película española de los últimos 60 años.


La película, estrenada en 1989, no fue muy bien acogida por una parte de la crítica que la calificó como una absurda tontería. Sin embargo, hoy es el día en el que nadie se olvidaría del film al hacer una lista de esas pelis españolas que hay que ver.
Más allá de interpretaciones que se quieran hacer sobre aspectos como la crítica social, el film lo que hace es poner del revés la realidad de un pueblo cualquiera del interior español ambientado en la década de los 50 del pasado siglo.
Rodada en los pueblos albaceteños de Ayna, Liétor y Molinicos con participación de las gentes del lugar como figurantes, está salpicada de un humor absurdo con reminiscencias de surrealismo, empleando diálogos y situaciones disparatadas, en un mundo que se rige por reglas distintas, pero que conserva todo lo que nos recuerda al nuestro y ese es el punto que hace atractiva la película, junto al hecho de no plegarse a lo que hoy se consideraría políticamente correcto.
Todavía hoy, quien la vea por primera vez, puede tener, dependiendo del gusto particular, opiniones que son totalmente contrapuestas, pensar que la ha hecho un genio, o que el director estaba pirado.
Para mí, de lo mejor del cine español moderno.




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