jueves, 3 de agosto de 2017

EN TIERRA HOSTIL

Bagdad, 2004. Un equipo de tres artificieros del ejército estadounidense que se dedican a la desactivación de explosivos, está estudiando, ayudado por un robot manejado a distancia, la composición de un artefacto que se halla en el interior de un saco.
El sargento Matt Thompson (Guy Pearce), decide que se puede detonar el explosivo sin que vaya a causar demasiados daños materiales y sin peligro aparente para las personas. La operación se llevará a cabo haciendo estallar junto al artefacto encontrado, una carga preparada por los soldados, que será llevada hasta allí en un carrito remolcado por un robot. Cuando está a punto de alcanzar su objetivo, el remolque pierde una rueda. El sargento, protegido por un voluminoso traje de seguridad, se aproxima al pequeño vehículo averiado y coloca manualmente la carga encima del objetivo, pero cuando está regresando junto a sus compañeros para detonar el artefacto, un hombre acciona una secuencia de números en su teléfono móvil, sin que los compañeros de Thompson logren impedirlo. El artefacto explota y el sargento muere.
Mientras los compañeros de Thompson están tremendamente afectados, no tanto por su muerte, sino por no haberse decido a disparar contra el hombre que accionó el explosivo a distancia, un nuevo líder llega al grupo, se trata del sargento William James (Jeremy Renner), su comportamiento imprudente, hará que sus compañeros se planteen seriamente el riesgo que corren.


La acción tiene lugar durante la ocupación de Irak, en aquella guerra que su promotor, George W. Bush, llamó de liberación y que también se conoce como Segunda Guerra del Golfo. La justificación fue que el régimen iraquí tenía y estaba desarrollando, armas de destrucción masiva que, por lo visto posteriormente, aún deben estar buscando, porque jamás se encontró nada que confirmase tal afirmación.


A mí me ha recordado mucho a estas películas que, cíclicamente, produce Hollywood sobre colectivos concretos: bomberos, sanitarios, aviadores, cooperantes, camioneros..., en este caso dedicado a los desactivadores de explosivos del ejército. La verdad es que todo el rato nos está contando la misma historia, son episodios diversos en los que se repite el mismo esquema con ligeras variaciones, pero que te dejan la sensación de que te están contando lo mismo de manera reiterativa.
Se pretende dar al film un aire de documental, para lo que se recurre mucho a las tomas cámara en mano, tratando de crear ese ambiente tan típico de los reportajes televisivos, en los que la cámara se mueve constantemente. A ello contribuye también la buena ambientación, con paisajes que reproducen el entorno al que se refiere la narración, ya que los exteriores se rodaron en la vecina Jordania.


Lo cierto es que no deja de sorprenderme la cantidad de premios que tuvo este film, saca uno la conclusión de que es una de esas ocasiones en las que los norteamericanos se miran al ombligo, porque yo no acabo de verle el interés a una mala historia a la que acompaña un guión mediocre y unos diálogos muy pobres, sin apenas tensión, porque para tratar de trasmitirla al espectador recurre constantemente a los mismos recursos que acaban cansando por ya vistos y reiterativos.
Además, lo que se cuenta resulta poco menos que increíble, con un descerebrado como líder de un equipo de desactivación que se salta los protocolos constantemente. Esto resulta poco menos que increíble y más increíbles son las acciones que llevan a cabo, pero no porque suenen a falsas, sino por absurdas. Un par de ejemplos: Una calle con los edificios medio arruinados, los soldados han conseguido desalojar a la población y el especialista se pone a desmontar el artefacto. Supongo que un caso así, se le hace explotar mediante un cebo y santas pascuas. Otro caso es el del árabe que va con un cinturón de explosivos y cuando dicen que se lo han puesto encima y que él no quiere morir, se acercan a intentar desactivarlo, cuando en la primera escena del film hemos visto cómo accionan los explosivos mediante un teléfono móvil. Hay unos cuantos ejemplos más, pero tampoco voy a desmontar aquí toda la trama.
A mí no me ha parecido que merezca mucho la pena, de hecho, antes que esta, recomendaría otras sobre las intervenciones recientes de EE.UU. en el extranjero.




4 comentarios:

  1. Mala suerte. Peli decepcionante.
    A los gringos les encantan sus fazañas de todo tipo aunque en cualquier otro país sean anodinas.

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    1. Lo de menos es que sea buena o menos buena, lo "maravilloso" es que tiene seis Oscar, incluyendo mejor película y mejor dirección.
      Si esta peli fuera española, la hubiéramos puesto a caer de un burro, en este caso con razón.

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  2. Los premios en USA como en España muchas veces no tienen nada que ver con lo que se supone que premian, nepotismos políticos, etc. En todas partes cuecen habas.

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