jueves, 11 de agosto de 2016

LA LUZ QUE NO PUEDES VER

Marie-Laure vive con su padre en París, cerca del Museo de Historia Natural, donde él trabaja como cerajero y responsable de custodiar las llaves de las cientos de puertas del museo. Cuando, siendo muy niña, Marie-Laure se queda ciega, su padre le construye una perfecta miniatura de su barrio para que pueda memorizarla gracias al tacto y encontrar el camino a casa. A sus doce años, los nazis ocupan París y padre e hija tienen que huir a la ciudad amurallada de Saint-Malo, para refugiarse en casa de su tío-abuelo Etienne. Con ellos se llevan la que podría ser la más preciada y peligrosa joya del museo.
En un orfanato de Essen, en plena cuenca del Ruhr, el joven huérfano Werner, crece junto a su hermana pequeña, cautivado por una rudimentaria radio que ambos encuentran. Werner se convierte en un experto en construir y reparar estos aparatos cruciales para los nuevos tiempos, un talento que no pasa desapercibido a las autoridades del llamado Nuevo Orden. Formando parte del ejército alemán, Werner deberá atravesar la espina dorsal de la guerra de Europa, primero en Rusia, para acabar en Francia, en el Muro Atlántico. Hasta que en la última noche antes de la liberación de Saint-Malo los caminos de Werner y Marie-Laure por fin se crucen, y sus vidas cambien para siempre.
La novela cuenta dos historias en paralelo que, como probablemente todos quienes leemos el libro intuímos desde el principio, se cruzarán en algún momento. La de Marie-Laure, la niña ciega, que nos da un poco de lástima al principio, pero a quien pronto aprendemos a ver como un personaje fuerte, que se sobrepone a la cascada de infortunios que la persiguen y que acaba superando su discapacidad a base de fuerza de voluntad y una tremenda curiosidad por conocer, así, en infinitivo.
Por otro lado, Werner, que vive con su hermana Jutta en un orfanato y ve como el mundo va cambiando, cómo llegan los nuevos vientos cargados de violencia, intransigencia y muerte, bajo el mensaje de una Alemania fuerte que salvará al mundo occidental a base de imponer unos valores en los que el individuo ha de someterse a un bien superior y a obedecer sin vacilar los designios del líder.
Aunque la historia más emotiva es la de Marie-Laure, quizá la más rica, por las connotaciones que ofrece, es la del muchacho, apenas un niño cuando comienza el relato, que se convierte en un jovencito recién salido de la adolescencia cuando su paso por la vida concluye. Es importante tener en cuenta esto, estamos hablando de un niño que, como miles de ellos, se vieron engullidos por una maquinaria perfectamente engrasada y planificada, no para lavarles el cerebro, sino para absorber su voluntad. ¿Hasta qué punto aquellos jóvenes estaban capacitados para rebelarse contra aquello que se les impuso? Werner reflexiona sobre lo que le ha dicho su hermana, ella, a través de las emisoras extranjeras que escuchan de forma clandestina en el orfanato, sí que ha llegado a tener una visión real de lo que está ocurriendo en su país, pero Werner se ve engullido por el sistema y se muestra incapaz, por miedo básicamente, a plantar cara cuando observa las verdaderas crueldades a que es sometido su compañero del colegio militar, Frederick, a partir de que se niega a echar un cubo de agua sobre el cuerpo de un prisionero atado a un poste en pleno invierno y con temperatura bajo cero; cuando le sorprenden los comentario sobre una vecina, una anciana judía que ha subido en el ascensor con él y su amigo cuando éste le lleva a su casa de Berlín, una mujer inofensiva que es pintada como una bruja peligrosa; o cuando en plena guerra, durante su estancia en Rusia, observa la nula importancia que la vida de los indefensos tiene para sus compañeros de armas... Pero siempre hay un lugar para la redención, aunque a alguien le pueda parecer tarde, nunca lo es para retomar el camino del respeto y la compasión por tus semejantes. Un corazón puro puede brillar aun en la noche más oscura.
La novela de Anthony Doerr fue galardonada con el Premio Pulitzer 2015 y aunque por ahí he leído alguna crítica que habla de ritmo lento y de que se hace pesada, a mí me ha parecido que es un libro pausado y no se me ha hecho para nada aburrido, porque nos habla de otras cosas, de lo importante que puede ser la lectura de un libro o compartir con otros una composición musical, en momentos que que parece que el mundo ha perdido el norte y que lo único importante es salvar la propia vida. Es la importancia de esas cosas pequeñas lo que resalta la novela, porque a la hora de la verdad son esos pequeños detalles, la aficiones nimias, los recuerdos de un olor o de un sabor de la infancia, lo que nos une con personas que, en apariencia, son completamente diferentes de nosotros y nos hace ver que todos, absolutamente todos, estamos hechos del mismo barro, por más que, en ocasiones, nos dejemos llevar por visionarios que pretenden enfrentarnos a muerte.
La luz que no puedes ver es la historia de unos héroes anónimos, protagonistas de pequeños actos de valentía que no figurarán jamás en los libros de historia de manera individual y también de todas esas víctimas inocentes que se ven atrapadas por el devenir de unos acontecimientos en los que habrán de tomar partido obligados por las circunstancias, muchas veces para salvar sus propias vidas, pero otras para ayudar a sus semejantes, o para sacar partido de las miserias de los demás.
Aunque son pocos, los protagonistas están acompañados de unos extraordinarios personajes secundarios, muy humanos, que representan toda una panoplia de caracteres, de personajes que fueron reales (los delatores y colaboracionistas; aquellos que ayudaron a la resistencia desde la humildad de sus posibilidades; o quienes dentro de Alemania vieron llegar el horror y quienes no quisieron verlo o no tuvieron entereza y carácter para oponerse y se dejaron llevar...)
Para quienes gustan de finales cerrados, señalar que las últimas páginas de la novela están dedicadas a contarnos qué fue de los personajes en los años posteriores al final del conflicto.



2 comentarios:

  1. Magnífica radiografia la que haces de ese libro que desconozco. Se ve que lees despacio y adsorbiendo cada dato de la novela.
    Me encanta la forma en que diseccionas los libros.

    ResponderEliminar